domingo, 30 de diciembre de 2012

La Tinta, El Tintero y... el Recuento

El fin de año se acerca y es hora de evaluar los 365 días que hemos dejado atrás (muy típico ¿verdad?). Pero parece que está en nuestra naturaleza echar un vistazo al calendario y ver aquello que hemos ganado o perdido, aquello que nos ha sorprendido o decepcionado o simplemente recordar momentos vividos, tanto buenos como malos.

¿Por dónde empiezo?

Venga, primero me quitaré lo fácil de encima. Sobre amores y demás no tengo mucho que aportar, aunque parezca mentira (o no) soy de esas personas que vive en su mundo, ajeno a cualquier señal intencionada o no con respecto al amor. Digamos que podría considerarme un poco torpe en este aspecto, aunque no me preocupa en absoluto. Las pocas veces que he saltado al ruedo, lo he hecho tarde o mal y las consecuencias no se han hecho esperar, sin embargo, nadie es perfecto.

Sobre los amigos puedo decir sin miedo que estoy al lado de gente que merece la pena y a mi lado permanecen aquellos para los cuales yo merezco la pena. Con nuestras manías y virtudes, que si no sería muy aburrido todo. Tanto físicos como virtuales, en unas cuantas décadas el mundo ha cambiado lo suficiente como para conocer personas del otro extremo del mundo. En todo un año he conocido a gente que no merecía una segunda oportunidad, otros que son pura fachada y a unos pocos que me han sorprendido por ser personas absolutamente maravillosas. Vamos, nada nuevo bajo el Sol.

Le llega el turno al trabajo – bendito o maldito, según se mire. De momento no he cambiado, continúo en el mismo puesto que hace exactamente un año. El tema sobre el que todo el mundo habla y corren ríos de tinta y palabras es la Crisis, tan famosa como la Peste Negra, y que a muchos nos afecta de forma directa o indirecta. Sin embargo, no voy a hablar sobre ello. Mi experiencia en asuntos económicos o políticos está tan manipulada como la de cualquier persona que lea los periódicos, vea las noticias o se meta de lleno en cualquier página de Internet en busca de información. Tan sólo diré que, al afectarme tanto como al resto, estoy dándole vueltas a un posible cambio. Más bien serían dos, el primero impuesto (de patitas en la calle) y el segundo propuesto (estudiar una carrera, un curso o lo que sea para lograr romper el círculo vicioso en el que me encuentro).

¿Y la familia? Bien, gracias.

Como habréis podido observar, mi nivel de entradas ha decaído mucho en los últimos meses. No tanto por no tener tiempo como por no tener inspiración. Los últimos seis meses han sido una lucha cuasi-continua tratando de encontrar esa chispa, esa motivación. Durante esta búsqueda me he dejado cantidad de historias por el camino y no pocas oportunidades ofrecidas. Me he sentido horriblemente mal conmigo mismo por no tener la suficiente disciplina ni coraje para centrarme y ponerme de una vez por todas con esto de la escritura. He inventado miles de excusas y he aprovechado cualquier momento para salir huyendo hacia ninguna parte. Al menos, me he dado cuenta – que ya sabéis que más vale tarde que nunca. – de todo esto y poco a poco voy cogiendo el ritmo de nuevo. Esta vez intentaré no dejarme llevar por la emoción, ni me quemaré con auto-exigencias impuestas. Escribiré siguiendo unas pautas simples, pero sobre todo escribiré porque me gusta y porque me siento feliz haciéndolo. ¿Los resultados? Ahora mismo no me preocupo por ellos.

Por último, (que ya va siendo hora) los nuevos retos que me esperan este año, a parte de sobrevivir en mi trabajo, consisten en aplicar esas mismas simples pautas para la escritura en mi vida diaria. Pues no sé si habréis adivinado mi principal defecto: soy el perfecto PROCRASTINADOR. Que esto de la imaginación está muy bien, pero cuando se transforma en un salvoconducto para eludir las pocas responsabilidades que tengo resulta más bien una maldición que me persigue allá a donde voy y se encarga de destruir todo aquello por lo que merece la pena luchar.

¿Más propuestas? Nada, mejor lo simple, lo que pueda cambiar sin fijarme metas heroicas ni imposibles porque los mejores viajes son los que se realizan paso a paso.

Si has llegado hasta aquí te invitaría a un té con cookies pero como no va a poder ser, eres libre de auto-invitarte cuando quieras.

Feliz año nuevo y recordad, atragantarse con las uvas está pasado de moda.

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