domingo, 22 de septiembre de 2013

La Tinta, el Tintero y... La Bocanada

Me asomo un instante y ante mí se descubre una pendiente por la que se dejan caer mis pensamientos (que no son pocos). Algunos días tengo miedo y me alejo temblando, otros, en cambio, me quedo mirando el fondo esperando que algo o alguien rompa la lejana oscuridad.

Durante estos días me he hecho muchas preguntas sobre cómo es posible que en mi trabajo estemos llegando a los extremos del absurdo. Porque cada día se parece más al chiste de la regata, un único remero y once gerentes/supervisores/auditores. Todos quejándose por los pobres resultados obtenidos en la carrera y el mal desempeño del único trabajador. Eso sí, cuando se trata de justificarse, ellos son los primeros en poner sobre la mesa un extenso documento en donde detallan con puntos y comas la excelencia de su trabajo. Estoy un poco harto, la verdad, aquí todo el mundo quiere que su compañía se equipare a las grandes pero trabajando como Pepe Gotera y Otilio. Ser un profesional se queda en el papel y el resto se convierte en una carrera para ver quién amenaza más, quién presiona más y quién se pone la medalla al “Gestor que no tiene ni idea de lo que está gestionando”.

El cuento de que todo el mundo está fatal y de arrimar el hombro para salir adelante se está agotando. En especial porque está fatal para unos pocos y eso de arrimar el hombro, mejor que lo arrimen otros que yo ya tengo bastante con lo mío.

Llevo once años trabajando en el mundo de la informática y he llegado a la conclusión de que se ha convertido en el estercolero del mundo laboral. Grupos de gente que realmente quiere hacer las cosas bien se mezcla con otros a los que no les importa absolutamente nada (y en ciertos casos aborrece la informática) pero que llegaron de rebote porque era el único lugar en donde podían encontrar trabajo. Si a esto le unimos la nueva/vieja moda de ascender o colocar a jefes que no tienen ni idea de lo que se cuece, el cóctel resultante apesta. Horas realizando chapuzas sin sentido porque muy pocos aprecian el valor de sentarse a pensar y organizar el trabajo, es mucho más productivo presionar y amenazarte con el despido “Porque ya sabes que detrás de ti hay gente haciendo cola para tu puesto de trabajo”.

Muchos me recomiendan paciencia, respirar hondo y tratar de ser más positivo y no les falta razón. Últimamente me cuesta ver la luz al final de un túnel que se ha alargado demasiado ya y puede que no esté haciendo otra cosa que dejarme llevar por la desesperación.

Ahm, por cierto. Estoy pensando en girar un poco el timón del blog y puede que las próximas entradas sean meras descripciones de lo que veo a diario. Por tratar de machacarme un poco en un tema que tengo algo oxidado: la imagen, la escena, la tengo en mi cabeza pero cuando me pongo con ella me cuesta horrores organizarla y escribirla.

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