domingo, 20 de septiembre de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Regreso

El avance no se detiene, por tierras inexploradas, por valles y montañas que no señala ningún mapa. Pensaba que la carrera había terminado, pero la suerte, por primera vez me ha sonreído. Ni siquiera ha comenzado, me susurrado al oído. Podrías suponer que tanto esfuerzo no ha valido la pena. No es cierto, ni mucho menos si no todo lo contrario como dirían los locos que se anudan aún más fuerte el nudo que abraza su cuello.

Ahora mismo, con mi corazón clamando al cielo, reorganizo filas. Cierro viejas heridas. Y cada vez que me miro en un espejo, un silencio sepulcral invade toda mi alma. No más gritos agónicos en mitad de un campo de batalla. No más calles y aceras dispuestas para una emboscada. La ciudad, por el momento, no es más que un puzzle gigantesco de hielo y fuego, donde retumban mis pasos sin generar ningún tipo de sentimiento ajeno. Apagados por los ecos de un mal recuerdo. Miradas lánguidas que atraviesan ventanas, muros, piedras y almas.

A veces y sólo a veces, reconozco que echo de menos esa cadenas que tan cruelmente evitaban que me olvidara de tu presencia. La sensación de no poder despegar. No saber valorar el suelo que pisaba y los rayos de luz, que con una mínima esperanza, acariciaban mi cara.

Pero la melancolía desparece pronto. En el mismo momento en el que me doy cuenta: entre tú y yo querida, eras la única de los dos que no volaba.

Y por esa sencilla razón, no deseo volver la mirada atrás. Pienso que ninguna lágrima mereciose la pena derramar. El encierro entre estas cuatro paredes se torna tranquilidad, una serenidad que jamás nadie tendría el valor de soportar. Ya no más sentimientos que se tornen palabras salpicadas de suspiros por una flor que hace tiempo me negué a regar.

Aceptando el desafío de ser uno mismo, venciendo a todos aquellos que se atrevan a obstaculizar mi camino. Ante la atónita mirada de los que pensaban que ya me había dado por rendido. Guardate tus palabras, teñidas por la compasión. Pienso que eres incapaz de presentarte tal y como eres ante tus propios miedos y vacilaciones.

La duda razonable me la bebí en cada uno de los bares donde soñaba convertirme en una persona que no era; acariciando tus labios o los de cualquiera que estuviera lo suficientemente ebria. Duras han sido las lecciones, aunque más duro fue aprender a levantarse mientras el resto del mundo parecía esperar una respuesta que nunca fue la acordada.

Sin embargo, aquí estoy, con la piel y el corazón a rebosar de magulladuras. Heridas que en su momento pensé: no cicatrizarán en la vida.

Curioso es el destino que aguarda a aquel que no tiene nada que perder.

Y yo, vida mía, malgaste casi todo mi cariño en un amor que jamás fue correspondido.

10 comentarios:

Te susurraré... dijo...

Todas las heridas acaban curando. Aunque dejen una fea marca.

Lo bueno es que después de haber tocado fondo, sólo pueden ir las cosas a mejor.

Suerte en el viaje hacia tu nuevo destino.

Besos.

Juancho dijo...

Como se suele decir: Caerse es opcional pero levantarse es obligatorio. ;)

Un beso, Te Susurraré.

CalidaSirena dijo...

Sé de lo que hablas sobre lo de las heridas, pero de todo se aprende y de todo siempre hay que sacar la parte positiva, así que sigamos adelante y intentemos disfrutar del paisaje..
Un beso muy dulce

Juancho dijo...

Cierto, la única constante parece ser el aprendizaje... y, por supuesto, mantenerse en la brecha. ;)

Un beso, Cálida Sirena.

Anónimo dijo...

y si empezamos pr darnos cariño a nosotros mismos?

Juancho dijo...

Me parece una idea perfecta. Algo complicada en estos momentos pero intentaremos llevarla a buen puerto.

Un abrazo, Henmex

Eu dijo...

Creo que te robare un pedacito de tu obra... me encanto!

Juancho dijo...

Jajajajaja siendo tú bEa, puedes robarme lo que gustes. ;)

Un beso!

CalidaSirena dijo...

Desde luego las heridas acaban cicatrizando y esa cicatriz siempre queda, a pesar del tiempo..
Un beso muy dulce mi querido amigo

Juancho dijo...

Cierto, pero es mejor no dejar que vuelva a abrirse... por mucho que nos duela pensar lo contrario.

Un beso, Cálida Sirena. :)