domingo, 21 de marzo de 2010

La Tinta, el Tintero y... la Cofradía

Mi caminar me ha llevado a lugares insospechados. Parajes singulares que costaría creer en su existencia. Sin lugar a dudas, he visto como vidas enteras se estremecían ante miradas vacías y palabras repetidas en larga letanía, carentes de todo significado. He sido testigo de como en nombre de una palabra y una acción gentes se han refugiado y han consentido que su humillación se convierta en una alegría grotesca, en un darle la espalda a todas las creencias y aferrar con fuerza la tibia bienvenida de una soledad compartida.

Soy capaz de vivir vidas que jamás me han pertenecido, de soñar con imposibles; pues la realidad se encarga de deformar la realidad, construyendo historias retorcidas que jamás te podrías imaginar. Me cuesta guiar mi estilográfica para recrear cada uno de los momentos que se han perdido en el tiempo, a modo de escudo, de armadura, se bloquea y niega por completo su existencia. Mirando hacia otro lado con total y absoluta indiferencia. La realidad adopta el papel de frío psicópata calculador, desmonta todo tipo de imaginación y se impone con cruel victimismo, aplastando anhelos, abriendo puertas y cerrando esperanzas siguiendo un plan maestro. ¿Qué pensabas que iba a ser todo esto? Incluso detrás de las máscaras más bellas se esconden los actores con todas sus penas. Las apariencias se han convertido en la moneda de cambio habitual. Hasta que dejes de luchar, hasta que tu mente deje de pensar en las posibles consecuencias de preguntas que nadie desea contestar.

Todas estas divagaciones, siempre detrás de un velo de cristal, se dan porque aunque no lo creas yo también soy un artista del escape. Cuando piensas que no sería capaz de sorprenderte, me escabullo entre la gente y observo como sois capaces de abriros en canal por cuatro comentarios, puñaladas asestadas con una sonrisa prestada a los Idus de Marzo. Pertenecezo al tablero de juego, pero sencillamente soy una pieza que no muchos están dispuestos a jugar. Será porque tal vez, mis espinas duelen al reconocer que poco me importa un gesto de complicidad, o una alabanza mal planchada, o incluso una caricia con sabor a perjuria e intimidación. Un simplón que gusta de reírse y llorar por cualquier reacción, un silencioso espectador que no aplaude cuando el resto del público así lo hace. Porque mis metas son algo más que desnudarte porque llevas un par de copas y ya ni siquiera te respetas.

Te miro a los ojos y con las cuerdas que antes movían a esta pobre marioneta, me despido mientras salto por la ventana en pos de un vacío que me da la bienvenida durante unos breves segundos. Levanto la vista, antes de desaparecer, te dedico una breve sonrisa, triste y divertida, viendo como los hilos que de tu alma tiran, impiden que muevas un sólo músculo, ni uno solo, ni siquiera para mostrar terror por mi acto suicida.

lunes, 15 de marzo de 2010

La Tinta, el Tintero y... el Telar

Cierra los ojos. Cuenta hasta diez, mientras lleno con aceite el candil que apenas sí puede iluminar mis sueños. Atrapado vivo entre sueños, viejos y decrépitos unos, incapaz de recordar el resto. Y con esta he perdido la cuenta de las veces que te he amado y olvidado en silencio. De las veces que me he perdido sin encontrar el camino de regreso. Por no tener remordimientos. Sin remedio, ando con calma y pierdo el rastro que antaño me llevaba hasta tu cuerpo.

He preferido ignorar los sabios consejos que me dio el Lobo del cuento y acabé en la cama de tantas Caperucitas, que no tengo muy claro cual de ellas me robó el alma.

El camino de vuelta a casa hace tiempo que lo he olvidado, pero a estas alturas de la historia poco importa, pues lo último que me falta por ver son a los Gigantes, transformados en Molinos, ganándose la vida moliendo cada uno de tus besos.

martes, 9 de marzo de 2010

La Tinta, el Tintero y... el Alba

Cada cierto tiempo el ciclo se interrumpe y me encuentro mirando por la ventana sin saber el rumbo que van a tomar mis sueños e ilusiones. Una narcosis inducida por aquellos que llaman un nuevo día, pues en mi mente no existe más calidez que el sol de media noche. Metamorfosis incontrolable que me obliga a vivir por la noche y a dormitar por el día. Un vistazo rápido y mi sombra sale a jugar por los tejados, al escondite con suspiros ajenos, a mover ficha en tableros donde nunca se jugará partida alguna, desordena habitaciones, deja libros con anotaciones indeseables.

Al regresar al alba, me descubre en mi biblioteca particular, en mi cámara secreta donde cada vez que sale el sol me echo a llorar porque nunca desee agarrar esa segunda oportunidad. La segunda parte de una historia sin acabar. De guiones que muy pocos se atreven a contar. Giros increíbles que sólo se dan si realmente te apetece arriesgar. Pero no desconfíes, sobre todo no me mal interpretes, no estoy diciendo que no desee salir a respirar. Lo único que necesito es un poco de tiempo, reflexionar sobre por qué no me apetece acatar ninguna regla, no permanecer más de dos días en cualquier lugar. Por qué todas las ciudades me parecen igual. Ruedas para roedores, círculos sin principio ni final, en donde cada habitante es una Caja de Pandora a punto de explotar. Anhelos bajo presión que no poseen ninguna válvula de escape excepto por pequeños salvoconductos pagados por un puñado de sonrisas y cervezas a medio terminar.

Puede que la razón sea que a mi no me gusta encajar. Formar parte de un laberinto en donde nada parece tener sentido no ha sido mi estilo. Por esa sencilla razón no me dejo atrapar, prefiero continuar perdido en cientos fantasías que luchan sin ningún objetivo en particular. ¿Acabado? ¿Terminado? ¿Sin un futuro inmediato? No voy a discutir, e incluso hasta puede que tengas razón y que mis días acaben del mismo modo que empezaron, con los ojos como platos al verme rodeado por cuatro paredes frías, por unas manos que me obligaron a respirar cuando yo no quería, por el latir de un corazón helado que aún se resistía a recordar cálidas palabras de aliento cuyo significado no entendía.

Aprovecho este momento, y justo antes de despedirme, abro mi libreta y escribo la continuación de este pequeño relato, de esta pequeña historia que comenzó cuando decidí que mi vida se quedaría atrapada en un singular Reino de Fantasía al que muy pocos serían invitados.