domingo, 28 de abril de 2013

La Tinta, el Tintero y... la Pericia

¿Otro mes más? ¿Cuántos van? Buf, tengo la impresión de que se han acumulado más de la cuenta. Sin saber muy bien por qué me retirado de este pequeño mundo. El ritmo de las entradas ha bajado de ritmo y ahora casi ni publico, pero como suele decirse: «Mala hierba nunca muere.»

Durante estos meses me he preguntado la razón de este comportamiento. La respuesta ha sido muy simple: me dejé llevar. Así, tal cual, el tiempo transcurría y yo me veía cada vez más metido en esa monotonía que todo lo arrasa, que todo lo destruye. Del trabajo a casa y de casa al trabajo.

[ Sí, se supone que tengo que dar gracias por conservar mi puesto de trabajo al cielo, a los santos y a la santa madre que parió a todos y cada uno de los desgraciados que han provocado todo esto. Sin olvidarme mentar al resto que se aprovecha de la situación. Sin embargo, me cuesta horrores agradecerles que mi vida sea aún más estresante. No voy a entretenerme mucho en esto, puede que en una de estas me atreva a escribir mi opinión al respecto. ]

El caso, cuando llegaba a casa, la motivación desaparecía. Ni pizca de ganas tenía de sentarme a escribir y mira que tengo la cabeza llena de pájaros. La único que conseguía era quemar mi tiempo y «llorarle a mis pobres diarios» (que ya están más que hartos).

Otra de las razones que me han llevado a este punto es que, aunque parezca mentira, necesito un cambio. Si no me equivoco, he hablado mucho sobre esto. No sé si conmigo mismo, aquí en este mismo blog o donde. Un cambio porque sí, porque odio estar estancado durante mucho tiempo y el blog me olía un poco a moho, a cerrado. He estado repasando entradas. Algunas me gustan más que otras pero me parece que ha llegado el momento de cerrar el ciclo en el que mis ensoñaciones sentimentales me llevaban de la mano. La melancolía por ese beso que nunca me dieron ha dejado paso a unas extrañas ganas de escribir sin más. ¿Madurez? Pse, no lo creo, nunca he sido demasiado maduro para los estándares sociales actuales. Sencillamente es cansancio puro y duro (y también que poco me queda de esas historias en la recámara, para que os voy a mentir).

Como está claro que lamentarse no sirve de absolutamente nada, apretaré el botón de [RESET] sin pensármelo dos veces. Con lo cual, vamos a allá.

En 3... 2... 1...

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