domingo, 30 de diciembre de 2012

La Tinta, El Tintero y... el Recuento

El fin de año se acerca y es hora de evaluar los 365 días que hemos dejado atrás (muy típico ¿verdad?). Pero parece que está en nuestra naturaleza echar un vistazo al calendario y ver aquello que hemos ganado o perdido, aquello que nos ha sorprendido o decepcionado o simplemente recordar momentos vividos, tanto buenos como malos.

¿Por dónde empiezo?

Venga, primero me quitaré lo fácil de encima. Sobre amores y demás no tengo mucho que aportar, aunque parezca mentira (o no) soy de esas personas que vive en su mundo, ajeno a cualquier señal intencionada o no con respecto al amor. Digamos que podría considerarme un poco torpe en este aspecto, aunque no me preocupa en absoluto. Las pocas veces que he saltado al ruedo, lo he hecho tarde o mal y las consecuencias no se han hecho esperar, sin embargo, nadie es perfecto.

Sobre los amigos puedo decir sin miedo que estoy al lado de gente que merece la pena y a mi lado permanecen aquellos para los cuales yo merezco la pena. Con nuestras manías y virtudes, que si no sería muy aburrido todo. Tanto físicos como virtuales, en unas cuantas décadas el mundo ha cambiado lo suficiente como para conocer personas del otro extremo del mundo. En todo un año he conocido a gente que no merecía una segunda oportunidad, otros que son pura fachada y a unos pocos que me han sorprendido por ser personas absolutamente maravillosas. Vamos, nada nuevo bajo el Sol.

Le llega el turno al trabajo – bendito o maldito, según se mire. De momento no he cambiado, continúo en el mismo puesto que hace exactamente un año. El tema sobre el que todo el mundo habla y corren ríos de tinta y palabras es la Crisis, tan famosa como la Peste Negra, y que a muchos nos afecta de forma directa o indirecta. Sin embargo, no voy a hablar sobre ello. Mi experiencia en asuntos económicos o políticos está tan manipulada como la de cualquier persona que lea los periódicos, vea las noticias o se meta de lleno en cualquier página de Internet en busca de información. Tan sólo diré que, al afectarme tanto como al resto, estoy dándole vueltas a un posible cambio. Más bien serían dos, el primero impuesto (de patitas en la calle) y el segundo propuesto (estudiar una carrera, un curso o lo que sea para lograr romper el círculo vicioso en el que me encuentro).

¿Y la familia? Bien, gracias.

Como habréis podido observar, mi nivel de entradas ha decaído mucho en los últimos meses. No tanto por no tener tiempo como por no tener inspiración. Los últimos seis meses han sido una lucha cuasi-continua tratando de encontrar esa chispa, esa motivación. Durante esta búsqueda me he dejado cantidad de historias por el camino y no pocas oportunidades ofrecidas. Me he sentido horriblemente mal conmigo mismo por no tener la suficiente disciplina ni coraje para centrarme y ponerme de una vez por todas con esto de la escritura. He inventado miles de excusas y he aprovechado cualquier momento para salir huyendo hacia ninguna parte. Al menos, me he dado cuenta – que ya sabéis que más vale tarde que nunca. – de todo esto y poco a poco voy cogiendo el ritmo de nuevo. Esta vez intentaré no dejarme llevar por la emoción, ni me quemaré con auto-exigencias impuestas. Escribiré siguiendo unas pautas simples, pero sobre todo escribiré porque me gusta y porque me siento feliz haciéndolo. ¿Los resultados? Ahora mismo no me preocupo por ellos.

Por último, (que ya va siendo hora) los nuevos retos que me esperan este año, a parte de sobrevivir en mi trabajo, consisten en aplicar esas mismas simples pautas para la escritura en mi vida diaria. Pues no sé si habréis adivinado mi principal defecto: soy el perfecto PROCRASTINADOR. Que esto de la imaginación está muy bien, pero cuando se transforma en un salvoconducto para eludir las pocas responsabilidades que tengo resulta más bien una maldición que me persigue allá a donde voy y se encarga de destruir todo aquello por lo que merece la pena luchar.

¿Más propuestas? Nada, mejor lo simple, lo que pueda cambiar sin fijarme metas heroicas ni imposibles porque los mejores viajes son los que se realizan paso a paso.

Si has llegado hasta aquí te invitaría a un té con cookies pero como no va a poder ser, eres libre de auto-invitarte cuando quieras.

Feliz año nuevo y recordad, atragantarse con las uvas está pasado de moda.

lunes, 17 de diciembre de 2012

La Tinta, el Tintero... y el Consejo

¿Sobre que iba a tratar esta entrada? Esta pregunta ha rondado mi cabeza todo el fin de semana. La respuesta, para ser sinceros, no ha resultado fácil. Acostumbrado como estoy a soñar directamente sobre el papel, tratar de poner orden a mis ideas es, por así decirlo, complejo. Mi pensamiento salta de un lado para otro con una facilidad pasmosa y cuando trato de echarle el guante resulta que ni es lo que quería ni es precisamente lo que necesitaba.

Aunque en esta ocasión no voy a escribir sobre mis penas ni sobre mis paranoias. Hoy toca compartir unos consejos que me pasó un amigo y que, de momento, me están resultando la mar de útiles.

El autor de dichos consejos es Henry Miller (1891 – 1980).
  1. Trabaja en un sólo proyecto a la vez hasta que lo termines.
  2. No comiences más proyectos, no añadas más material a proyectos acabados.
  3. No estés nervioso. Trabaja con calma, con alegría y no seas imprudente con lo que te traes entre manos.
  4. Trabaja de acuerdo a un Programa y no de acuerdo a tu humor. ¡Para en el momento adecuado!
  5. Cuando no puedas crear, puedes trabajar.
  6. Cimienta tus ideas un poco todos los días, en vez de añadir nuevos fertilizantes.
  7. ¡Se humano! Queda con amigos, visita lugares, bebe, si te da la gana.
  8. ¡No seas un caballo de tiro! Trabaja sólo por placer.
  9. Descarta el Programa cuando te dé la gana – pero vuelve sobre él mañana. Concéntrate. Afina. Excluye.
  10. Olvida los libros que quieres escribir. Piensa sólo en el libro que estás escribiendo.
  11. Escribe primero y siempre. Los amigos, el cine, la música, todo eso vendrá después.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Botella

Otro mes que pasa delante de mi casi sin parar. De los problemas en el mundo de sueño, he pasado a los problemas en el mundo de la vigilia. Y es que así no se puede estar. Trato de comprar tiempo al por mayor pero es un bien tan escaso que he de conformarme con lo poco que encuentro entre los cojines del sofá de mi salón.

Si me dieran a elegir, no dudaría ni un segundo en dar carpetazo al asunto. Sin embargo, y a pesar de todo el lastre que he tirado por la borda, continúo atado a los sin sabores de una vida atada a un despertador. Claro, quejarme no puedo (o no debo, según quien me lo diga) pero mira tú por donde estoy cansado de tanto comerme el estrés a cucharadas mientras otros viven del cuento.

En fin, podría tratar de ser interesante y contaros que he estado ausente porque mi vida es maravillosa, he triunfado y bla bla bla bla. Mentira y cochina. Son de esas temporadas que cuando llegas a casa comienza una carrera contra reloj para quitarte de la cabeza cualquier pensamiento relacionado con el trabajo. A veces lo consigo y otras no.

Entre tanto los días pasan volando y de cuando en cuando recuerdo que yo tengo un blog.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Posada

Resulta que voy a medio gas. Sin impacientarme continúo con mis quehaceres y ya estamos en Noviembre. En parte me he visto saturado por la situación, en parte he echado el freno porque me estaba imponiendo un ritmo frenético. Tanto en el trabajo como fuera de él.

Digamos que la burbuja creció tanto que explotó sin previo aviso. ¡Plaf! Y de buenas a primeras me vi tumbado en el sofá admirando el techo sin ganas de mover un dedo. Como si todo lo que te rodea te importase un carajo y sólo tuvieras ganas de que el día se pase sin más pretensión que la de meterte en la cama y destrozar el despertador cuando suene a las seis de la mañana.

Incluso las palabras huían despavoridas cuando trataba de escribir algo tan sencillo como el día a día que baila junto a mi.

Algo normal, supongo (espero), que después de tanto luchar contracorriente sea necesario un descanso. Porque es verdad que me siento cansado, un poco harto de tener que lidiar con la lotería que es ahora el trabajo (y cuando no es fiesta), un poco impotente de ver como las pocas ideas que tengo se disuelven en un vaso a rebosar de somnolencia y hastío. Y como, al sentarme a escribir, resulta que no tengo muchas ganas de soñar, pues se han encargado a conciencia de machacarme la cabeza con cientos de advertencias estúpidas sobre lo mal que pinta el futuro y sobre abarcar más responsabilidad para que otros puedan seguir viviendo como virreyes (porque si no, sabes que no puedo garantizar que sigas en tu puesto de trabajo ¿verdad?).

Un alto en el camino, un estar tumbado durante un pequeño instante para poder seguir hacia delante, es lo único que necesito. Respirar profundo y dejar que el resto del mundo siga su curso.

PS:A todo esto, a lo mejor cambio el diseño del blog porque yo lo valgo y por probar algo nuevo.

lunes, 15 de octubre de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Escenario

Pestañeo y me encuentro a Octubre llamando a la puerta. ¡Vaya! ¿Tanto tiempo ha pasado? Una manera muy curiosa de presentarse el Otoño, la verdad. Un poco más y me pilla aún con la toalla y el bañador puesto.

Los cambios de estación tienen un hueco reservado para algún que otro cambio. En mi caso, no haré una excepción. Reconozco haber estado un poco encerrado en mi mismo. Sin llegar a ser del todo malo ni del todo bueno, he rumiado planes nuevos, redibujado antiguos y mezclado (no agitado) algunas ideas en mi cabeza de chorlito.

El (maldito) día a día consume gran parte de mi tiempo y mis movimientos están limitados por las agujas de un reloj que actúa como un cepo. Cuando quiero darme cuenta, muchos de mis perfectos planes se han ido al traste. Algunos se han quedado olvidados en un cajón y otros han huido al notar que el barco se hunde.

Sin embargo, rendirme no es una opción. No seré tan bueno ni tendré la facilidad para seguir hacia adelante con mis sueños como tantos otros, pero aquí estoy ofreciendo todo lo que puedo: sonrisas que no llevan a ninguna parte. Largos silencios con mis pensamientos trabajando de puertas adentro y miradas que se pierden en busca de sombras que arrastra el viento.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Vela

Mis vacaciones han terminado. Tres semanas de descanso, tratar (y lograr) desconectar de la rutina diaria. De los sin sabores y los colores que ofrece una vida pre-programada. Ponerme al día y, por qué no, un poco de caligrafía.

Mis historias avanzan más deprisa de lo que me gustaría, pero no lo puedo evitar. He tenido momentos de euforia y momentos de abatimiento. Instantes en los que el tiempo no se detenía y otros en los que pestañeabas y era un nuevo día.

De entre todas las idas y venidas, he descubierto que, en algunas ocasiones, nado a contracorriente sin yo saberlo. Trato de imponer una coherencia a situaciones y personas que no merecen el esfuerzo. Acorralado por mis propios sentimientos, me he visto casi sin poder evitarlo. Pensando si el culpable era yo o el destino quien había puesto en mi mano una jugada que no interesaba.

Incluso me lancé al vacío sin contemplaciones, sin mirar hacia donde iba. Obsesionado por esa sonrisa que ni puñetero caso me hacía. Y tenían razón, maldita sea, toda la razón del mundo al advertirme que no existe un salvavidas para ese tipo de caídas.

Tras el tremendo batacazo, descubro con asombro que todo está en su sitio. Ningún hueso roto y el corazón un poco resquebrajado, a lo mejor me estoy acostumbrando. Me levanto, me sacudo el polvo y regreso por donde he venido.

jueves, 23 de agosto de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Presencia

La farsa ha llegado a su fin. El martillo de la realidad ha descargado toda su furia sobre mi en un último y desesperado intento por hacerme despertar.

Tras el golpe poco me queda ya. Rebusco en mis bolsillos y encuentro mis historias tristes hechas jirones de cuando aún era un ingenuo que pretendía amar.

Las lágrimas se secan formando puntas de lanza que me hieren cada vez que intento soñar.

Soñar con una sonrisa que me espera al regresar. Soñar con unas manos que calman mis temores. Soñar con unos labios que me dicen 'Te amo' y se dejan besar.

El camino se abre ante mi con la sombra de los árboles, el viento jugando entre los matorrales, el cantar de docenas de aves y una soledad eterna que tira de mi para que no me detenga y recuerde que una vez yo también podía soñar.

lunes, 6 de agosto de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Azar

De entre las brumas del tiempo, he regresado. Vale, mi regreso no es tan poético pero aquí estoy de nuevo.

Confieso que en estas semanas he querido perderme un poco. Sin vacaciones a la vista, llega un momento en el que desconectar se convierte en un objetivo primordial. Para mi significa zambullirme un rato en el agua. Ni me lo pienso. El agua de las duchas sale helada y a la carrera me tiro de cabeza antes de arrepentirme y darme la vuelta.

En el preciso momento en el que mi cabeza entra en el agua, todos mis problemas del día a día, todas esas tonterías que hierven en mi mente, se disuelven. Desparecen del mismo modo que se aferran a mi conciencia, sin venir a cuento.

Para completar la jornada, intento no ahogarme al tiempo que nado un poco. Cuando llega la hora de secarse, miro al cielo azul. La mira se queda fija en ese extraño manto que cubre nuestras cabeza.

Sé que estoy dejando un poco de lado algunos proyectos. A medio escribir me rondan (y a veces me gritan) algunos relatos. Pero siendo sincero ahora lo único que puedo hacer es leer. Mantengo viva la llama con mis amados libros de terror, de aventuras, de amor, de historia, de todo lo que sea.

En breve, volverá el momento de la disciplina. De sentarme de nuevo y dejar que mi imaginación escriba esos cuentos, que continúe proyectos y ponga en marcha la maquinaria de mis sueños.

lunes, 16 de julio de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Despertar

Una mudanza a medio acabar, o más bien por descubrir.

Lo principal, lo básico está en su sitio (o casi). Una buena cantidad de libros, el ordenador, las plumas y estilográficas. Una mesa aquí, un mueble allá. La cama y otros enseres indispensables ocupan su lugar.

Durante el primer traslado caí en la cuenta de muchos recuerdos que aguardaban en cajones olvidados. Al abrir cajas y armarios, muchos de ellos me sonreían y preguntaban “¡Eh! ¿Dónde habías estado?”. Con las mismas, recordé los momentos pasados y sonreí con ellos mientras pasaba páginas, leía cuentos o volvía a articular viejos muñecos.

Ahora me acompañan de nuevo, a la vista muchos de ellos, al alcance de la mano unos cuantos y otros vuelven a los cajones y alcobas a la espera de nuevo renacimiento.

Sin embargo, la historia no acaba aquí. Un par de días atrás recibí una llamada de mis padres. Habían finalizado la búsqueda que comencé hace un año. De nuevo, más recuerdos de tiempos casi olvidados. Muchos de ellos, con los inevitables signos del paso de los años, me esperaban cerrando filas con esmero.

En esta ocasión se mezclaron los sentimientos. Hubo de todo, algunos me recibieron con los brazos abiertos, otros se habían olvidado de mi por completo. Otro grupo me miraba de reojo sin querer saber nada de mi. Entre todos formaban un grupo de lo más vario pinto. Desde álbumes de cromos a 60 pesetas cada uno con todos sus cromos pasando antiguas video consolas que aún funcionaban con la misma fuerza de hace siglos hasta juguetes mutilados que aún temblaban de miedo cuando mis manos se posaban sobre ellos. Fotos y más fotos de momentos de los que casi ni me acuerdo. Hasta las escasas medallas ganadas tintineaban como aquel día que colgaban con orgullo de mi cuello, tras una jornada pintada a mano por esa gloria que tan rápido se esfuma cuando a penas tienes ocho años.

La panda, armando bulla, se fue metiendo uno a uno otra vez en cajas. Esta vez con la ilusión de un nuevo viaje, una nueva meta, una nueva casa.

lunes, 9 de julio de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Bostezo

Volvemos a estar en la cuerda floja.

A mi esto de las alturas ni lo llevo ni lo dejo de llevar. Siempre y cuando esté bien sujeto a algo. Lo malo es entrar en caída libre.

Esta sensación no me es del todo indiferente. Desde que comencé con esto de trabajar, la he vivido una docena de veces. La diferencia está en que, en esta ocasión, es como si el mundo se hubiera olvidado de mi (o no).

Llevo unos cuantos días sin escribir porque intento poner orden en mis pensamientos. Trato de localizar ese cabo suelto que logra, sin quererlo, que nada de todo esto tenga sentido. Se supone que deberíamos de estar cagados de miedo, corriendo de un lado a otro temerosos de la sombra que cierne sobre nuestras cabezas. Implorando una solución para unos problemas generados ex profeso.

Pues no, a mi alrededor todo es calma. ¿Y cómo voy a ser el único que pierda la cabeza? ¿Será que la mantengo fría (la cabeza) cuando el resto es presa del pánico? Puede que ocurra lo que ocurra, siempre acabo nadando contra corriente.

miércoles, 27 de junio de 2012

La Tinta, el Tintero y...la Lima

Si el tiempo se detuviese, podría imaginarme cientos de historias. Cada una de ellas con un comienzo incoherente y un final digno de cualquier demente. Pero no es así, resulta que avanza presto. A veces tan rápido que ni siquiera soy consciente de lo que estoy ganando o perdiendo.

Entrar en detalles resultaría superfluo.

Al igual que mi manía de recurrir al humor negro o cargar contra todo lo opuesto, casi no puedo evitar eso de soñar despierto. De escribir mi vida en cuadernos inconexos o de soñar que acaricio tu cuerpo en un olvidado trastero.

A todo esto, al observar la vida que me rodea me siento impulsado por callar o decirlo todo en un momento. Para mi no existe el término medio como tampoco existe esa alma gemela con quien compartir ese instante que tan sólo ella y yo viviremos.

En cualquier caso, resulta que estoy un poco cansado de ver como ese castillo de naipes se tambalea pero no cae. Permanece en pie con una increíble tozudez mientras a su alrededor todos aguardan para comenzar la rapiña y que el mundo siga con su eterno gira que gira.

lunes, 18 de junio de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Anilla

Al final, la burbuja explotó. Como tantas otras, sin pena ni gloria.

Dejando un sabor agridulce a victoria y derrota.

Mis sueños suelen acabar así, en una explosión multicolor que lo salpica todo con restos de sonrisas y noches mal dormidas.

Me siento como una pequeña mosca que ayuda a la araña a tejer la red mis propias penas en la que, tarde o temprano, caerá presa.

Las lágrimas hace tiempo que dejaron paso a gotas de fango demasiado espesas como para llegar a mis labios.

Otro día más, el Sol se pone y a mi ya no me quedan más ilusiones por arrancar y mantener la llama de las esperanzas que una vez llevaron su nombre.

miércoles, 6 de junio de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Casquillo

Vaya, tengo la sensación de que todo el mundo posee una excusa perfecta para no continuar. Mirando esas lucecitas de colores que no paran de brillar con divertidos colores. Resulta desesperante, que mientras dura el día a día, no pares de escuchar teorías absurdas y pensamientos que se empeñan en llegar a callejones sin salida.

Me encuentro apático. El trabajo se ha convertido en un sin sentido que dura ocho horas y media de lunes a viernes. Si tan sólo nos parásemos a pensar un poco en algo que no fuera el pan y el circo se podría conseguir mucho más de lo que tenemos entre las manos. Algunos lo llaman pensamiento crítico, otros pensamiento sin más.

Discusiones, más discusiones y trabajar sin más objetivo que pisar a los demás. Magnífico, ¿en qué momento me deje engañar? O a lo mejor no fue un engaño, si no yo el que busco mirar más allá.

Al tocar retirada, un tren aguarda y toca regresar a casa con la conciencia vacía, adornada con alguna que otra telaraña. Al menos me encargo de rellenar devorando cientos y cientos de páginas que relatan historias que nadie sobre la tierra vivirá.

Del resto, mejor ni hablar. Agarrándome a clavos ardiendo porque no tengo otras ocurrencias que pensar que eso de darte a conocer funciona en el MundoReal™. Siendo sincero, soy un bicho raro que nunca ha aprendido a volar. Ahora bien, eso no es motivo para dar un paso hacia atrás. Retroceder no es la opción, y mucho menos lamentarse por lo que pudo haber sido y ya nunca pasará.

¿Qué queréis que os diga? Es uno de esos días en los que la sonrisa se cae de los labios cuando uno se agacha para atarse los zapatos. Si la encuentras, hazme un favor y rómpela en mil pedazos. Esa ya no me sirve porque me estoy fabricando otra con retales de noches sin luna y reflejos del olor de la lluvia.

lunes, 28 de mayo de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Diana

Repetirlo una y otra vez. Los mismos errores, las mismas alegrías. De temores que nadie se libra y de instantes en los que lo darías todo por no cambiar de vida.

Calles vacías, sin signo alguno de alegría. Las únicas sombras que se mueven a la luz del día son aquellas que buscan sin descanso un lugar para morir tranquilas.

Algunos, en los tiempos que corren, reducen sus posibilidades a vencer o ser vencidos. Otros a acumular riquezas y posesiones a costa de innumerables vidas. Los más, se convierten en humo y cenizas para intentar llenar los huecos de existencias vacías.

Cada cual busca la forma de encontrarse en paz antes de que llegue la hora final.

Yo me deshago en lágrimas y risas. Cierro los ojos y no paro de imaginar, de luchar, de seguir adelante con mis esperanzas y mis pequeños proyectos repletos de aventuras.

«Un pasillo envuelto en penumbra. Mis pesadas botas llenan el aire con sus pisadas. Las paredes desconchadas y repletas de tumores mohosos parecen estrecharse con cada paso. El hedor es insoportable. La luz de mi linterna abre camino entre la malsana niebla mientras empuño un pesado revólver. Al fondo, una puerta de madera carcomida me espera. La madera se retuerce y agita, pequeñas astillas saltan disparadas. En el último instante, me lanzo a la carrera. La puerta estalla en mil pedazos y mis pesadillas toman forma de apéndices viscosos unidos a un horror repleto de bocas y ojos que en el mismo instante que se abren se pudren.

Sin pensarlo aprieto el gatillo. Una, dos, tres veces y continúo con mi frenética carrera. Los tentáculos se retraen y antes de desaparecer tras el umbral, la pesadilla lanza una risa sin vida me invita a continuar.
»

Guardo mi estilográfica, cierro mi cuaderno y ya tengo otra historia para soñar.

domingo, 20 de mayo de 2012

La Tinta, El Tintero y... la Tabla

Aquí estoy, un sábado noche y lo mejor que se me ocurre para matar el tiempo es escribir mientras escucho música.

Este fin de semana ha sido un poco agónico en cierto sentido. He tratado por todos los medios de llenar mi mente con cualquier cosa que tuviera a mi alcance. Aunque siendo sincero no lo he logrado.

El viernes terminó mal. Con una de esas miradas que ves reflejadas en el espejo y te dan ganas de salir corriendo porque sabes de sobra que su sombra te va a perseguir allá donde vayas. El mundo me parecía que iba a la velocidad de la luz mientras que yo caminaba y pensaba a paso de tortuga.

Al cerrar la puerta de mi casa caí en la cuenta de que me había despojado de mi conciencia y tenía menos de 48 horas para encontrarla o las consecuencias serían funestas. Aún no la he encontrado y estoy que me caigo de sueño. Puede que la haya dejado en el trabajo, metida en un cajón de mi armario o se encuentre dando saltos de alegría.

Último bostezo y va siendo hora de apagar el ordenador, mañana será otro día y si no la encuentro, se puede ir buscando a otro al que dar la tabarra porque yo estoy más que cansado de estar luchando en batallas olvidadas.

domingo, 13 de mayo de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Fervor

Intento escribir algo con coherencia, de verdad. El trabajo se me acumula y al terminar de escribir os juro que lo tiraría a la basura. Sin pensármelo dos veces.

A lo mejor es el calor, tantas historias pendientes, seguir con esa idea fija en la mente o, tal vez, esa imagen tuya que se niega a salir de mi retina.

Lamento no poder seguir el ritmo. Las ideas se evaporan incluso antes de romper el cascarón y las pocas que logro atrapar se convierten en polvo y son arrastradas por el viento. Son esas temporadas en las que no me importaría tumbarme en el césped y ver las carreras de nubes mientras quemo el tiempo del mismo modo que los cigarrillos se consumen entre mis dedos.

Sin embargo, el fuego que llevo dentro me empuja a no perder el tiempo. Esta vez no daré rienda suelta a mi temperamento. Tengo otros planes, entre los que no incluyo quedarme quieto. Lo que necesito es centrarme, mantener mi atención sobre un punto y tirar del hilo hasta donde me lleve. Paso a paso, respirando con libertad.

Y si la claridad no me ayuda a escribir historias frías y oscuras, entonces estudiaré otros caminos, abriré otras puertas o rebuscaré en esos cajones que durante tanto tiempo tenía olvidados.

martes, 1 de mayo de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Vía.

Buf, y sobre que escribo yo ahora.

Mantengo mi tónica y dejo vía libre a las noticias de actualidad. Esas que nos dicen que es necesario, es bueno vivir con miedo. Abandonarnos en manos de nuestros salvadores y aguardar a que los problemas se resuelvan por obra y gracia de...

En fin, no quiero enrollarme más con este tema. Ya se han escrito muchas páginas al respecto.

¿Un café? Eso está hecho.

¿Sobre que quieres hablar? A mi me da lo mismo, la verdad. Casi prefiero mirar por mi ventana el verde campo enmarcado con edificios de hormigón y metal. No es perfecto pero tampoco le puedes pedir más. Suficiente tengo ya con perderme en laberintos construidos por mi mismo.

Me gusta ver el tiempo pasar. Como se forman olas en la hierba con el frío azotando tras los cristales o meterme debajo de la manta, acurrucarme en el sofá y oler a pan tostado justo después de desayunar.

¿De política? Mira que me gusta, pero estoy saturado. La confusión ha sustituido a la incredulidad, y esta dejará paso a la insensatez, pero qué te voy a contar.

El resto lo dejo para la posteridad, para esas tardes que nunca más vendrán. De cuando escribía sobre mil historias escogidas al azar. Ahora es tiempo de ser un poco más serio y relatar historias de cuando era pequeño. Aventuras que nadie creerá. Cerrar los ojos y dejarte llevar.

Porque, aunque te parezca mentira, soy todo lo bueno y todo lo malo de un niño que no ha crecido y que ya nunca lo hará.

domingo, 22 de abril de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Reflexión.

Vivimos en un mundo civilizado, dicen.

No comprendo muy bien el mundo que me rodea, ni la época que me ha tocado vivir. Se supone que he tenido la suerte de nacer en la parte civilizada de nuestro planeta. Esa parte que tiene acceso a una educación superior, a unos servicios y unas infraestructuras que son la envidia de la otra parte. Vamos, que no he tenido que matar por un trozo de pan.

Sin embargo, veo que somos tan necios, ignorantes y depredadores como el que más. Carroñeros que enarbolan banderas de democracia y libre comercio para justificar los más terribles actos en nombre del progreso.

El mundo civilizado, dicen. Civilizado, sí, ¿Pero en qué sentido? Si lo dicen porque hemos dejado de matarnos los unos a los otros para ver quien es el nuevo macho dominante, disculpen pero tengo mis dudas. En esta ecuación cambiemos el individuo por el conjunto, y el conjunto por países, corporaciones o lo que ustedes quieran. Lo que sea pero que no implique acción individual. Vale, hemos aprendido a usar el grupo como escudo, algo más civilizado, en eso estoy de acuerdo.

Ahora cambiemos eso de matarnos (que suena muy mal) por algo más elaborado. ¿Capitalismo? ¿Libre comercio? Suena mejor, ¿no? No nos quitamos la vida los unos a los otros. Resulta más 'chic” ahogarnos en letras e hipotecas. Hipnotizarnos con agresivas campañas de marketing para lanzarnos en una carrera por tener más que nuestro vecino. Si por algún casual te quedas fuera, tranquilo que nadie te va a matar. Te convertirás en un paria, un sin techo que mal vivirá el resto de sus días entre cartones aguantando las miserias de los días y alguna que otra paliza de tus queridos conciudadanos.

Más sofisticado, más sutil, más perverso, en definitiva, más civilizado.

Demos ahora un pequeño paso para el hombre y un gran salto para nuestra perfidia. Supongamos que estamos dentro del sistema, dentro de un grupo civilizado. Somos geniales, no cabe duda. Antes de continuar, os recuerdo que en los albores de la humanidad, el líder era el líder porque poseía la capacidad de desparramar los sesos de los más débiles. Ahora que no somos más civilizados, el líder ya no necesita la fuerza bruta, sólo necesita ser más sofisticado. Es decir, un completo hijo de puta.

Bien, por donde íbamos, ah sí, estamos dentro de un grupo, con eso que los franchutes llaman 'charme'. Por necesidad, desde que el hombre vive en asentamientos (y más tarde en ciudades), ha necesitado comerciar. Esto es bueno, naturalmente. Yo tengo algo que tu quieres y viceversa. Realizamos un intercambio y todos tan contentos. ¿Pero que sucede cuando nuestra codicia nos empuja a más? El intercambio se queda corto, y entonces surge algo nuevo: los beneficios. En una situación de equidad esto no se puede dar. Nadie da 'duros a pesetas' y a no ser que quieras más de lo que tienes tendrás que esforzarte para lograrlo y aquí viene lo bueno.

Empujados por esta codicia que tanto bien ha hecho al mundo occidental (sí, tanto bien, sin ella no tendríamos lo que tenemos), nos encontramos con que nuestra parte civilizada ha empleado los mismos métodos de sometimiento a una escala global. Lo mismo que se le hace al individuo se lo hacemos al resto del mundo, o al revés, no lo tengo muy claro. Para justificarse(nos) hemos escrito y reescrito leyes con las que se benefician unos pocos - mientras que al resto nos dejan las migajas o nos dan un caramelo por nuestro buen comportamiento.

Si no quieren jugar con nosotros, les hemos empujado a la autodestrucción más sistemática, al tiempo que sacábamos por la puerta de atrás todo lo que nos daba la real gana. Sin preguntar, pues nuestras propias leyes nos blindan política, judicial y moralmente.

En otros casos, y gracias a la avaricia de unos pocos, hemos logrado reinventar el concepto de esclavitud. Total, a quien le importa, hemos nacido en la parte civilizada del planeta y nosotros no somos esclavos de nadie... Oh mierda, espera un momento.

Ahora ya no me suena tan bien. Puede que sea porque con los tiempos que corren le estamos viendo las orejas al lobo, y toda esta pantomima de la que nos han dejado ser parte (os recuerdo que todos hemos contribuido a que estemos en donde estamos) se está derrumbando como un castillo de naipes.

Vivimos en la parte civilizada del planeta, dicen, y civilizados somos, desde luego.

miércoles, 11 de abril de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Arlequín

¿Sabéis? Lo bueno de actuar como un bufón es poder decir las cosas tal y como son. De manera directa, sin miramientos ni pedir perdón. Las verdades más amargas se endulzan con una risotada porque a nadie le importa lo que hables.

En parte me gusta, en muy pocas ocasiones te muerdes la lengua o mides las consecuencias. ¿Es malo? Según como lo mires. Reflexionando sobre el tema y viendo como se mueve MundoReal™ carece de lógica.

Sin embargo, caminar sobre el filo de la navaja es un asunto serio. Muy serio.

Una cabriola y sueltas una verdad que deja seco al más pintado. Ríes a carcajadas y sigues tu camino. Ahora bien, mucho cuidado porque os recuerdo que ser un bufón también tiene un lado oculto. Al bajarse el telón y todo el mundo abandona la sala. Sus bromas se quedan flotando en el aire sin nadie que las escuche. Entre bambalinas pocos son los que se acercan y muchos los que te observan.

Cuando la última luz sobre el escenario se apaga, antes de entrar en el camerino, puedes leer una pequeña nota que guardo en el bolsillo.

“Ríe, y el mundo entero reirá contigo. Llora, y llorarás solo.” – Ella Wheeler Wilcox

¿Lo suficientemente escueta para que te des cuenta? ¿Comprendes ahora la poca cordura que me queda?

lunes, 2 de abril de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Paño

Cierro la puerta de mi casa. Dos vueltas de llave y toda la energía del día se evapora en un instante. Respiro profundo, sin desprenderme de la mochila o el libro. Conecto el automático y realizo los mismos pasos un día tras otro. No es que me sienta mal, tan sólo estoy un poco cansado de vestir siempre con los mismos zapatos y perseguido por la misma sombra del año pasado.

Un buen chico. Sí, supongo que es una etiqueta visible. Un poco confuso. Y quién no.

Los días en los que me desinflo al llegar a casa no me gustan. Tensión nerviosa, comenta mi madre, y puede que no le falte razón. O puede que sea yo mismo quien se impone un ritmo de pensamiento frenético y cuando tengo la oportunidad piso el freno hasta parar en seco.

Lo que sí agradezco es el haber desconectado de las noticias durante un par de meses – que no tenga televisor en casa ayuda un poco. Resulta difícil permanecer ajeno ante la extraña realidad que no está tocando vivir. Cada 24 horas MundoReal™ me resulta más y más insólito. Como si me hubiera tocado una época de la que no formara parte.

Leo eslóganes con frases pegadizas sobre como vivir, como vestir, que opinar o reaccionar. Los más atrevidos, insultan, amenazan o juegan con el miedo sin ningún pudor. Otros, los menos, intentan hacerse un hueco esgrimiendo la verdad. Pura y simple. Eso que ya nadie quiere escuchar.

Mientras los carteles se difuminan entre estación y estación, tengo la sensación de estar dando oportunidades a las personas equivocadas. La misma que cuando lanzas una piedra a un pozo con la esperanza de oír el sonido del choque cuando alcance el fondo. Media hora después continúas mirando con cara de tonto.

Hoy es uno de esos días en los que mi MundoImaginario® se cierra del mismo modo que la puerta se cierra tras de mi.

sábado, 24 de marzo de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Mando

¿Alguna vez habéis practicado caída libre? Esa sensación de vacío bajo los pies. Ves como todo se precipita hacía ti y no puedes hacer nada por evitarlo.

Así me siento. El suelo ha desparecido o me lo han robado y caigo en completa libertad sin poder parar. Lo único que puedo hacer es ver como el suelo se acerca más y más rápido. Cuando me sucede esto no tengo ni idea sobre como tengo que reaccionar.

A lo mejor es el trabajo que ya no me llena ni me motiva. O el móvil que suena de higos a brevas. O incluso el cambio a mejor que me espera a la vuelta de la esquina – o eso reza la última entrevista. No tengo ni la menor idea.

Lo peor de todo, desde mi punto de vista, es que tengo pendientes un montón de ideas a medio escribir. Estoy pasando esa maldita fase en la que deseo escribir y no puedo. Mi mente amasa las ideas en un par de proyectos pequeños. Un par de relatos, uno que debo a dos amigas y otro que dejé aparcado mucho tiempo. Sin embargo, cuando me siento y enciendo el ordenador, las ideas huyen aterrorizadas. Lo poco que escribo no me convence en absoluto.

Tengo la horrible sensación de estar gritándole al desierto, – ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? – En fin, no sé ni para que me molesto.

El cansancio, el aburrimiento de ver como desperdicio las horas del día consiguen que no esté en mi mejor momento. Me comporto como un autómata lleno de ira. Observo, impotente, como se cierran todas esas puertas en las que está escrito la palabra “Salida”.

Ni tan siquiera busco entre las miradas. Sigo mi camino con una idea fija: llegar a mi casa y ver como el mundo arde por los cuatro costados.

Hasta tal punto he llegado que quiero adoptar un gato.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Frontera.

Esta vez no se me ocurre nada original que contar. Ni que me pierda ni que me deje llevar. Más parece que me encuentro en una burbuja de cristal.

Cierro los ojos. Los caminos se entrelazan en una maraña de luces y sombras difíciles de alcanzar. Me esfuerzo por querer llegar a ninguna parte, y al final es justo lo que estoy consiguiendo. Dicen que todo el mundo necesita un cambio. Yo he mudado tantas veces de consciencia que ni me atrevo a adivinar que es lo que esconden tus pupilas tras la Luna llena.

Voy y vengo. Aparezco y desparezco. Unos días con el sol de cara y otros hasta las nubes me dan la espalda.

domingo, 11 de marzo de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Frente

Me encuentro ante una puerta que jamás he abierto.

En un pequeño letrero reza la palabra Realidad, de sobra sé que en el reverso está escrita la palabra Sufrimiento.

¿Cómo he llegado hasta aquí? Poco recuerdo del camino recorrido. Del mismo modo que sueño con ese beso y esa sonrisa que nunca encuentro.

Abro los ojos, resulta que estaba durmiendo cuando sentía tus caricias o me veía paseando cogido de la mano junto a una puesta de Sol que nunca termina.

Cada vez que me paro y respiro noto a mi alrededor un tremendo vacío.

Muchas voces me dicen ya llegará mi momento, que todo está bien. Si me detengo y observo, la tristeza es tan sólo una pequeña nube negra que intenta tapar todo el cielo.

Pero ya no les creo. Han pasado muchas Lunas que me han visto como siguiendo o rompiendo las reglas del juego, al regresar a casa lo único que me agarraba la mano era mi propia soledad con unas cuantas copas de más.

Sin darme cuenta, he abierto la maldita puerta que me llevará directo a un Infierno por el cual, ya me ha visto varias veces caminar.

domingo, 4 de marzo de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Estación

Todo comenzó siendo una pequeña molestia.

No le daba la mayor importancia, mi vida continuaba sin más preocupaciones que las necesarias. Ir de aquí para allá, saltar de trabajo en trabajo, charlar con los amigos, salir de fiesta. Lo habitual.

Con el paso del tiempo, comencé a abrir más frentes. El trabajo me sabía a poco y me llenaba aún menos. No soy de los afortunados que se sienten realizados con eso de levantarse a las 6 de la mañana, estar ocho horas – legales, el resto ya se sabe. – peleando con gente que lo único que entiende es el sonido de las monedas al chocar en su cuenta corriente y regresar a casa con el único aliciente de prepararse la cena y salir pitando a la cama para intentar descansar, al menos, como una persona normal.

Más bien, entro en el grupo de los inconformistas sin remedio. Algo parecido al perro del hortelano en versión nihilista. Admito que si no te gustan los trabajos, te los tomes como un medio y no como un fin. Pagan las facturas y se acabó. Sin embargo, no puedo estarme quieto.

En mi mente se han llegado a cocer más historias, guiones y aventuras de las que puedo recordar. Cuando tomé la decisión de canalizar todo esto en papel, algunas se han conservado y otras han desaparecido por completo. Otro grupo a parte son las que pertenecen al género de “historia escrita y acabada”, aunque de momento son las menos.

Si alguno de los que me lee, con o sin frecuencia, le gusta escribir, tal vez comparta conmigo la siguiente conclusión: de entre todas las posibles aficiones que existen, la de escritor es una de las que más tiempo consume. Ya sea escribiendo relato corto, cartas a amigos, novelas, o lo que quieras, intentar compaginar una vida cuadriculada con otra en donde las ideas y la imaginación sean el motor de cualquier creación resulta, como mínimo, complicado.

Como todo esta es una visión muy particular, basada en mi propia experiencia.

Porque todo comenzó como una pequeña molestia. Ahora, la falta de tiempo es una dolencia crónica. Cada día que pasa, me veo más como un extraño funambulista, tratando de buscar el equilibrio entre el MundoReal y el MundoImaginario®.

lunes, 27 de febrero de 2012

La Tinta, El Tintero y... el Punto

Al final me he decidido.

Dejaré que las palabras sigan su curso. Palabras que hieren y matan. Palabras que ayudan y a levantarse tras una dura caída. Palabras que vienen y van, que guardan secretos y bostezan de puro sueño.

Esta vez me convertiré en el repugnante Reparador de Reputaciones negociando la tristeza y desesperación de cada uno de mis invitados. Retorciendo sus deseos con un absoluto desprecio. Mostrando con desmedido orgullo un mundo irreal, de pesadilla en donde vuestra política, vuestra ciencia, vuestras simples y anodinas vidas son la materia prima perfecta para veros sufrir retorcidos de terror.

O tal vez, en un inquietante Maquiavelo en la era de la información. En donde todo vale si está en juego una jugosa remuneración. Rodeado de patanes que intentan, a la desesperada, hacerse un hueco y brillar por un instante. Con promesas de un retiro agradable, una fortuna inmensa y ningún futuro por delante. Moviendo fichas y personas a conveniencia, sin importar su destino, como piezas de un despótico juego donde sin reglas, todo vale, cuando el mismo poder es el premio.

Entre tanto, las palabras hacen lo que quieren. Sin amo y sin correa. Mientras yo me debato entre sábanas inquietas tratando de encontrar ese sueño que nunca llega. Alargando las noches en vela, con la mirada vacía puesta en un punto cualquiera.

Demencia y lucidez susurrando lo que debería hacer.

miércoles, 15 de febrero de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Proyecto.

Un proyecto, una idea, una meta.

Algo que puede parecer tan simple se ha convertido en un pequeño mundo con vida propia. Desde que tomé la decisión de establecer un punto de inflexión sobre las entradas de mi blog, me he quedado en blanco.

Tras pasar tanto tiempo escribiendo sobre situaciones melancólicas, y algún que otro relato corto, cuesta mucho romper el ritmo. Más que nada porque cuando pienso: “Y ahora, ¿qué?” Soy incapaz de responder(me). Estos días, que aún pudiendo parecer pocos para mi han resultado una eternidad, por mi cabeza han pasado ideas como:
  • Escribir sobre política: Lo siento muchach@s, no voy a hablar sobre política ni nacional ni internacional. Los que me conocen saben de sobra mi opinión (mi peculiar opinión al respecto). Y tampoco veo necesario aburrir al personal con disertaciones infumables y algo alejadas de la (cruda) realidad, todo sea dicho.
  • Escribir sobre mi día a día: Ehm, no. Definitivamente no. No creo que a nadie le importe lo dormido que me levanto por las mañanas. Ni la de estupideces que puedo llegar a cometer a lo largo de la semana, ni nada por el estilo. A parte, para eso mantengo un diario privado.
  • Los libros que leo: Tampoco me veo como pseudo-crítico literario. Leo de todo, aunque ya sabéis que mis gustos están más centrados en la novela de terror del s. XIX y principios del XX. Cuando aún se escribían historias de terror decentes sin recurrir a toneladas de vísceras. En este momento, me pregunto, ¿Las empresas cárnicas habrán urdido algún tipo de conspiración junto a los escritores contemporáneos? ¿Una campaña de marketing de largo recorrido para sacar a la venta más chorizos, morcillas y demás productos vacunos y porcinos?
  • Entradas meta-físicas: ¿Existe algo parecido? ¿Algún tipo de bitácora online en donde se plasme la evolución filosófica del ser humano? Supongo que sí, pero en mi caso concreto no estoy del todo seguro de tener o seguir una filosofía en particular.
  • Meta-Blog: Inspiración traída de la mano de un buen amigo. ¿Escribir una pequeña historia sobre una persona que escribe en un blog? Algo rebuscado, interesante pero rebuscado. Tengo la impresión de que al final, transmitiría mi propia vida a través de un seudónimo y me remito a mis diarios privados (otra vez).
  • ¿Gustos y aficiones? Escribir ya es una de ellas (y todo lo relacionado con la escritura a mano), sin embargo me daría para un par de entradas, tres a lo sumo, antes de caer en una repetición que no me gusta nada.
  • Pequeñas referencias a mis proyectos actuales: Esta opción me atrae más. Poder sacar poco a poco pequeñas ideas de la manga y compartirlas me resulta atractivo. Al menos podría desahogarme y buscar opinión sobre las mismas. Trabajaré sobre este punto.
Tras este pequeño pensamiento en voz alta, la parte de mi que le encanta jugar a ser el Sr. Moriarty, o el Doc. Moreau, se frota las manos tramando nuevas conspiraciones y terroríficos planes. La parte que se supone más normal, está llamando a las puertas de mi conciencia y mi imaginación en busca de consejo. Bueno o malo da igual, la cuestión es ver si termino (o no) regresando a mis antiguas entradas.

Como buen maestro de ceremonias, guardo de nuevo todas las barajas marcadas, todos los conejos y todas las palomas en mi desvencijada chistera, me despido con una reverencia y vuelvo a mis aposentos para preparar el siguiente salto a escena.

lunes, 6 de febrero de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Final

Supongo que es hora de cerrar el kiosko. No penséis que este es un adiós definitivo. En absoluto. Tan sólo me he cansado un poco de perseguir fantasmas. Mirando hacia atrás me doy cuenta de que llevo casi 5 años tratando de cazar sombras esquivas que poco o nada tienen que ver con lo que vivo; pero sí mucho que ver con lo que sueño.

Un punto y a parte, que tanto me hacía falta. Un alto en el camino. Un ligero desvío, pero no penséis que me rendiré tan rápido. Seguiré escribiendo porque es de las pocas cosas que me llenan por completo. Intentaré dedicarle más tiempo a mis proyectos, y a lo que no son proyectos.

Observo lo que se ha convertido una sencilla habitación repleta de libros, un escritorio y un buen montón de cuadernos escritos, hojas en blanco y mil y un trastos que me recuerdan que seré, de por vida, un eterno soñador. Se ha transformado en mi pequeño bastión.

Maldita sea, ni si quiera tengo televisor. Ni la intención de comprar uno. Prefiero gastar mi poco dinero en unas cuantas estilográficas y plumas. En un montón de papel y en escribir historias que me cuesta comenzar, y cuando lo logro, me cuesta terminar. Casi sin darme cuenta me he transformado en un artista del escape. Llenando cuadernos enteros con las confesiones que se le escapan a unos ojos sinceros. Comenzando decenas de ideas que, con el tiempo, se han quedado olvidadas dentro de los cajones del recuerdo.

De esta forma han pasado los días, después los meses y finalmente los años. A lo mejor estoy madurando, viendo el mundo desde otra perspectiva. O tal vez, de lo que no me canso es de inventar, de aprender, de tratar de darle una salida a toda esta maraña de ideas. A toda esta imaginación que se encuentra por encima de lo cotidiano y absurdo.

Quizá, de mayor quiero ser un pequeño Robinson Crusoe.


"La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño." F. Nietzsche

lunes, 30 de enero de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Auricular


Cierro los ojos, respiro con lentitud.

Un vacío indiferente ocupa todo tu espacio. El humo de los cigarrillos compartidos hace tiempo que se mudó. Sin saber muy bien el porqué de está singular evocación. Respiro una vez más, y siento como el sofá se encoje y enfría harto de observar por la ventana, pensando que ya nunca regresarás.

Porque jamás estuviste tan cerca de acariciar una historia que fuiste incapaz de enlazar. Sobraban piezas que suspiraban salirse de las lineas dibujadas por vidas marcadas por un porvenir tan vacío como el calor que desprendían tus besos.

Sobre la mesa, hojas en blanco tan extensas, que si por mi fuera saldrían volando hasta rozar los límites de la existencia. A su lado, un pequeño bote rebosante de tinta y de palabras tan sólidas como espuma del mar. Un golpe de viento, la tinta corre libre por el yermo amarillento. Observo. Intenta escapar como todo lo demás.

Hasta dejarme sin aliento. Aferrado a mis párpados, el sueño tira de ellos. Dormir ahora no es lo que deseo. Adentrarme en ese océano negro, naufragar en ese delirio negro como la tinta que devora cada uno de mis sentimientos.

Soñar que me encuentro dentro de un sueño. Soñar que abro los ojos, sonríes y sin decir una sola palabra me duermo en el mismo anhelo del cual no podré despertar.

domingo, 22 de enero de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Prefectura


Cada día, el mundo está más desequilibrado.

Para no perder el compás, podría dar mi opinión sobre la situación actual. Sobre como las personas tan sólo poseen fuerza para hablar y, en la hora de la verdad, se escudan en palabras como Obligación, Responsabilidad, Madurez, Juicio y un sin fin más con tal de justificar una vida que sugiere ser igual que la de los demás.

Resulta que ya no vale la pena luchar. Ni contra la corriente ni contra nada más. Si la realidad nos da en toda la frente, nos ponemos a llorar hechos un ovillo gritando desconsolados y preguntándonos por qué tanta crueldad.

¿Acaso hiciste algo más que planificar tu vida según un modelo cuadriculado? ¿De verdad pretendes convencerme de que ahí fuera no hay nada más? ¿Que tan sólo unos privilegiados poseen la capacidad de moldear sus sueños a voluntad? Si es así, entonces será mejor que ni pienses en ello. Sonríele tú a la monotonía, que yo no puedo. Si pregunta por mi, dile que no estoy, que estoy ocupado o, mejor aún, dile que me he suicidado.

Porque prefiero mostrarle los dientes al mundo entero, antes que dejarme ahorcar por conseguir una mirada complacida de los Señores del Dinero.

¿Te levantas pronto? Como muchos otros. ¿Tu vida es lo más parecida a una genial y divertida rueda para hámster? No me digas que nada se puede cambiar. Los males de muchos son el consuelo perfecto para los no tienen remedio.

Mírate por una vez en el espejo. Preguntate a ti mismo si alguna vez has estado convencido. Si la respuesta es que sí, que cada uno continúe con su camino. Si es que no, reserva tus lágrimas para otro momento.

Y antes de dar la última cabriola os contaré un secreto: más nos valdría a todos aplicarnos el cuento.

miércoles, 11 de enero de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Fortuna


Escribir, de eso se trata ¿no? Damos paso a un nuevo año y me parece que persisten los mismos malos hábitos. Ni si quiera nos hemos llamado. Tengo la impresión de ser presentado ante la corte de un faraón legendario, mientras visto una elegante armadura confeccionada a base de harapos.

Vamos, que no encajo ni en el lugar, y el momento no es ni mucho menos el adecuado.

¿Sabes? Me gustaría gritarte pero tan sólo consigo articular silencios sepulcrales. Ya no vale la pena molestarse por tan poca cosa como decirte que soñaba con castillos en el aire. De vez en cuando he intentado sincerarme, pero como respuesta me digo a mi mismo que ya has tenido bastante. El escuchar se encuentra sobrevalorado, Ni te cuento lo que cuesta un poco de empatía porque nos tendríamos que hipotecar.

Desde aquí lanzo un saludo a todos aquellos y aquellas que me miran con cierta hostilidad. Tal vez por lo que digo, por lo que hago, o puede que sea por todo lo contrario. Con esa inconfundible marca de aguas que dejo cuando ya nadie quiere mirar.

He callado muchas veces mis propios sentimientos. Tanto en fugaces cuestiones como situaciones en las que me iba el orgullo en ello. Otras, sin quererlo, me he convertido en un monstruo lleno de miedo que prefería morir matando antes que reconocer que todo aquello por lo que luché en verdad no valía ni un pimiento.

Pues sí, damas y caballeros, soy ese bicho raro que nunca ha recibido un beso ni un te quiero por parte de labios ajenos. Convertido en un escriba de medio pelo que se pregunta si alguna vez logrará amar como lo hacen los protagonistas de sus cuentos.