martes, 29 de junio de 2010

La Tinta, el Tintero y... la Fragilidad

Mi mente está en blanco. Una sensación de vértigo me sube desde la boca el estómago, como quien se pone a prueba acercándose demasiado al borde de un precipicio. Un grito ahogado que se queda colgando de mis labios, una palabra que se niega a abandonar mis manos.

Pienso en todo el tiempo que poseo, en todas las locas ideas que cruzan por delante de mis narices y a quien a pocos parece sorprender. Me lanzo una y otra vez contra paredes de cristal, contra espejismos que se ríen de mi cuando les intento alcanzar. La carne de mis labios se pega cada vez que te quiero besar y mi mirada busca dentro de tus ojos un alma que no me quisiste mostrar.

El papel en blanco se ha convertido en una cárcel de la que ya no estoy seguro si deseo escapar, sobre sus paredes relato mi vida, tachando los días que ya no volverán.

sábado, 19 de junio de 2010

La Tinta, el Tintero y... el Corcho

Calma e intranquilidad se pasan el relevo estos días. Intento no ver mi vida ni como un cúmulo de de objetivos por cumplir ni como como una avalancha de sentimientos sin control. Tales extremos no representan nada para mi.

Lo que sí es cierto es que parece que sigo dando bandazos de un lado para otro. Cada vez que intento focalizar mi atención sobre un punto concreto, el resto del espacio se convierte en un torbellino furioso que acaba por absorber mi único punto de referencia. ¿Consecuencia? Paso las horas absorto en mis propios pensamientos, buscando una salida. Ni tan siquiera me apetece hablar con el resto de la gente. Resulta paradójico que en cuanto me dan carril sea capaz de hablar durante horas y horas y, sin embargo, en muchas ocasiones prefiera mantener la boca cerrada y limitarme a observar a mi alrededor.

En este estado pienso sobre cómo ponerle un freno, pues no es una situación demasiado agradable. Cuando asomo por casualidad no me apetece hablar, no quiero se el centro de atención y cuando paso mucho tiempo solo, salir se convierte en una necesidad.

A mi memoria vienen recuerdos de días pasados, algunos más cercanos en el calendario que otros. Momentos en los que no he sido yo mismo y momentos en los que lo he dado todo por darme a conocer. No me gusta quedarme con aquellos en los que no he sido como me gusta ser.

Hay quien califica mi actividad - o mi propia vida - de bohemia, pasada de rosca, pero para mi es la suya la que falla. Centrar tu vida en la banalidad, en las frías apariencias no me llena. Habrá quien ese tipo de vida le resulte fascinante, no lo pongo en duda. Vivir dentro de una película, en donde todo el mundo posee un papel que representar: el guapo, la guapa, el feo, el malo, el traidor. De esta manera, todo está en orden, nada se sale de contexto y quien lo hace sufre el destierro, la etiquetación social - aunque de por sí ya estaba etiquetado -, la burla a manos de quienes dan forma a esa clase de mundo.

Si te contase que sin hablar contigo sigo pensando en ti, ¿cuál sería tu opinión? Sabiendo que tienes todo mi apoyo aún permaneciendo temporadas en silencio mientras me cuentas tus sueños, aún sin contarte los míos porque simplemente no quiero. Incluso cuando no paro de hablar de los míos, de mis planes para un futuro que no existe, de cómo pierdo el tiempo o como lo aprovecho para malgastarlo en cualquier juego.

En esos momentos, tanto con la voz como con el silencio, debes saber que no estoy huyendo, sólo estoy tratando de decirle al mundo que me gusta saber que existe otra forma de vivir y de sentir. Una que no está descrita en ningún papel.

lunes, 7 de junio de 2010

La Tinta, el Tintero y... el Margen

Mi pensamiento ha tomado un desvío equivocado, ahora mismo se encuentra en mitad de un páramo, un desierto completamente congelado. Mientras, mi cuerpo continúa moviéndose, respirando, caminando...

Y es que estos días me siento fuera de lugar, nada de lo que me rodea es real, ni familia, ni amigos, ni sueños con los que soñar. Cierro la boca porque te quiero gritar, porque me siento abandonado después de escuchar mentiras, cuentos de hadas que inexplicablemente me hacen vomitar. Cierro los ojos porque me he cansado de los reflejos deformados, de palabras amables que me saben a hiel y a castillos en el aire...