lunes, 29 de agosto de 2011

La Tinta, el Tintero y... el Embate

Tras dos semanas de inactividad me paro, respiro, pienso y sonrío – o al menos lo intento.

De vuelta a la carga, La rutina diaria a dos días de las vacaciones resulta insoportable. Mientras, el que suscribe se ha retirado del mundo. Angustiado, en parte, por no salir de un pozo en el que se ha metido sin mediar palabra con nadie. Dios mediante.

Le resulta doloroso el simple hecho de pensar en todo lo malo que cree que le ocurre. Cuentos inventados, leña en un fuego tan abrasador y tan blanco como lo es el llanto. En ningún momento nadie le ha señalado con el dedo demostrándole que todo lo que le da miedo es cierto.

Y sin embargo, aquí está. A rebosar de miedo, aturdido por unas risas humillantes cuyo nivel de voz no es más alto que el del silencio.

¿En qué momento perdió el control de sus sentimientos? ¿Cuándo dejó que sus miedos se transformasen en una realidad que nadie más es capaz de ver?

En cualquier caso, llevar puesta una careta cuando lo único que quieres hacer es llorar para demostrarte que aún posees sentimientos, no es una buena idea.

Al cabo de un tiempo, si la careta se funde con tu piel y tus sueños, los sentimientos se vuelven fríos como el acero...

De acuerdo, me paro, respiro, pienso y sonrío – o al menos lo intento.

2 comentarios:

Inocencia prohibida dijo...

El miedo al fracaso, la presión de la sociedad y la competitividad de esta hace que en parte todos llevemos una careta puesta para no mostrar nuestra debilidades. Pararse, respirar, pensar y sonreír o al menos intentarlo es una buena manera de hacernos fuerte y de recordar quienes somos.

Muchos besitos ;-)

Juancho dijo...

Yo ya estoy cansado de tanta careta y tanto aparentar, la verdad. :P

¡Un beso!