lunes, 23 de agosto de 2010

La Tinta, el Tintero y... el Bufón

Algunos días me da por pensar, esto de llevar un blog en donde se supone que mezclo realidad con ficción, sentimiento con imaginación, es una tarea más difícil de lo que muchos os podéis imaginar.

El principal problema es que se me acaban las ideas y llega el momento en el que no sé muy bien de que hablar. Porque mi vida es como la de todos los demás. Trabajo, persigo sueños, más trabajo, me enamoro y me dejo de enamorar. Días en los que me apetece ver a todo el mundo y semanas enteras en las que hasta mi propia sombra me parece multitud.

Sin ir más lejos, llevo una temporada que, salvo quedar con un par de amigos no me apetece ver a absolutamente nadie más. ¿La razón? Ni idea. Tal vez esto de estar tardes y tardes en casa escribiendo influyen lo suyo. O puede que no tenga muchas ganas de salir por ahí a pasear mis desventuras y aventuras con lo demás. No me he parado a pensarlo ni lo voy a hacer, la verdad.

Con esto no os penséis que quiero convertirme en un ermitaño o en un lobo solitario. No doy de lado a amistad alguna que quiera charlar un rato, no estoy para actos suicidas tan sumamente simplistas. Soy de los que si alguien se quiere desahogar puede contar conmigo, aunque si se quiere emborrachar, se lo agradezco todavía más porque de penas ya está lleno el mundo y si pasamos de llorar nadie lo va a notar.

Entre idas y venidas, como ya he dicho en más de una ocasión, nada me sabe, ni me sale igual. He acumulado demasiado escepticismo, demasiada incredulidad en según que temas como para creer en mis propias historias de amor... A lo mejor cambio el rumbo de este blog, quien sabe, si añado más incógnitas a esa dichosa ecuación tal vez saque algo en claro... O al menos algo más que el querer y no desear que estés a mi lado.

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