miércoles, 30 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... el Motor

Soy capaz de imaginar mil historias, de soñar con cientos de lugares ¿te extraña? Supongo que no, me encanta dejar volar la imaginación, adormilado en el sofá, escuchando el tic tac del reloj, de esa puñetera máquina que se afana en recordarme que con cada paso mi tiempo, tu tiempo, se esfuma. Pero me da igual, adoro esta sensación que nada importa, que nada tiene sentido y que ocurra lo que ocurra siempre habrá alguien que nunca me abandone: Mi conciencia.

¿Alguna vez te has planteado por qué a todo el mundo le salen bien las cosas menos a ti? Resulta curioso que prácticamente todo el mundo piense en eso. Una paradoja interesante, a todo el mundo le sonríe la suerte salvo a tu persona, si esto fuera cierto, la suerte nunca le sonreiría a nadie... entonces es cierto, al menos en ciertas capas de la sociedad. Mientras tu sigues comiéndote la cabeza porque el aquel tipo, que lo único que quería era echar un polvo contigo y olvidarse de que si quiera existes, yo estoy sentado a los mandos de un BF 109/G-2 sobre los cielos en guerra de Europa de 1942. Adicto al tema paladeo cada segundo, la escuadrilla divisa a lo lejos una columna de cazas Spitfire, giramos, ascendemos, nos acercamos sin ser vistos y caemos. Uno, no, dos cazas británicos caen envueltos en llamas, ni si quiera sabían que estábamos allí. El resto de la columna se dispersa en un vano intento de protegerse del ataque pero nosotros estamos ascendiendo de nuevo. No me alejo de mi líder, le cubro, divisa otro blanco y se lanza a por él. La sensación de la caza, de volar, del combate. Podría estar leyendo libros sobre el tema hasta morir de viejo, y te aseguro que no me cansaría. Aquella época en la que el mundo cambió, tanto para bien como para mal, un tiempo que muchos han preferido ignorar, simplificar en buenos y malos, entre los que escriben la historia y los que son descritos por ella. Gracias a esa nefasta guerra - pues ninguna guerra en sí es buena - el mundo es tal y como lo conocemos ahora, con sus balances de poder, con sus guerras empresariales, con sus políticos ávidos de dinero. Pero yo sigo sentado a los mandos de mi BF 109/G-2 y me cobro una nueva víctima antes de ser abatido por un inglés con ganas de revancha, esta vez no me da tiempo a saltar de mi avión, los depósitos de combustible se incendian y muero achicharrado en la cabina. Me da igual, en breve volveré a salir en un aeródromo cercano. Es lo bueno de los simuladores de vuelo, de todas formas creo que el piloto que me ha derribado ni siquiera es inglés, de China creo, pero carece de importancia.

En cuanto esto acabe, me pondré a leer un rato, un poco de historia que nunca viene mal o tal vez ese libro de misterio que todavía ni he ojeado pero que compré en una de mis muchas incursiones a la Casa del Libro. Tú sigue comiéndote la cabeza por tu próxima cita, qué ponerte, qué decir, qué hacer, a dónde ir. No te molestes demasiado, en cuanto te vea comenzará de nuevo la función, pero supongo que por mucho que lo niegues a ti te encanta, acabareis en su casa, un polvo rápido - que la cosa no esta para muchos trotes - y te volverás a quedar con las ganas de algo más que cinco míseros minutos, dos palmaditas en el trasero, un te llamaré y un 'te juro que no vuelvo a llamar a ese gilipollas que me trata tan mal'. Ni tu te lo crees guapa, la vida es así, entraste en el maldito juego en el momento que leíste las instrucciones y dijiste: 'Bueno, por probarlo no pasa nada'. Ahora jódete, no puedo decirte más, no puedo - ni quiero - ayudarte que ya eres mayorcita para saber lo que quieres y con quien te acuestas.

Que interesante, este libro creo que lo compre... no me acuerdo donde pero trata sobre Dioses Oscuros, Sectas, Sociedades Secretas, Ritos, Mitos y demás chorradas. ¿Te imaginas que todo lo que cuentan fuera real? Toda una conspiración global en tus manos, con nombres y apellidos al fantástico precio de 10,95€, las rebajas que no se te olvide. Increíbles historias y leyendas de seres impíos, de bestias terribles, de humanos chiflados que únicamente ansían el poder - vaya, esto último no es tan increíble ¿verdad? - y todo mezclado con sacrificios a dioses que sólo aceptan sangre en su honor, con espíritus vengativos que atormentan a los vivos en noches oscuras, con bestias de fantasía, de sangre y vísceras, de pesadillas en calles de ciudades olvidadas. Y allí me encuentro yo, con una maldita linterna - menos mal que es de esas que no usan pilas -, una mochila, un par de chicles y el corazón que se me sale por la boca. Mira que te dije que no abrieras ese puñetero sótano que me importaba un pimiento los sonidos que procedían de él y que hubiera sido mejor irnos de allí, pero no, tuviste que hacerlo, tuviste que entrar ahí y mira en donde nos metido, y las armas en el maletero de tu coche... tengo la sensación de que esta noche va a ser muy, muy larga. ¿Has oído eso? ¿No ha pronunciado mi nombre? Dios, me quiero ir a casa...

¿Ya has vuelto? Divertido ¿eh? No te pongas a llorar que te lo advertí, te lo dije, pero claro... como es tan guapo. Bueno, yo me voy a afeitar que estoy hecho unos zorros, prepararé una ensalada para cenar ¿te apetece? Con este calor no pienso cocinar. ¿Sabes que puedo soñar con miles de historias? Sí, con miles de historias menos con una... la nuestra.

viernes, 25 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... la Nieve

Cuál es el precio a pagar, que pedazo de alma estaremos dispuestos a regalar felizmente. ¿Alguna vez nos lo hemos preguntado? Yo no, simplemente porque soy de las personas que adoran las sorpresas - inclusos las malas - y puede ser que cuando llegue el momento de abrir la maldita carta, que la sociedad te envió hace tiempo, me alegre saber que la deuda que mantengo o ya la pagué hace tiempo o me meterá tal hostia que no levante cabeza en lo que me queda de vida.

Me da absolutamente igual, hace algún tiempo comprendí que no importa una mierda nada de lo que hagas, nada de lo que digas o nada de lo que pienses. Con un poco de suerte encontrarás a esa media naranja con la que compartir sueños vacíos, ilusiones rotas y noches de sexo – y cruza los dedos para que las disfrutes algo más que dos veces por semana -. Ahora mismo me encuentro bien conmigo mismo y con todos esos pequeños vicios que sé de sobra que me están matando poco a poco. Mi corazón vuelve a sonreír por unos labios que casi ni conozco y que me presentaron durante la fiesta de cumpleaños de la novia de un amigo, sigo sin trabajo y las luchas intestinas con mis queridos progenitores aumentan cada día que pasa.

Aún con todo, disfruto de todos los subproductos que esta sociedad me ofrece, embotellados, plastificados, con un estudio de mercado previo y por supuesto sin conservantes ni colorantes, faltaría más. Mis sueños se reducen a mínimo indivisible, tampoco quiero mucho más, no me apetece ser el rey de ninguna jodida multinacional, ni ver como mi patética existencia de desvanece entre reuniones, viajes para lamerle el culo al cliente de turno, ni comprarme el último coche deportivo que por supuesto no disfrutaré porque no tengo tiempo ni para mear tranquilo.

Pero la vida, como suelen decir, está llena de sorpresas - y ya he dicho que me encantan - con lo que no sé lo que me puede estar aguardando detrás de la siguiente esquina, el siguiente trabajo o la siguiente borrachera. Puede que acabe como todos esos personajes de los que he estado renegando toda mi vida, sentado en un despacho mientras mi mujer se cepilla a su entrenador y yo hago lo mismo con la nueva secretaria que apenas llega a la veintena o puede que sin quererlo disfrute de un trabajo con el cual sacar a mi familia - o no - adelante, continúe con mis sueños, enseñe lo poco que aprendí a mis hijos sobre esta gran mascarada, que todos insistimos en llamar vida - o no -, puede que convierta en el viejo del cuento, eterno soñador, y al final de mis días algún curioso me encuentre tendido en la cama sin más compañía que mis libros y mis películas.

De momento - y como siempre -, no me paro a pensarlo, si lo hiciera lo más seguro que la angustia por ver como mi futuro es un horizonte bastante difuminado acabaría conmigo y automáticamente comenzaría una loca carrera por buscar curro, por buscar una novia estable, por comprarme un puto dvd y por pensar en el color de la habitación para el nuevo miembro de la familia - pasando o no por la vicaría o el juzgado primero -. Como nunca he sido bueno en las competiciones creo que me voy a quedar aquí, viendo como los demás se matan por ser el primero, por ser el último o por no quedar en ridículo delante de un público indiferente. Cuando todo termine puede que sea el momento de abrir esa maldita carta y ver que es lo que me perdí por tomar la decisión de no participar en esa competición sin sentido, ¿será bueno? ¿Será malo? No me importa, nunca me ha importado, incluso si estoy de humor colocaré mi cámara en automático y me sacaré unas cuantas fotos para luego reírme a base de bien de la caras que puse al leer todo lo que le debía, todo lo que me perdí y todo lo que gané.

Pero mientras esto ocurre, voy a seguir disfrutando de mis simuladores de vuelo - que los adoro, por cierto -, de mis risas en el gimnasio con los compañeros de Aikido - los sudores van incluidos en el paquete -, de mis amigos con sus aventuras y desventuras, de mis libros, de mis risas - y también de las tuyas -, de mis ganas de meterte mano mientras preparamos la cena, de tus lágrimas - y también de las mías -, con mis ganas de sacarle fotos a todo lo que se menea - tú incluida - y en definitiva, de todas esas tonterías que consiguen que por un momento me olvide de esa maldita carta que todavía espera en la mesilla de la entrada.

lunes, 21 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... la Nube

El sol se vuelve a encontrar en lo más alto, el calor vuelve a apretar su nudo con tal fuerza que la gente corriente se esconde bajo la primera sombra que encuentra o directamente ni sale a la calle. Todos salvo yo que me emperro en ir por donde me de la gana, después de unos cuantos días en donde comencé a sentir que el tiempo se esfumaba, más bien que se evaporaba y es que acabo de llegar a un callejón sin salida, un perfecto túnel hacia ninguna parte.

Al contrario de lo que se suponía, me ha encantado el lugar, es acogedor, nunca pensé que lugares así me fuesen a gustar pero mira tú por donde creo que me voy a quedar aquí una temporada. No por nada en especial, simplemente porque mi imaginación echó a volar hacia ninguna parte, a ningún lugar y me vi persiguiendo fantasmas entre dunas de cemento. Si me quedo aquí algún tiempo es porque necesito volver a pensar, volver a ordenar todo el desastre que noto a mi alrededor, y es que me veo sin fuerzas, sin ganas, tal vez sea este maldito calor o puede que sean mis ganas de complicarlo todo hasta el punto de no tener solución.

Comencemos por darle un poco de color, que para algo el sitio lo he elegido yo. Cada vez me gusta más, es un lugar apartado, sin ruidos, ni gritos, ni el bullicio de lo que no quieren escuchar su propia voz. Sentadito voy a seguir con mis historias ahora que el sol se ha cansado de lanzarnos sus agobiantes abrazos, mira por fin, la querida luna lunera hace acto de presencia y con ella se enfrían todos esos sentimientos, todas esas sensaciones que nuestra maldita vida se afana por sacar adelante. No existe nada como todos esos momentos de estupidez refrescante, de conversaciones interminables, de miradas cargadas de ganas.

Por eso me voy a quedar y no insistas más que ya te he dicho que necesito ponerme a ordenar todos aquellos momentos que tan insistentemente me haces recordar. Me encuentro a gusto, me encuentro bien, sin nadie que me de la paliza por no seguir los pasos hacia una vida felizmente anodina, de veranos calcados a los anteriores, de discusiones en la oficina o donde quiera que trabaje, de que todo sea igual porque una vez no le eche cojones a meterte mano en tu portal.

Demonios, ahora tengo por vecinos al maullar de los gatos, al ladrar de los perros y a ese extraño vagabundo que no para de contarme lo que un día fue, que todo lo perdió por una mala mujer, una mala gestión y una mala mano durante una timba en los barrios bajos. Resulta bastante extraño que ahora que debería de empezar a preocuparme por mi situación lo esté dejando todo por hacer, porque necesite aún más espacio, más tiempo, más de todo para que pueda desperdiciarlo, para que pueda tenderlo en lo más alto y ver como se va secando poco a poco hasta quedar acartonado y así poder usarlo de posa vasos. Te juro que intento entenderlo pero llega un momento en que ya paso, me importa un comino cual sea mi destino.

He llegado a un punto de no retorno, y del cual no me arrepiento en absoluto, puedes quedarte ahí donde estas junto a tu puñetera vida normal que yo me tragaré las ganas, me acurrucaré junto a esos cartones y por una vez voy a escribir todo aquello no fui capaz de vivir.

martes, 15 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... el Pétalo

Por favor, pasa y ponte cómodo/a, ¿te apetece algo de beber o de picar? Voy a contarte una historia, una pequeña fábula de alguien que perdió la razón. De alguien que sin ningún motivo murió por buscar un sueño, por seguir los pasos de un deseo incontrolado, por no tener el valor de confesar sus pecados.

La historia comienza unos años atrás, ¿te acuerdas de ese señor que siempre veíamos al salir del colegio? Parecía que siempre iba a algún lugar, que tenia prisa por llegar. Con esa rosa en la mano y su sonrisa de enamorado. Creímos que era mucho más viejo cuando en realidad aún estaba en la flor de la vida. Nunca supimos a donde iba o de donde venía, a veces le vimos acompañado, riendo o llorando, hablando o callado, pero en su mayoría, sólo, arrastrando su sombra pero siempre con esa sonrisa en los labios.

Cómo nos fascinaba, inventamos mil aventuras en torno a su persona, qué haría, dónde viviría, en qué pensaría y el tiempo fue pasando. Nosotros crecimos y de persona fascinante se convirtió en adulto desagradable. Los mismos rasgos que vimos cuando éramos pequeños se convirtieron en motivo de nuestras burlas, de nuestras risas, de nuestros cotilleos. Las arrugas comenzaban a surcar su cara, siempre tan sonriente, tan amable y su sombra detrás ahora empujando su caminar. Siempre con esa rosa en la mano sólo o acompañado. Comenzamos a saber de su vida, nosotros y el resto del barrio, dicen que fue una persona normal hasta que se dejo el corazón olvidado dentro del buzón de un portal olvidado, esperando que alguien lo abriese, que lo leyese y por esa razón siempre lo estuvo ocultando. Para cuando ese alguien lo leyó, el amor de su vida rompió todo lo que el le había dado. La mujer, a la cual le entregó todo lo que poseía, se burló de él, lo despreció pero incansable cuentan que nunca se rindió.

Por eso siempre estaba contento, risueño, esperando que alguien le ayudase a recomponer los pedazos que fue encontrando desperdigados por cada rincón, por cada esquina, en cada habitación. De cuando en cuando, alguien le ayudaba, con el pelo largo y negro como el carbón, de faldas alegres y caderas infieles. Nunca pudo demostrarle a ninguna cuánto le podía llegar a dar, pues al intentar hacerlo se marchaban con el alba con un pedacito de su mirar. No eran más que habladurías, por supuesto, pero qué más da. Jamás lo quisimos comprobar, tampoco nos importaba demasiado ni nos molestamos en averiguar por qué siempre llevaba esa maldita rosa en la mano.

El tiempo siguió pasando, y nosotros ya casi adultos fuimos tirando cada uno por su camino. Aquella persona de la que tanto nos habíamos reído se fue desgastando, ahora nunca estaba acompañado. Su actitud fue cambiando y dicen que lo podías ver esperando en un parque durante toda una tarde, sentado mirando como jugaban los niños, como paseaban los enamorados. Podía estar así días enteros y cuando alguien le preguntaba siempre te respondía con un: 'Creo que he quedado con una mujer pero otra vez me han vuelto a dejar plantado'. La gente le empezó a tomar por loco, por un pirado, pues una vez le encontraron toda la noche bailando bajo la lluvia, se lo tuvo que llevar la policía. Después de aquel momento me contaron que lo habían medicado, que perdió el juicio pero como no tenía a nadie, le tuvieron que dejar por imposible. Incluso en el hospital siempre parecía estar esperando a alguien, con esa sonrisa, con esa rosa en la mano.

Cuando regresó, ya no era el mismo, un viejo triste y solitario, nunca le vieron con nadie, nunca quiso ir a aquella residencia, decía que poseía un aura de tristeza, que estaba esperando a alguien, que simplemente se habría retrasado. Del tiempo de las burlas y la indiferencia pasamos al tiempo de la pena. A mí por lo menos me pareció injusto, nadie se merecía un final así, fue entonces cuando cada vez que lo veía en el parque me paraba a hablar con él. Me contaba historias increíbles, de amores prohibidos, de aventuras y desventuras por las calles de Madrid, de cartas apasionadas pero noches frías, incluso de todos los viajes que hizo. Entonces fue cuando me di cuenta de que en sus ojos ya no había brillo, pues todo por lo que había luchado, todo lo que había querido se había perdido en las implacables arenas del tiempo.

De repente, dejó de aparecer por los parques, por las avenidas, y nadie se preguntó que pudo haberle pasado. Pasaron dos o tres días, la gente ya se había olvidado aunque a mí, no sé por qué me dio por preguntarle a aquella señora que siempre le tendía una mano cuando le veía más necesitado. Nos presentamos en su casa, nadie contestaba. Llamamos a la policía y lograron echar la puerta abajo... un olor rancio nos dio la bienvenida.

Lo encontramos en su casa, tendido en la cama solo y olvidado, con una rosa en la mano, esperando a ese amor que nunca le había llegado.

viernes, 11 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... el Fuego

Atrapado en un sueño tan sumamente raro que no consigo saber si es verdad o mentira. Resulta extraña la sensación, como si no tuvieras el control de nada de lo que hicieras. Se reduce a cuatro paredes, a cuatro palabras, a cuatro gestos. De pronto, todo vuelve a cambiar pero tienes la impresión de que nada ha cambiado, todo está ahí, en su lugar, en su sitio. Las mismas caras, las mismas sonrisas, los mismos gestos y sin embargo... todo ha cambiado.

Supongo que no puedo vivir otras vidas, como tampoco arrancarme la mía, no puedo cambiar ni lo que soy ni lo que he sido, pero algo dentro de mi cabeza me grita que tampoco cambiaré lo que seré. Entre tanto la vida continua, no se detiene, no le importa nada; aunque sea mentira, aunque realmente si haya alguien ahí fuera que le importemos siempre usaremos este recurso para auto justificarnos, para creer que ya nada tiene sentido. De nuevo el cambio, desde mi ventana acabo de ver otro atardecer, otro más, he visto a toda esa gente ir y venir, la mayoría de fiesta, otra a sus quehaceres. Siempre hemos creado la necesidad y la solución a todos nuestros problemas. Pero, ¿qué ocurriría si alguna vez tú mismo formases parte de la necesidad y nunca de la solución? O fueses la solución a todo ese montón de problemas que no sabes donde están, ni que talla de pantalón ni el perfume que usan.

Comienza a refrescar y mis pensamientos se retiran para dejar paso a la triste oscuridad. No me gustaría creer que todo es inventado, que he desperdiciado mi vida, que tal vez escogí el camino equivocado. No, ninguno de esos pensamientos me invadirá esta vez. Yo soy quien soy, para bien y para mal, estaré solo o acompañado, pero seguiré siendo yo mismo. Atrapado en esta preciosa telaraña salpicada de gotas de rocío, es preciosa, magnífica pero esconde un secreto letal, nunca me lo hubiera imaginado, el mal esta ahí esperando un fallo, un error, un traspiés. En mi mano esta el evitarlo realizando malabarismos para escapar de ese abrazo mortífero, de quedar atrapado en una preciosa sábana de tela a la espera de ser devorado.

Tal vez, estoy pensando demasiado, tal vez estas cuatro paredes se estrechan hasta convertirlo en insoportable. Cuatro palabras, cuatro gestos, cuatro emociones y por supuesto, cuatro sabores. Un momento, son cinco nuestros sentidos, las cuentas no salen, nunca han salido. Y a quién le importa, quién esta seguro, quién desea realmente bajarse y ver como se alejan los demás. En algún momento eso fue precisamente lo que hice yo, o eso creo, nunca me ha gustado pensar sobre ese tema porque cada vez que lo hago todo a mí alrededor cambia, pero parece igual que antes.

Porque todo se reduce a cuatro paredes, cuatro palabras, cuatro gestos, cuatro miradas y… dos corazones.

miércoles, 9 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... el Calcetín

Mientras estaba en la consulta del médico alguien ha entrado en mi habitación. Alguien que no sabía muy bien lo que buscaba pues lo ha dejado todo patas arriba. Mis libros desordenados, bueno, un poco más desordenados, las películas tiradas por el suelo, los cajones de la ropa completamente revueltos y la cama sin hacer - ¡ah no!, eso no, ese he sido yo -.

Cuando me disponía a recogerlo todo me he dado cuenta de un pequeño detalle: ha encontrado el cajón de tus recuerdos y parece que se ha entretenido bastante. Ha esparcido todas tus cartas, todas esas cartas de conversaciones interminables, de sueños que se quedaron en la cuneta, de sueños inconfesables, ocultos a miradas indiscretas, afianzados con nuestro puño y letra. Las ha ido dejando por toda la habitación, revueltas entre mis sábanas y algunos aplastadas contra ese rincón. Una por una las he ido leyendo, recordando todos aquellos momentos que una vez decidimos enviarnos con el matasellos de a cincuenta pesetas la ilusión. ¡Qué barato era! Y ahora que las leo desde un punto de vista distinto consigo ver como poco a poco todo se convirtió en humo, en cenizas, en noches de amargura pero lo peor de todo es que pasó sin que yo quisiera darme cuenta.

Después de recoger las cartas junto a un montón de trastos, descubro que también ha esparcido tus fotos, todas forman un divertido collage por encima de mi colchón. En cada una de ellas he visto el reflejo de lo que nos perdimos, de lo que ganamos, de lo que todo lo que nos costó. Y al final, de lo extraño que me pareció verte sin el brillo de tus ojos aquel día de finales de mayo. Todo fue tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar, aunque algo dentro de mí me lo venía advirtiendo pero yo, soñador sin remedio, me negaba a escuchar, me negaba a creer que todos mis sueños se iban a acabar. Aquí estoy, devolviendo todos esos momentos a su rincón, pensando en todo lo que pudo haber sido pero jamás sucedió.

Ahora que te he terminado, ahora que todo vuelve a estar en su sitio me quedo pensando en quién pudo haber sido, tal vez deba llamar a mi Conciencia o tal vez pudo ser la Melancolía; lo pienso mejor y voy a lagar a Resentimiento de mi habitación que siempre esta chinchando esperando ver mi reacción. ¿Pues sabes lo que te digo? Mira, ¿ves todos estos recuerdos? Directos a la basura, que ya estoy cansado de ver como disfrutas echando sal y vinagre en la herida. Me toca mover ficha, y sé muy bien a quien voy a llamar que tengo ganas de dar una vuelta, de quemar mi dinero junto a alguien que no me conozca, que no sepa de donde vengo, ni le importe a donde iré. Si quieres te quedas ahí donde estas, pero esta vez, te lo juro, no me vas a acompañar. Ya veré donde amanezco, y al menos por una vez quiero ver la sonrisa de una mujer que no conozca... sólo por variar.

Un momento, suena el teléfono - ¿Ahora? Está bien, en tu casa a menos diez. No sabes lo que me acaba de suceder, no te lo imaginas. Bueno luego te cuento que tengo que sacar una bolsa de basura llena de mis antiguas penas. -

domingo, 6 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... la Venganza

¿Alguna vez has sentido ese terror inexplicable al fracaso? ¿A la humillación? ¿A perderlo todo? Es inquietante, ¿verdad? Todo tu autocontrol, todas tus jugadas perfectamente ensayadas en el escenario de la vida resulta que ahora no te sirven para nada. Incluso, en el mejor de los casos puedes creer que tienes algún tipo de salida e intentas luchar para salir airoso de una situación en la que tú no tienes el control.

Tus maneras, tus formas, tus palabras y gestos se convierten en una amalgama incoherente que se mezcla con unos gestos torpes y carentes de toda naturalidad. A lo mejor eres de esos que pone una sonrisa estúpida e intenta parecer gracioso, a pesar de la tremenda paliza moral que le están dando, o mejor aún, eres de esos que viéndose contra la espada y la pared saca a relucir toda su mala leche comprimida, todos los desplantes que tuvo su madre con él, todas las burlas del colegio, y todas las magníficas risotadas con respecto al tamaño de tu sexo explotan en un ataque de ira y de autosuficiencia patética y lo único que consigues demostrar es que nunca tuviste los cojones suficientes para enfrentarte a nada. Tal vez, usas el sarcasmo e ironía en estado puro, punzadas verbales y miradas desafiantes esperando que el contrario entre en tu juego, en tu terreno, qué frustrante resulta cuando no lo hace ¿cierto? Cuando su dominio es completo y todas tus artimañas se van directamente a la basura, qué mundo tan cruel, podrías llegar a pensar, cuánto hijo de puta suelto, es cierto, no te quito la razón ni por un momento pero esa excusa no me vale y mira que no te considero un fracasado ¿eh?

El tiempo sigue corriendo en tu contra, sigues sin encontrar una salida y todas tus intentonas desembocan en un callejón sin salida, comienzas a sudar, a temblar, a dudar porque por una vez en tu vida has encontrado la horma de tu zapato. Crees que nada de lo que has hecho, por lo que has luchado, sirven ya para nada. Todas tus fiestas, todas tus amantes, todos tus triunfos se acaban de convertir en ceniza delante de tus putas narices. Una cosa tengo que reconocerte, aguantas muy bien el chaparrón, acabo de perder diez euros y una tapa con unas cañas con un colega por esa misma razón. Qué mala suerte y es que encima lo peor de todo: no tienes ni idea de mi existencia, aunque creo que nos hemos cruzado en varias ocasiones. Siempre he creído que cargaba con mi propia maldición pues tengo el defecto de acordarme del noventa por cierto de las caras con las que me cruzo y qué casualidad que tú fuiste una de ellas.

Me recreo mientras observo al otro lado de la calle como te están moliendo a palos, siempre me gusto mucho su agresividad y no lo entiendo muy bien, debería de buscar mujeres más dulces ¿no crees? Pero siento una terrible atracción por las que son como las que te están humillando públicamente, madre mía que divertido, creo que no sabes el secreto ¿no? Ahora supongo que ya da igual: trátalas con confianza, no tienes que levantar ninguna jodida barrera y sí, aunque te parezca mentira si las haces reír, si las sorprendes con auténticas chorradas, te lo agradecerán, es llevar la amistad a otro nivel, pero seguimos siendo amigos. Te digo esto porque sé de sobra que jamás te va a entrar en tu puta mollera, con ese magnífico corte de pelo a la última moda...

¿Sabes? Estoy tentado, muy tentado, en acercarme ahora mismo y parar la conversación. Simplemente para decirte que fui yo el que le arrancó el último orgasmo a tu novia mientras te enseño la lengua para ver si logras pillar con qué parte de mi cuerpo lo hice. Pero mejor me espero que estoy disfrutando como nunca, además dentro de un par de horas he vuelto a quedar con ella.

¡Anda! se ha dado cuenta, me sonríe aunque tú crees que es otro ataque hacia tu persona, señalo el reloj para indicarle que te despache rápido, vuelve a sonreír y yo me retiro del escenario que no me va a dar tiempo a preparar la maldita cena para dos.

viernes, 4 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... la Expresión

AC/DC resuena en mis oídos y por una vez hoy me siento bien, quién lo diría, menuda sensación más extraña, podría comerme el mundo ahora mismo con envoltorio y todo - y sí, tú estas incluida en mi pequeño banquete -. Me importa una mierda lo que puedas llegar a pensar, nadie me va a detener y si te portas mal hoy repetirás plato. Aunque tenga que sacarte a rastras de tu casa vas a venir conmigo y para colmo me voy a confesar, prepárate porque te voy a dar la murga hasta que odies el mismo día en que nos conocimos. Que te quede bien claro, hoy no estoy para nadie, bueno, para ti sí pero no se lo digas a nadie ¿vale?

Mira, lo primero que vas a hacer es dejarte de tonterías, ve a coger el bañador y una toalla, basta ya de tanto trabajo, nos vamos a tomar el sol y a refrescarnos un poco. Déjame ver cómo te queda aquel bikini, primero puesto y luego sin él, me encanta... ahora te lo vuelves a poner que se nos va a hacer tarde. Es el momento de ver cómo esta el agua, madre mía, ¿hace cuánto tiempo que no te cogía en brazos? Cuando llegues abajo me comentas si esta fría o no que luego voy yo... o los dos y ya veremos que pasa cuando estemos allí dentro. ¡Eh! No valen aguadillas, que como empecemos por ese camino se van a ir las manos y ahora sí que hay gente mirando, ¿qué no te importa? Pues a mí ya ves, venga en serio que hay críos mirando y nos van a echar a patadas de la única piscina del barrio.

¿Sabes un pequeño secreto? Me encanta jugar a las mascaradas contigo, cuando crees que conoces a alguien pero te sigue sorprendiendo pasado un tiempo, y mira que te lo comento mientras estoy escribiendo esto. Sí, el de las flores en tu trabajo fui yo ¿quién esperabas que fuera? Pues no, jódete, no fue aquel descerebrado de gimnasio que no hace otra cosa que tirarte los trastos, me encanta la cara que has puesto. El día que me vaya a morir ponme la misma cara ¿vale? Que al menos me iré con una sonrisa en los labios y yo a cambio te diré: Yo primero.

¿Dónde vamos a comer? Empiezo a tener hambre, aunque esta vez te tendrás que invitar tú, te recuerdo que ahora estoy en paro y ando sin blanca. Vale, miento muy mal, pero si lo haces de vez en cuando tampoco te pasará nada. Conozco un sitio estupendo donde sirven unas ensaladas de vicio, ¿te apetece? Genial, ahora solo falta que dejes de jugar con mis pies por debajo del mantel que no me concentro y soy incapaz de pinchar una maldita hoja de lechuga, esta bien, tú lo has querido ahora mismo pido la cuenta o no, mejor pido otra botella de vino y ya puedes seguir haciendo lo que te venga en gana.

Ahora tenemos toda la tarde y todo el fin de semana por delante, si no eliges tú lo haré yo que tengo ganas de perderme por algún parque y escuchar tus historias, contar con cuantas me haces reír y con cuantas me haces soñar porque la última vez no me salieron las cuentas y creo que vamos a tener que volver a empezar. Un momento, espera, ¿se puede saber por qué leches eres tú la que esta apoyada en mí? En fin, al menos tengo al alcance tu precioso cuello pero acordamos que serías tú, al menos por ahora, la que me contaría los miedos y las esperanzas que has ido dejando tirados en el camino.

Qué casualidad, después de dar un paseo estamos frente de tu portal, lo tenías planeado ¿verdad? Lo sé, no te he contado nada, ni me confesado, supongo que porque ya me conoces demasiado. - Esto lo podemos arreglar... - te susurro al oído mientras mis dedos recorren tu cintura y así apuntarnos un nuevo pecado en nuestra lista de 'cuántas veces nos hemos amado'.

jueves, 3 de julio de 2008

La Tinta, el Tintero y... la Yesca

Últimamente tengo la sensación de estar contra las cuerdas, a punto de que todo a mí alrededor se desmorone como un frágil castillo de naipes. La culpa de todo esto, como podéis observar es mía y sólo mía. Maldita encrucijada de caminos, no sé que dirección tomar, en qué dirección encauzar mi vida pues los monstruos empresariales me siguen acosando como una manada de lobos; empujándome sin cesar, sin darme un minuto de respiro.

Es algo que me llega a confundir bastante, ¿en que momento he perdido el control de mi propia vida? Adoro que decidan por mí, cuando lo hacen una sensación de asco me invade y únicamente por respeto - algo que evidentemente ellos no poseen - no les mando a tomar por culo directamente y a la santa madre que parió a su maldita empresa. Menudo lío más grande tengo en la cabeza, un puñetero ovillo que no deja de crecer y crecer. Para colmo, no paro de pensar y como si eso no fuese suficiente yo mismo añado más leña al fuego, tengo la sensación de estar caminando por el filo de la navaja, de un momento a otro todo saltará por los aires y mi vida antes tranquila - dentro de unos límites - se verá envuelta en llamas.

Tengo que dejar de pensar tanto, un día de estos mi cabeza estallará como un globo, a lo mejor estas cerca y puedes llevarte algún recuerdo para ponerlo en mesita de tu entrada: 'Recuerdo de alguien que nunca supo dónde estaba su lugar'. Quedaría estupendo al lado de tu foto de la playa, muy original sin duda. ¿Dónde lo habíamos dejado? Ah sí, elegir un camino, un puñetero camino, ¿Cuál de todas? La del centro... izquierda... derecha... esto me recuerda un poco a los concursos de la televisión: Y detrás de la puerta A... ¡acaba de perder este sensacional descapotable!

Bueno, yo lo acabo de perder todo y mira aquí sigo escribiendo para no perder la costumbre. Supongo que porque no tengo otra cosa mejor que hacer que esculpir mis propios miedos con palabras. Si al menos estuvieras aquí para ayudarme a decidir, no creo que fuera más fácil pero oye, al menos tendría alguien con quien hablar, a quien darle la murga mientras me sigo dándole vueltas al ovillo de mi cabeza. Algún día tendré que decidir algo pero no me siento con fuerzas, ahora no. Pensándolo fríamente poseo todas las opciones en mi mano pero no sé que hacer con ellas.

La mejor idea es darme una vuelta - o dos - e intentar despejar mi mente, tal vez si ato el ovillo de marras a ese árbol y sigo mi camino se vaya desenredando poco a poco, tal vez con un poco de suerte me dé para llegar a aquel bar y verte de nuevo sentada. Hacerme un hueco entre ese panoli y tú y soltarte aquello que decía la canción: todo me parece una mierda... menos lo nuestro.

Vamos a atar el cordoncito... a ver hasta dónde puedo llegar...