miércoles, 20 de agosto de 2008

La Tinta, el Tintero y... la Horquilla

Supongo que es hora de confesarse, ahora que todo pasó, que todo terminó. Todas nuestras farsas quedaron al descubierto en el preciso momento en el que decidimos descubrir los ases que guardábamos en la manga. Cuando tú vistes los míos y yo vi los tuyos quedó claro que no estábamos jugando al mismo juego. Mientras yo perseguía sueños imposibles tú preferías perseguir todo aquello con lo que nos están bombardeando continuamente: ropa, amantes, coches... sin importar a cuántos pisabas durante tu cacería particular.

No hubo lágrimas, no hubo palabras de despedida, no hubo nada... simplemente se terminó, como quien lee un buen libro, lo cierra y lo deja de nuevo donde lo encontró. Sin más - ni menos -, y cada cual siguió su propio camino esperando ver o realizar sus propios deseos. Un día me desperté, como siempre todos mis libros, todas mis películas, todos mis trastos me dieron los buenos días... y no fue tan malo como yo esperaba, pensé que echaría de menos tus pases en ropa interior, tus manías o tus desplantes... pero no, no los eché de menos.

Conecté la música, mi eterna banda sonora, la que siempre llevo conectada a todas horas y de la que nunca me he cansado de escuchar. Sin darme cuenta me encuentro en la ducha, momentos después afeitándome, a los pocos minutos... me veo recogiendo, ordenado, organizando y esto me resulta bastante curioso por la sencilla razón de que yo vivo en un caos semi etiquetado. - Cosas que pasan - me digo a mí mismo en un intento de auto convencerme pero pienso que lo estoy haciendo deliberadamente, como si fuera una venganza interna, un: mira de lo que soy capaz de hacer si tú no estas a mi lado.

Pero no todo iba a ser malo, entre trastos acabo de encontrar cantidad de historias de las que me había olvidado, que había desechado y estaban allí, siempre han estado, acumulando polvo. Me tiro horas y horas leyendo, analizando, inventando, imaginando y en cada una de ellas estoy yo, como protagonista de una obra de teatro en la cual no quiero participar pero que de algún modo me siento atraído, fascinado e irremediablemente enganchado. Historias de terror, de aventuras, de amor, cuentos de leyenda que la gente dio de lado en favor de una vida tranquila, sosegada... cuadriculada.

¡Vaya! Menuda sorpresa... buf, que de mierda tiene este cajón, bastante normal, hace años que no lo abro. Me pregunto que guardaba aquí. Lo abro, y las veo: unas cuantas réplicas, un uniforme desgastado, una mochila hidrante, rodilleras y coderas, cargadores, utensilios de limpieza. Con sumo cuidado abro una de las bolsas de transporte y sopeso mi fiel réplica de un revólver de 8mm, calibro la mira, abro el tambor, cargo, amartillo, apunto... ¡BLAM! El estruendo de la detonación del gas resuena en toda la habitación y el pequeño proyectil de PVC se incrusta con violencia en un antiguo CD que salta por los aires hecho pedazos.

Cuántos trastos, cuánto tiempo, cuántas historias y todos ellos convertidos en jirones destrozados por la simple acción de un corazón mal entrenado.

martes, 12 de agosto de 2008

La Tinta, el Tintero y... el Corazón

Ha pasado algún tiempo, más de lo necesario. Ahora te encuentras en un callejón sin salida. No pasa nada, tranquila, mira que te lo advertí (mos) pero no nos quisiste escuchar. Es o era, poco importa ya, el amor de tu vida, aquel hueco que todos intentamos llenar de un modo u otro. Todos éramos felices y a ti se te veía especialmente radiante. Risas, copas de más, tardes interminables... todos aquellos momentos maravillosos, ¿te acuerdas? No importaba nada, ni los horarios del trabajo, ni aguantar al pesado de tu jefe, ni los compañeros gilipollas, nada, el mundo te pertenecía y el tiempo también.

Aún recuerdas cuando le conociste ¿cierto? Más guapo, más alto, más de todo y te robó el corazón en un suspiro, en un guiño, en una caria... en un beso. Supongo que debe de ser normal, cuando amas y te aman, algún día experimentaré esa sensación, te lo prometo pero no viene al caso. Lo que realmente nos empezó a preocupar fue el momento en que un día apareciste llorando, nos dijiste que habíais discutido, al principio todos nos volcamos contigo - con los dos - intentando solucionar el pequeño bache, pero fue en vano, no por nada en especial si no porque los dos teníais un carácter muy fuerte, muy tozudos y bueno, son cosas que pasan en la pareja. Las aguas volvieron a su cauce y de nuevo todos tan contentos... que ilusos, especialmente tú.

Con cada día que pasaba te dabas cuenta de que algo fallaba, algo no encajaba, tal vez era su desarrollado sentido de la 'hombría', sus pequeños detalles misóginos, sus desprecios y su poca paciencia con errores tan absurdos como divertidos. Como caminar por la niebla, no estas seguro de por donde vas, ni qué es lo que hay a tu alrededor, ni cual es el final del camino... ni qué es lo que te vas a encontrar, simplemente estas atrapado y no puedes salir, ya no, tuviste una oportunidad pero como el amor es ciego no viste dónde te metías. Y como viene siendo habitual... ya es demasiado tarde.

Te acostumbraste demasiado rápido a sus insultos, a sus amenazas, las veías tan cotidianas que ya daba lo mismo. Cada día, cada noche, a todas horas, eras tú la única culpable; lo que más nos jodía es que encima tú te lo has llegado a creer. Realmente piensas que tú tienes la culpa y como culpable tienes que encontrar un remedio, no puedes permitir que la relación con el hombre tu vida se haya ido directa por el desagüe por tus estupideces. Serás mejor mujer, mejor persona, intentarás hacerlo todo bien... que gran falacia, que vida llena de mentiras. ¿Acaso no te das cuenta? ¿En qué momento has perdido el rumbo? ¿Por qué no confías una vez más en nosotros como antaño hiciste? No estamos contra ti sino contra él, sabemos de sobra que es una tortura, que está acabando contigo poco a poco - sino lo ha hecho ya - y no quieres escuchar... porque le amas.

Tus ojeras van en aumento, de aquella mirada alegre ya no queda rastro alguno. Aún sigues con él, con ese maníaco que gracias a ti ha descubierto su verdadero rostro, gracias a ti a conseguido algo que ni toda la medicación del mundo hubiera logrado: no sentirse culpable, es más, ahora se siente satisfecho en la cima del mundo, como nosotros hace tiempo. El precio que has pagado - y que aún continuas pagando - es alto, demasiado alto. Resulta lamentable ver como a pesar de todos nuestros esfuerzos ahora tienes que pedir permiso para ir a visitarnos, dios, después de todo lo que hemos vivido, por lo que hemos pasado... y tenemos que suplicar para vernos.

Las pesadillas son mucho más crueles cuando son en vida, cuando no queremos ver, ni queremos poner remedio. Lo malo, lo realmente malo es que a pesar de todo tú te sigues creyendo culpable de todo. Lo lamentable, lo realmente lamentable es que no podemos ayudarte, no quieres, y la última vez que lo intentamos tuve que cruzar algo más que palabras con ese tío mierda... pero los platos rotos los pagaste tú otra vez. Nos sentimos algo impotentes viendo como tú vida se ha convertido en el blanco de las frustraciones de una persona cuya vida no vale absolutamente nada. Maldito niño frustrado con la vida, me gustaría que algún día todo se volviese en su contra... y ver como se lanza desde cualquier sucia ventana, contaría los segundos que tarda y te juro que comería palomitas mientras le veo como se aplasta contra el suelo. De momento, no tenemos esa suerte, creo que nunca la tendremos.

En estos momentos, alguien se esta ganando la entrada al cielo pero te aseguro que nosotros... NO.

lunes, 4 de agosto de 2008

La Titna, el Tintero y... la Negación

Renuncio a todo, todo lo que me rodea, todo lo que escucho y digo, todos mis estúpidos trastos... a todo. Me quiero perder entre las nubes para buscar rayos de esperanza. Pienso esto mientras sudo como si fuera un grifo abierto en el gimnasio, es lo que implica el intentar no perder el ritmo para cuando llegue la nueva temporada de Aikido. Últimamente me estoy dando cuenta que vivo cabeza abajo o que los demás viven del revés, no sé, tengo que aclararme con ese concepto.

Siempre me ha divertido mucho ver la cara de la gente cuando les digo lo que practico, lo que leo, lo que escribo, lo que me divierte o lo que me saca de quicio. Bueno, salvo mis amigos claro está que ellos ya me conocen y no les sorprende en absoluto - es más me suelen animar a que sigua adelante con todas mis fricadas.

La última de ellas: comprarme varios libros sobre supuestas sectas, supuestos mitos, supuesta magia negra... supuestas tonterías. Y es que me supera, no puedo luchar contra eso, una voz en mi interior siempre me susurra que me los lea, que investigue, que indague en ese mundillo - y cuando no, sobre temas de historia, temas militares y un largo etcétera -, al menos le doy gracias al cielo que dicha vocecilla no me diga que queme cosas, que mate a gente, que robe en tiendas o psicopatías de tal calibre. Si existe algo que me guste más que leer esos asuntos es hablar de ellos, hablar hasta que se seque mi lengua y probar con nuevos alicientes que pueden ser desde más libros, más juegos, más estrategias y más tácticas hasta no hacer nada e inventarme cuentos e historias que giren alrededor de esos temas.

En estos momentos creo que podría realizar cualquier estupidez, únicamente por divertirme, por sentir como sería, nada más pero el sol aprieta duro y busco refugio como cualquier hijo de vecino. Así puedo imaginarte, pasando el mismo calor que yo, mientras te busco por los sofás de tu salón, aplastada sobre los cojines, sin ninguna gana de moverte, mientras yo juego con las gotas de sudor que se pierden por tu piel, sin ningún destino claro. Me aburro, estas horas son infernales y tengo que matar el tiempo, contigo o sin ti. Con lo cual, te digo, vete preparando porque tengo sed y lo único que tengo a mano en estos momentos son las curvas de tu cuerpo.

Si quieres luego veremos una película, daremos un paseo o quedarnos aplatanados aquí en tu cuarto, me da lo mismo. Tú decides que ya te he dado suficiente la murga por hoy. Además no quiero volver a casa, a soportar de nuevo la presión de una vida normal, no me quiero agobiar de nuevo, estoy muy bien ahora. Al menos tú te diviertes con mis historias, quién me lo iba a decir a mí ¿eh? Que podríamos tirarnos tardes enteras mirándonos a los ojos, hablando por los codos o jugar a encontrarnos, a rozarnos, a besarnos. Siempre creí que ese brillo que tienen tus ojos se debía a que nunca encontraste a nadie especial, a nadie que te hiciera reír o que te hiciera llorar... aunque lo que estabas realmente buscando era una persona con la que pudieras hablar, no importa el tema, simplemente charlar... en quien confiar.

Y es que a veces, cuando te miro a los ojos... simplemente me pierdo y entonces no existe nada más.