viernes, 31 de diciembre de 2010

La Tinta, el Tintero y... la Funda

Se supone que todos los blogs se llenan con entradas referentes a fin de año. Deseos y esperanzas se mezclan con palabrería llena de ilusión. Pero no es mi caso.

Tal vez sea porque para mi es un día normal, obligado por las normas y las etiquetas a brindar con champang, a sentarme en una mesa mientras mi mente se encuentra deambulando por esta pequeña gran ciudad. Luego me tocará ir en su búsqueda, miraré por parques y por avenidas a la vez que observo cómo los sueños con los que a muchos se les llenó la boca han desaparecido tras la última copa que se tomaron en aquel bar.

Me aferro a realidades tan sólidas como las cenizas de un cigarrillo consumido de tanto esperar. A sonrisas tan cálidas como el mármol y a palabras que podrían caber en la palma de mi mano, listas para echar a volar.

Según dice la gente, hoy es un día especial. Sin embargo, recuerdo tus ojos y no puedo pensar en nada más. Me vienen a la mente cuentos que una vez soñé, historias que una vez tallé con mis propias manos para, más tarde, plasmarlas sobre el papel. Y ahí se quedaron, a la espera de ser liberadas de su prisión por un carcelero cruel.

Hoy brindaré, no para recordar, como tampoco lo haré para olvidar. Brindaré para llenar un hueco que nunca supiste entender.

jueves, 16 de diciembre de 2010

La Tinta, el Tintero y... el Arpón

Otra etapa se ha cerrado, no sin antes acumular casi cualquier tipo de sensanciones, fantasías e ilusiones.

Vacía, es la palabra que describe ahora mi nueva situación. Literalmente cuatro paredes vacías y una vida por delante para pagar lo que en breve llamaré hogar. Me han mareado, hasta la saciedad, bancos y gestores. Con sus papeles, sus condiciones y demás menesteres.

Unas cuantas semanas en las que todo se ha ido acumulando, por mi decisión de poner ambos pies en el territorio de la Realidad. Hasta que llegó el momento de la liberación, y la olla a presión estalló.

Esto no es un cuento de hadas y de mi cabeza no salierón ni arco iris, ni hadas repipis ni osos pasetolosos. No, salío algo con lo que llevo compartiendo mi vida más de lo que me hubiera gustado: La ansiedad. Si esto fuera un baile de disfraces, se engalanaría como Jinete del Apocalipsis, más concretamente La Guerra.

Con un simple chispazo se produce la reacción en cadena, y tu mundo se tambalea. Se desmorona si le dejas, os lo aseguro. En esta ocasión, todo quedó en unos bonitos fuegos artificiales dentro de mi cabeza y una charla con una amiga, la cual fue más que necesaria – tanto la charla como la amiga, que quede bien claro.

Esto es así, damas y caballeros, pues detrás de cada entrada siempre existe una vida que, de cuando en cuando, es conveniente liberar. Ya sea charlando, escribiendo o con lo que te haga dar a ese maldito interruptor de apagado.