sábado, 31 de enero de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Balcón

Con el segundo paso de llave, la puerta de mi hogar - frío hogar - se cierra para toda la eternidad. Mientras, el sol se esconde para no ver lo que se me viene encima, maldito cobarde. Intento mantener la calma, ahora las escucho con claridad. Día tras día llega un momento en el que te puedes llegar a acostumbrar.

Tiempo atrás aprendí a convivir en ellas, al marchar el sol, durante esos segundos en el crepúsculo las oyes maquinar, trazar planes sin parar. Si no has conseguido reaccionar antes de que el último resquicio luz haya partido, date por perdido, amigo. Pesadillas con forma de realidad, amenazan en las habitaciones según me ven llegar. Si intento moverme con cautela resulta peor pues con mi triste intento entro en su juego sin ni siquiera tener la invitación pertinente.

¿Sabes? De vez en cuando me da por pensar. Todas esas malditas ideas se agolpan para entrar y ver quien es la primera que me machaca sin piedad. Una curiosidad: en su extraña carrera no todas consiguen llegar. Muchos se quedan por el camino, las que lo logran son precisamente aquellas que no han jugado limpio. Llega un momento en el que las esperas justo antes de ir a dormir, notas como se deslizan entre los dedos de los pies, te acarician cientos de cuchillas heladas que poco a poco cortan la piel. Aprietas los puños, cierras los ojos y empiezas a creer que nada es posible, incapaz de perder más sueños por el camino porque ya se encargaron de traficar con todos ellos en la reventa.

Incrédulo, me sorprende tu dejadez, tus patéticas ganas de abrazar el olvido por segunda vez. Mira directamente a los ojos de esa fotografía que nunca quisiste perder. Guardando cada uno de esos abrazos soñados, de esas noches sin ropa interior, ordenando cada uno de los besos que no te dio junto a las facturas impagadas de la calefacción. Algún día comprenderás que por mucho que pierdas estas obligado a continuar, a dejar todo el pasado atrás. Romper las cartas, las normas y la primera cara que intente apuñalarte porque sencillamente querías jugar.

Tal vez y sólo tal vez, pueda borrar la sensación que juega a la ruleta rusa cada vez que tu sombra se digna a dirigirme la palabra. Puedo tener una oportunidad, si reemplazo los cartuchos de fogueo por munición real... sí, puede funcionar. Ahora me toca a mí girar el tambor, y por primera vez me deleitaré observando como un sudor frío besa tu delicada piel.

domingo, 25 de enero de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Bandera

He descubierto el secreto, ahora sé como hacerlo. Cómo acallar todas estas voces que no paran de gritar. Que no dejan de asfixiar. Nada de lo que diga importa mucho ya. Tan solo queda una carta sobre el tapete. Con las demás, dejé un rastro por si te volvía a perder. Demasiadas noches acurrucado en cualquier portal, con la vana esperanza de que todo pudiera funcionar. Los sueños volvieron a mudarse sin avisar nadie, sin una nota de despedida. Se fueron dejando tras de sí toda la frialdad de una mirada vacía resignada a cualquier mano que intenta ayudar.

Me duelen los pies de tanto bailar el mismo compás. La lluvia no borrará mis huellas en cada giro de cadera, se ha cansado de acariciar mi sonrisa cuando es a ella a quien le toca llorar. Pero basta de tanta estupidez escrita, el odio es demasiado fuerte. Tantos espejos rotos por mi simple presencia que me es imposible pasar sin tener que ver mi maldito reflejo cada vez que quiero pasar. Su simple visión me desespera, esa mirada que no perdona, que arremete con todas sus fuerzas evitando cualquier acto hostil por mi parte.

Tiro la toalla, de qué me sirve tanta lucha, tantas noches en blanco, si ni siquiera soy capaz de ser una persona normal. Haga lo que haga, diga lo que diga siempre está fuera de lugar. Y para cuando quiero reaccionar nada se encuentra donde debería estar. Basta de gritos bohemios en botellas que nadie se molestará en descorchar. Lo mejor será, simplemente, seguir mi camino y ver hasta donde puedo llegar. Evitando todas esas miradas, enterrando todas esas estúpidas ilusiones que no han conseguido otro objetivo que el hundirme más y más al toparse con la feliz realidad. Es mejor permanecer al otro lado del cristal. Ver, oír y callar.

Cada cierto tiempo, todo lo que conseguí retener se vuelve irreal, como si nunca lo hubiera vivido, como si aquello por lo que luché jamás hubiera servido. Un cero a la izquiera. ¿Amabilidad? Nadie la necesita ya, ¿Sinceridad? Es mejor vivir con la ilusión a rastras para no dejar huella alguna que te pueda implicar. Me pregunto si en algún caso todo esto no ha formado parte de una farsa para evitar que de ese paso definitivo hacia la solución final.

Ya estoy cansado de que estas constantes ganas de llorar, de abandonar, sean las únicas que me recuerden que sigo vivo y muy poco más. Aunque ahora, ya conozco el secreto, como evitar que me roben mis sueños. Como conseguir bailar sin parar en este estúpido carnaval… el día que me vaya, el día que ya no esté, podrás leer esa nota que una vez evité escribir y comprenderás todo aquello que no tuve el valor de decir, todo lo que me callé porque jamás pensé fuera importante.

Pero hasta que no llegue ese momento, mientras posea aliento para continuar, no me molestes, sé que ya he perdido y no necesito a nadie que me recuerde que aquí no encajo, que aquí a nadie le importo. Que ya me he acostumbrado a las risas y a las burlas, y aunque te resulte increíble el que tiene la culpa de todo esto, se sienta frente a todos ellos; esperando el momento de que todo acabe. Regalándoles en un último acto, la quimera de un desenlace feliz.

domingo, 18 de enero de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Lupa

Cuéntame todo lo que te hizo soñar, háblame de todos aquellos besos que tuviste que mendigar. De todos aquellos planes que nunca pudiste ejecutar. Siéntate, mientras te acomodas voy a preparar un café. Puedes desconectar el móvil, aquí nadie ha llamado una segunda vez. No te sorprendas si te digo, que al final, la Soledad no es tan mala compañera. Te deja tiempo para pensar, aunque en las noches más frías nunca la encontrarás en el lado de la cama que debería de estar.

Vamos, no tengas miedo, de sobra sabes que algún día todo esto iba a pasar. Un camino muy duro si realmente quiere llegar al final. Yo hace tiempo que me perdí, no porque me apeteciera, sencillamente en un amanecer algo se rompió, pudo ser el alcohol o esas caricias que invitaron a otra copa en casa del primero que se cruzó en el último bar. Algún día romperás con todo, ya verás, el día menos pensado te librarás de las cadenas que una vez te dejaste poner sin pensar en tu destino final.

El truco consiste en no esperar más allá de lo que nadie te pueda dar. Resulta algo duro pues no dependes de ningún objetivo a largo plazo. De ninguna carta escrita por un amante que jamás se atrevió a decir tu nombre. Si quieres puedes marcharte, ya sabes que no estas obligada. La puerta no esta cerrada, tampoco hace falta que me confieses nada. A casi todo el mundo le pasa, cuando ve que todo a su alrededor se convierte en ceniza se deja llevar por el primer vicio que le tiende la mano. El café ya está listo y por lo que veo tus ganas de hablar han huido cuando me di la vuelta.

Una lástima, la verdad, ahora sólo espero que no te de por llorar, por contarme que siempre te pasa igual, que todos los tíos somos igual, que cuando te ven en lo único que piensan es en follar. Es que verás, ya me he cansado de no verte reaccionar, que cada vez que te pasa lo mismo eres incapaz de reaccionar. Espero que algún día te des cuenta y comprendas que esas ganas las tenemos todos por igual. Déjate llevar, no pienses en príncipes azules de usar y tirar, porque ellos te verán igual. No sé si entiendes que muchas veces, el ir a contracorriente es la única dirección en la que te dejan ir. Si no te comieras tanto la cabeza por quedar bien, no tendrías tantas complicaciones. O si tan solo intentaras comprender que la vida sigue incluso detrás de los escaparates y las barras de bar...

Pero ya me he lanzado yo solito y veo que simplemente buscas el no estar sola. Una extraña justificación para alguien que busca cobijo en los brazos del primer tío que le guiña un ojo. Me sorprende que me busques a mí, alguien que prefiere perseguir sobras aquí y allá, para luego sencillamente quedarnos mirando como hace tic tac el reloj de cualquier pared. Puede que tal vez, lo que necesites es esto. Un rapapolvo que te ayude a seguir adelante. Un lavado de cara para poder seguir devorando la noche.

Como ya te he dicho, aquí me tendrás. Aunque tengo la sensación de que mis palabras, con la misma facilidad que las escuchaste, las olvidarás. Yo por mi parte, no arrojaré la toalla, permaneceré despierto hasta que el cuerpo aguante.

domingo, 11 de enero de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Recámara

Acabo de abrir el depósito de municiones. Me preparo para una lucha sin cuartel, sin tregua. El único inconveniente es que no tengo muy claro quién es mi enemigo. Algunos me señalan en una dirección, mientras en sus ojos puedo ver como la codicia se refleja en ellos. Otros esperan a que yo escoja. Los más sencillamente señalan un punto al azar del dichoso mapa. Y aquí estoy yo 'de acero hasta las orejas', con la rabia saltando por la comisura de los labios. Los ojos inyectados en sangre, como no podía ser de otro modo. A cada paso que doy la sensación de alejarme más y más de la realidad se hace patente. Creo que he perdido el rumbo. Si al menos encontrase una maldita señal, no me perdería con tanta frecuencia.

Pero como suele pasar en estos casos, el azar, el destino o la mala suerte son la que deciden por ti. El tiempo, desde su balcón, sigue con sus apuestas, siempre en tu contra. No importa lo que intentes, cada vez que miras el reloj es demasiado tarde. Tu obstinación es digna de mención, o entre los más valientes o más estúpidos. El tiempo, como ya he dicho, lo dirá, aunque tal y como te mira creo que no entrarás dentro de los primeros. Simplemente continúa con lo que tienes entre manos, puede que sea algo repulsivo pero si vieras lo que he tenido que hacer yo para llegar a este punto... te darían ganas de vomitar. Tranquilo, el único que podría decirte algo es tu propio orgullo, resulta molesto al principio pero cuando comienza a manejar eso que llamamos poder, dinero y se junta con una tal ambición... cierra el pico como todos.

No soy muy dado a este tipo de charlas, pero llega un momento que el vaso se desborda. Y no precisamente la última gota ha tenido la culpa, fueron las idas y venidas del dichoso vasito de las narices para ver a quien le echábamos la culpa de todo. La manada de lobos siempre dispuesta a cobrarse una nueva víctima. Sin importarle si fue amigo o enemigo. Cuando derramamos algo de sangre nos vamos a la cama con una extraña sensación de satisfacción. La misma que cuando por fin doblegamos a nuestra entera voluntad a quien sea. De rodillas ante nosotros.

Quito el seguro, todo preparado, escojo bien a mi objetivo... y paso. Esto no va conmigo en absoluto. En legítima defensa, y una mierda, lo legítimo sería forrarte a hostias por tanta chorrada y tanta tontería. Por tanto discurso bien preparado y elegantemente ejecutado. Tanta falsa moneda has puesto en circulación que ya nadie sabe lo que es real o auténtico. Te voy a contar un pequeño secreto, lo verdadero, lo realmente bueno: mi mala leche. Mis ganas de liar el petate, de ver como te las arreglas tú solito. A ver si eres capaz de aplicar todas esas estupendas reglas que tan bien has sabido vender. Te confieso que disfrutaría bastante observando como te conviertes en víctima de la manada. Porque está claro, no sabes ni donde tienes la mano derecha, pero eso sí, mandar oleada tras oleada de carne de cañón se te da de fábula.

Se me ocurre una idea mejor, ¿qué tal si uso todo este arsenal contra ti y tus peleles? Cronométrame, por curiosidad, por si consigo durar más de un minuto en pie. Porque ahora yo también conozco el secreto, la única manera de lograr sobrevivir: únicamente debo 'cargar' las tintas un poco más de lo habitual...

miércoles, 7 de enero de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Principio

El tiempo ha pasado muy deprisa y el huracán de sentimientos ha pasado de la forma habitual: no ha quedado títere con cabeza. Ahora tengo frío, es la única sensación con la que puedo contar de verdad. La única que no me ha fallado hasta el momento. El trayecto corto, demasiado corto, las palabras se han quedado en un rincón. La mejor de las opciones cuando no posees una salida lógica. No hablas, no demuestras nada. Ni siquiera a ti mismo. Poco importa. Cada uno de mis sueños se han quedado atrás. Dando vueltas sin sentido en cada una de las rotondas.

Casi ni siento los dedos de puro frío. No podría describir el silencio, acostumbrado como estoy a la soledad cada día que pasa el sabor me resulta más y más placentero. Puedes llegar a acostumbrarte e incluso pagarlo en cómodos plazos. Aunque lo que verdaderamente extraño son las eternas discusiones, todas en las que no parábamos de hablar, de mirarnos, de querer largarnos a cualquier otro lugar. Pero todo eso se acabó, ahora la única persona con la que discutiré será el maldito despertador y mi propia cara reflejada en el espejo. Giros extraños hemos dado hasta parar en esta estación. Demasiadas cartas en las mangas, demasiadas partidas ganadas con el esfuerzo de intentar que nadie te pille con los dados trucados. Me he cansado, más de lo habitual, de jugando a una partida a la cual no he sido invitado. De pasar baterías de preguntas con la única intención es saber si seré un principito azul en tus sueños o maldito pirado que desea ver el mundo arder cada noche. Recojo mis trastos, los meto en los bolsillos y ya veremos donde acabo. Tal vez regrese al punto de partida, observar todas esas caras nuevas, deseosas por quedar los primeros, y buscar si alguna vez yo tuve esa misma expresión. Esas ansias por querer dominarlo todo, ver en qué momento le di la espalda a algo que parecía prometedor para intentar atajar por ese camino de cabras. Por esa sin razón y esa lucha estúpida de querer verlo todo desde mi maldito punto de vista.

No estoy preocupado, los platos de mal gusto aprendí a degustarlos tan lentamente como los riquísimos manjares que una vez me ofreciste. Es mi particular manera de saber que aún estoy vivo. No medio drogado por el espejismo de una rutina a la que jamás me acostumbro. Me gustaba tanto acecharte que ahora me veo incapaz de no morder otro cuello que no sea el tuyo. Los tiempos han cambiado, espero de todo corazón volverte a ver, que nuestros caminos se crucen una vez más para poder ver reflejado tu rostro el mismo deseo oscuro que me obligó a plantarte cara. A no creer en nada que fueran las palabras que salían de tu boca. Las mismas que luego se transformaron en mentiras. Puede que algún día te logre convencer, obligarte a ver el mundo desde mi catalejo. Ver tierras lejanas que nunca existirán. Fantasías alocadas de alguien que nunca ha sabido lo que buscar y que encontró más de lo que esperaba.

Puede que algún día decidas coger mi mano y salir volando más allá de tus propios sueños, más allá de tus propias creencias. No todo está perdido, sé que aún guardas ases para poder seguir con tus trampas, en tu propio mundo de papel charol, donde todo es bonito, donde todo siempre sucede. Hasta que llegue ese día y te decidas por aquí me tienes, entre la espuma al lavar los platos, entre el maldito sonido del despertador, tirando con ganas de tu edredón...