viernes, 7 de agosto de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Juez

Entre las grietas del mundo me muevo, deslizo mis pensamientos, acaricio con mis dedos sombras que se filtran entre claroscuros. No miro al suelo como tampoco lo hago al cielo. Buscando rastros de una vida sin sueños he alcanzado los límites del universo. En mi camino me crucé con cientos de vidas metidas en sus correspondientes burbujas, pisé por aquellos páramos en donde sólo los locos escriben poesía sobre piedras para abandonarlas en las cunetas de cualquier corazón. 

Intercambié palabras, historias inventadas, con hombres y mujeres cuyo único propósito fue la ambición, el dinero, ganándose un sitio en lo más hondo de la desesperación. Como también con tinieblas que se abandonaron a la más pura sin razón, dentro de sus mundos fantásticos, cubiertos por el manto de la guerra, de la magia, y de tantas otros cuentos que jamás supieron quien les observaba al otro lado del espejo.

Vi romperse corazones que aparentaban ser más duros que el propio hielo, con sus gritos y aullidos paralizaron civilizaciones enteras. He reído cuando debería llorar y no he derramado una sola lágrima al notar como mi alma estallaba en mil pedazos. Luché por causas perdidas y mi imaginación me traicionó construyendo quimeras en jardines donde su sólo encontrás rosas de cristal.

Puede que te esté mintiendo, puede mis sentimientos, guardados bajo llave, no dejen nunca de golpear las paredes de su encierro. Tal vez no sea mas que un juglar con ganas de cantar proezas que alguna vez alguien tuvo el valor de realizar. Pero después de tanto dar vueltas sin parar, he de reconocer que si alguna vez he de morir, le pediré al verdugo que me ahorque con tu cabello... como último deseo y nada más.

2 comentarios:

Padrino dijo...

Si mueres dejarías para siempre
de ver esas Mejillas Sonrojadas.
Las de ella digo......
Saludos compañero.

Juancho dijo...

El problema es... ¿y si no dejo de verlas? :P

Un abrazo, compañero.