domingo, 3 de marzo de 2013

La Tinta, el Tintero y... el Sedal

Hace más de un mes que no me paso por aquí. La razón es bien sencilla: he quemado los últimos cartuchos en cuanto a historias jamás vividas se refiere. He paseado durante mucho tiempo por pasillos que no eran míos y tratar de imaginar sentimientos que nunca he vivido cansa (y mucho).

La verdad es que el día a día se acumula. Luchar continuamente contra la estrechez de miras agota mi paciencia. ¿En que momento hemos aprendido a rechazar de plano todo aquello que es diferente? En ropa, en gustos, en pensamientos, en iniciativa. Mi cabeza era un hervidero de excusas y sonrisas mal pintadas siempre dispuestas a seguir la corriente de personas aburguesadas que no tienen otra idea en mente que vivir una existencia miserable. Todo cuadriculado, todo dentro de un orden que roza el fanatismo, hasta sus sentimientos dependen de un balón de fútbol, de una serie de televisión o del libro que todo el mundo lee. Nada fuera de lo común, nada que no sean capaces de controlar.

Por otro lado, esto de abrir mi corazón y ver que es una diana palpitante tampoco ayuda mucho en mi estado de ánimo – pero eso me lo reservo para mi y mis diarios escritos a mano –.

Precisamente, por todo este cúmulo de circunstancias y situaciones he tardado en asomar la cabeza. Primero, buscando una razón para no quedarme en el sofá pasando del mundo y, más tarde, evitando las preguntas que no tienen respuesta o que sí la tienen pero resultan demasiado ridículas como para aceptarlas.

De ningún modo, eso sí, echaré el cierre. Puede que tarde más o menos en escribir alguna entrada, o algún día me anime y le de un lavado de cara. Quien sabe. Incluso, si me veo con fuerzas, rescate todos esos apuntes, esquemas y locas ideas y termine por escribir alguna de esas historias que me ronda la cabeza. Aunque claro, antes de nada tendría que superar mi miedo al “papel en blanco” y luego, no estaría demás comenzar a creer un poco más en mi.

Lo que sí tengo claro es que si tiro la toalla, sólo conseguiré darle la satisfacción a todos los que una vez me dijeron eso de “Tú no valías para esto.”