miércoles, 24 de junio de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Tecla

La situación, insostenible. Mi mente continúa pactando con cualquier miedo que esté a su alcance. La habitación, únicamente cuatro paredes que no dejan de menguar. El mundo, una pequeña fiesta a la que de momento nadie se atrevió a faltar. Incluido yo. Desde los rincones más oscuros, desde los páramos más desolados ni mis gritos ni lamentos puedes ya escuchar. Afónico, lagrimales hastiados de tanto suplicar. Los pasos ni producen ya el eco del alegre caminar.

El teléfono se queja porque nadie tiene ganas de contestar... al fin y al cabo, las respuestas monótonas siempre han entrado en una hoja en blanco. Por eso te pido, por eso te suplico que me eches un cabo, tiendas una mano. Hoy más que nunca deseo perderme sin más conversación que la de saber que tu sombra permanece aquí, a mi lado. Recorramos la ciudad, sumerjámonos en este mar de cristal, de vigas retorcidas, de miradas y cuerpos fabricados a medida. Sin peros, sin excusas a medio peinar, se nos hace tarde, hoy me es imposible dejar de soñar. Un juego de malabares, terco como un niño que no quiere dejar de jugar porque dio cuenta de que al crecer, todo los sueños que atesoro serían moneda de cambio para canjearlos por un pedacito de ilusión.

Hoy quiero ser ese niño, saltar de nuevo sobre los charcos, regresar a casa sabiendo que he sido malo, perseguir mil pájaros volando. Reírme porque esa mariposa coquetea contigo mientras tú te pones deliciosamente nerviosa. Contar las estrellas, mientras me permaneces en silencio, a la espera, me equivocaré de nuevo y volveré a empezar... no necesito ver tu sonrisa, puedo componerla con todos los guiños que me devuelve el cielo perlado de tu mirar.

Aunque me quede en silencio, con la vista perdida en algún lejano sentimiento, por favor, no me lo tengas en cuenta. Soy así, no lo puedo evitar, mis sueños, mi imaginación de niño pequeño siempre va un paso por delante de lo que pienso. A veces puedo controlarlo con algún caramelo, alguna esperanza vestida de terciopelo. Si te contara realmente todo lo que pienso, creo con toda mi alma que tus labios jamás pronunciarían mi nombre de nuevo. Y eso me aterra, me ahoga en una niebla espesa. De verdad, que no quiero creer los motivos que un día expusiste para no volverme a ver.

Algunas veces me canso, me aburro de dar vueltas en círculos, dejando que mi corazón recoja el testigo y continúe con mis escritos. Aun a sabiendas que en la caja donde guardo todos mis sentimientos, hace tiempo que no guardo ni uno bueno. Ni uno solo que pueda ofrecerte, todos aquellos que alguna vez sirvieron para que te fijaras en mí, han volado o me han abandonado. Algunos lo he tenido que vender al peso para secarme las lágrimas que me impedían ver el cielo.

Por eso te pido que no te vayas, que no me dejes solo en este mundo incierto, porque a pesar de todo, yo me sigo riendo de todo lo que me hace sentir como un tonto bajo la atenta mirada del espejo. Incluso, en los peores momentos, siempre obtendrás de mí esa sonrisa cálida aunque por dentro mi corazón se haya convertido en un témpano de hielo.

Porque de un tiempo a esta parte... lo que me aterra, lo que verdaderamente me acojona... es fijarme en tus ojos y no verte sonreír.

miércoles, 17 de junio de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Piel

Inevitable. No le des más vueltas, en nada ayuda sentirse como un animal acorralado. Las dentelladas y zarpazos acarician el aire. La única respuesta que obtienes es la frustración producida por la falta de enemigos reales. Todas las malas hierbas a las que pusiste freno, ahora abrazan tu cuerpo, constriñen tu alma y realizan transfusiones de su sabia envenenada para que sientas todo el fuego de la desesperación recorriendo cada palabra, cada gesto, los fútiles intentos por engañarte a ti mismo, por pensar que por una vez lo estas haciendo bien.

Ni siquiera te has parado a pensar en que la linea de tu bien y de tu mal, de todo aquello que no te has atrevido a pensar, nunca ha sido flanqueada. Tus sueños se quedaron retorcidos en un oscuro lamento mientras que te has ido alejando siempre al compás de besos que nunca lo tenían demasiado claro.

En cambio, ahora soy capaz de distinguir los muros que me rodean, los que se interponen entre mi ansiada meta y las olas que baten con furia mi dilatada conciencia. El camino me ha sido mostrado por todos aquellos que me habían olvidado, aunque reconozco que reunir fuerzas resulta un esfuerzo titánico. Y aún mirando todo aquello que he ganado, siento tristeza por todas los ojos y suspiros que tendré que dejar tirados, en lo más hondo de la cuneta.

No me olvidaré de ellos, simplemente necesito tiempo para conquistar los horizontes a los cuales fui cerrando puerta tras puerta. Las prisas no tienen cabida, más si cabe tras derrochar tantos granos de arena que llevaban mi nombre.

En este momento, me toca dominar todo lo que fue capaz de dominarme a mí. Incluso con la duda asaltándome al grito de: ¡La bolsa o la vida! Convencido estoy, al final del tortuoso camino me cruzaré con una sonrisa cálida, esbozada por el niño que un día fui.

Tenderá su mano y dirá medio llorando: ¡Vamos, has tardado! Tus sueños y yo te estábamos esperando.

jueves, 11 de junio de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Música

Vaya, que extraño sentimiento. Incluso sentado en el parque, con el sol calentándome la cabeza con sus interminables historias, noto mi pequeño mundo congelado, detenido en cientos de reflejos cristalizados. Momentos inciertos, instantes coagulados y sentimientos presos en cárceles fuego y hielo. Mientras tanto, el mundo me espía, susurra finales para cada gota de lluvia y, aunque parezca mentira, me anima a seguir adelante, a luchar contra corriente.

El final de demasiados túneles han pasado por mi mente, tantas veces intenté dar ese paso hacia ninguna parte que ya no me creo a los viejos titiriteros con sus marionetas grotescas. El baile se repetirá hasta que suenen las trompetas del día del juicio final. Si alguna vez te has dado cuenta, si has conseguido distinguir una pequeña niebla que todo rodea, sus manos frías impiden a tus tristezas gritar al viento, quedándose afónicas esperando una respuesta que nunca obtendrán.

Sentirás esa necesidad de correr, de huir, que tu loco caminar termine donde terminamos todos a los que nuestra vida dominan los sueños. Nuestras ganas de oír miles de risas al viento. Simplemente déjate llevar, cuando has descubierto el truco, ya no existe la vuelta atrás. Lucha con todas tus fuerzas, pues en el momento que salga la luna, tus miedos se mezclarán con las sombras y jamás se dejarán atrapar. Espero que no tengas que partir de nuevo, traficando con besos y con lágrimas de ojos ajenos. Lo viví una vez, te aseguro que deshacer la vereda de los sueños muertos no es un viaje agradable, sin buena compañía, hasta tu propia sombra apostará en tu contra a la primera oportunidad.

Todo esto, tomalo como un consejo, pues he sido de los pocos que ha trepado desde el infierno, aceptando cada uno de los errores cometidos, por mí, por todos mis compañeros y por mi el primero. Y verás, me he cansado de tanto jugar al escondite con mi propio sufrimiento.

Ahora, una vez terminado mi proyecto, extiendo mis alas, formadas con todos mis miedos, sujetas con cada una de las lágrimas que derrame al verte besar y sudar en labios ajenos. Me pongo en pie, te dedico mi último beso y me lanzo contra aquel maldito sol que tantas veces se burlo de mi dolor que le era completamente ajeno.

Y mientras el vapor de mi antiguo mundo rodea mis pensamientos, la ira colma mis últimos momentos. Veremos quien de los dos se abrasa primero.

jueves, 4 de junio de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Ensoñación

Entre olas de terciopelo me desvanezco, una vez comenzado el sueño el navío no se detiene. Los siete mares he recorrido, buscando sin descanso la equis que me indique dónde está mi destino. Mis guías: las nubes, el sol y las estrellas del firmamento danzando en macabros bailes, señalándome siempre el rumbo a ciudades, cuyos tesoros jamás poseería el hombre.

Intenté controlarme, evitar se atrapado por aquella lastimera niebla que a todos los viajeros nos envuelve. Curiosidad pasajera que va y viene según escuche las nuevas historias que portan las olas y las gaviotas. Cuando por fin entendí el significado, era ya demasiado tarde, demasiadas durezas en esta mente que todo lo desea y nada tiene. Zarandeado por una mezquina tormenta, vislumbre los faros de las islas malditas, ningún navegante decidió anclar su nave en tierras tan impías.

Heme aquí, rastreando senderos, sin mapas ni porteadores. Incluso las estrellas ya no parpadean con el sutil canto de las sirenas. Sin posibilidad de retroceder, el destino que me aguarda siempre será peor que todo lo que no podemos conocer. Renuncio, ni persuadir a mi mente logro. Me rodea una vegetación malsana, enfermiza que todo devora, alimentándose de los sueños de personas inocentes que siempre han preferido volar lejos, aunque jamás poseyeran el valor de sostener su propia mirada en el espejo.

Cada vez más cerca, las tinieblas cierran los pasos, las opciones se evaporan con el calor de un sol que ya ni produce sombras. Anhelando mi corsario velero, me cruzo con pesadillas y terribles criaturas que pueblan las ansias y los deseos de noches de ojos abiertos y despertares ligeros. Preguntan el por qué de mi atrevimiento, si guardo alguna esperanza de regresar junto aquellos, que el día de mi partida, no soltaron ni una lágrima de despedida.

A mirar atrás no me atrevo, de memoria conozco el tortuoso camino que termina justo donde mis pies se paran. Continuo pese a las amenazas, que tantas veces lanzaron en un futil intento de torcer el destino que siempre me ha pertenecido.

En esa singular aventura, amigos no tengo, pues en el momento de levar anclas y entonar la vieja canción pirata, me dieron la espalda, argumentando que mis sueños no me llevarían a buen puerto.

... pues hacia la Muerte zarpamos, y es la Muerte quien gobierna el timón cuando navegamos...