domingo, 4 de abril de 2010

La Tinta, el Tintero y... la Maldición

Unas pocas semanas me ha llevado encontrar un letrero en el que se lea la palabra: Salida de Emergencia. No porque me haya perdido, en todo caso porque nunca me he encontrado; ni conmigo ni sin ti. Despistado resulta más adecuado. Decenas de páginas escritas tras un trasfondo de besos en blanco y caricias mudas de espanto. Los temas tratados han sido diversos, variados, colapsados y convertidos en un montón de escombros que intentan hacer sombra a mi propio pasado. Enterrando viejos mitos y rescatando antiguos relatos, cualquier método es válido para saber cual es el puesto que me corresponde en esta locura plagada de gente.

La respuesta ha sido más simple de lo que pensaba. Al principio, me desesperaba mientras cientos de pies caminaban por lo que parecía tierra firme. Los míos, sin embargo, me han conducido por veredas inesperadas. Rebosantes de espinas algunas, otras con el anagrama de una vida sencilla y unas pocas con sonrisas ligeras como mariposas. Incluso días del calendario, en los que se supone me debía vestir con la mejor de mis camisas y recordar fechas señaladas por una mano que no reconocía en muchos de los casos, no me he presentado dejando a mi propia sombra de lado. Soñando con besos lejanos guardando un futuro no muy lejano, un futuro de bailes de edredón y escribas de intentan evitar que sus letras se quemen en las cacerolas puestas sobre los fuegos alimentados por sus propios llantos. Un drama repleto de conquistas de medio pelo, de fugas inesperadas mientras todo el mundo te está viendo, de llantos sin venir a cuento y de risas falsas que servidas como postres de una velada sentenciada porque ninguno de los comensales necesitaba saber que estaba escrito en aquella carta.

De esta manera, sumamente extraña, me parecía que nunca encontraría mi lugar. Tardé en darme cuenta que no es necesario ni buscar ni encontrar nada, que mi lugar, aunque no me lo crea, ya no está junto a tu lado, ni al mío, ni al de ningún otro que no se atreva a soñar; mientras el resto de la humanidad se esfuerza por dominar unas fuerzas que les obligan a no ser como ellos quisieran. De todas formas, lo único que me preocupa de verdad es que mi estilográfica no logre hallar una simple hoja en blanco en donde poder continuar relatando todas estas historias que parecen no tener un final de almohadas y sábanas sin sueños de amaneceres en los que no veas llorar.

4 comentarios:

Te susurraré... dijo...

Caminar por tierra firme da siempre una falsa sensación de seguridad pero en la vida lo importante de verdad es siempre trazar tu propio camino.
Besos.
(Magistral, como siempre)

Juancho dijo...

Cierto, aunque a veces de la sensación de caminar sobre arenas movedizas...

¡Besos!

Ynher dijo...

A veces tardamos tanto en darnos cuenta lo que está ne frente de nosotros, qu e debemos de tener la fuerza de soñar cada momento y aún más la fuerza para hacer realidad esos sueños.
Y cierto, a veces el papel y la pluma o a veces hasta el teclado son los que están ahí para que dejemo atrás lo que nos preocupa.
Un abrazo y un saludo por allá.
PF

Juancho dijo...

Muchos tardan toda una vida en saber dónde está su lugar, algunos incluso no lo averiguan nunca. Pienso que buscan en los lugares equivocados o están demasiado ocupados para darse cuenta...

¡Un abrazo Poeta Frustrado!