lunes, 28 de mayo de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Diana

Repetirlo una y otra vez. Los mismos errores, las mismas alegrías. De temores que nadie se libra y de instantes en los que lo darías todo por no cambiar de vida.

Calles vacías, sin signo alguno de alegría. Las únicas sombras que se mueven a la luz del día son aquellas que buscan sin descanso un lugar para morir tranquilas.

Algunos, en los tiempos que corren, reducen sus posibilidades a vencer o ser vencidos. Otros a acumular riquezas y posesiones a costa de innumerables vidas. Los más, se convierten en humo y cenizas para intentar llenar los huecos de existencias vacías.

Cada cual busca la forma de encontrarse en paz antes de que llegue la hora final.

Yo me deshago en lágrimas y risas. Cierro los ojos y no paro de imaginar, de luchar, de seguir adelante con mis esperanzas y mis pequeños proyectos repletos de aventuras.

«Un pasillo envuelto en penumbra. Mis pesadas botas llenan el aire con sus pisadas. Las paredes desconchadas y repletas de tumores mohosos parecen estrecharse con cada paso. El hedor es insoportable. La luz de mi linterna abre camino entre la malsana niebla mientras empuño un pesado revólver. Al fondo, una puerta de madera carcomida me espera. La madera se retuerce y agita, pequeñas astillas saltan disparadas. En el último instante, me lanzo a la carrera. La puerta estalla en mil pedazos y mis pesadillas toman forma de apéndices viscosos unidos a un horror repleto de bocas y ojos que en el mismo instante que se abren se pudren.

Sin pensarlo aprieto el gatillo. Una, dos, tres veces y continúo con mi frenética carrera. Los tentáculos se retraen y antes de desaparecer tras el umbral, la pesadilla lanza una risa sin vida me invita a continuar.
»

Guardo mi estilográfica, cierro mi cuaderno y ya tengo otra historia para soñar.

domingo, 20 de mayo de 2012

La Tinta, El Tintero y... la Tabla

Aquí estoy, un sábado noche y lo mejor que se me ocurre para matar el tiempo es escribir mientras escucho música.

Este fin de semana ha sido un poco agónico en cierto sentido. He tratado por todos los medios de llenar mi mente con cualquier cosa que tuviera a mi alcance. Aunque siendo sincero no lo he logrado.

El viernes terminó mal. Con una de esas miradas que ves reflejadas en el espejo y te dan ganas de salir corriendo porque sabes de sobra que su sombra te va a perseguir allá donde vayas. El mundo me parecía que iba a la velocidad de la luz mientras que yo caminaba y pensaba a paso de tortuga.

Al cerrar la puerta de mi casa caí en la cuenta de que me había despojado de mi conciencia y tenía menos de 48 horas para encontrarla o las consecuencias serían funestas. Aún no la he encontrado y estoy que me caigo de sueño. Puede que la haya dejado en el trabajo, metida en un cajón de mi armario o se encuentre dando saltos de alegría.

Último bostezo y va siendo hora de apagar el ordenador, mañana será otro día y si no la encuentro, se puede ir buscando a otro al que dar la tabarra porque yo estoy más que cansado de estar luchando en batallas olvidadas.

domingo, 13 de mayo de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Fervor

Intento escribir algo con coherencia, de verdad. El trabajo se me acumula y al terminar de escribir os juro que lo tiraría a la basura. Sin pensármelo dos veces.

A lo mejor es el calor, tantas historias pendientes, seguir con esa idea fija en la mente o, tal vez, esa imagen tuya que se niega a salir de mi retina.

Lamento no poder seguir el ritmo. Las ideas se evaporan incluso antes de romper el cascarón y las pocas que logro atrapar se convierten en polvo y son arrastradas por el viento. Son esas temporadas en las que no me importaría tumbarme en el césped y ver las carreras de nubes mientras quemo el tiempo del mismo modo que los cigarrillos se consumen entre mis dedos.

Sin embargo, el fuego que llevo dentro me empuja a no perder el tiempo. Esta vez no daré rienda suelta a mi temperamento. Tengo otros planes, entre los que no incluyo quedarme quieto. Lo que necesito es centrarme, mantener mi atención sobre un punto y tirar del hilo hasta donde me lleve. Paso a paso, respirando con libertad.

Y si la claridad no me ayuda a escribir historias frías y oscuras, entonces estudiaré otros caminos, abriré otras puertas o rebuscaré en esos cajones que durante tanto tiempo tenía olvidados.

martes, 1 de mayo de 2012

La Tinta, el Tintero y... la Vía.

Buf, y sobre que escribo yo ahora.

Mantengo mi tónica y dejo vía libre a las noticias de actualidad. Esas que nos dicen que es necesario, es bueno vivir con miedo. Abandonarnos en manos de nuestros salvadores y aguardar a que los problemas se resuelvan por obra y gracia de...

En fin, no quiero enrollarme más con este tema. Ya se han escrito muchas páginas al respecto.

¿Un café? Eso está hecho.

¿Sobre que quieres hablar? A mi me da lo mismo, la verdad. Casi prefiero mirar por mi ventana el verde campo enmarcado con edificios de hormigón y metal. No es perfecto pero tampoco le puedes pedir más. Suficiente tengo ya con perderme en laberintos construidos por mi mismo.

Me gusta ver el tiempo pasar. Como se forman olas en la hierba con el frío azotando tras los cristales o meterme debajo de la manta, acurrucarme en el sofá y oler a pan tostado justo después de desayunar.

¿De política? Mira que me gusta, pero estoy saturado. La confusión ha sustituido a la incredulidad, y esta dejará paso a la insensatez, pero qué te voy a contar.

El resto lo dejo para la posteridad, para esas tardes que nunca más vendrán. De cuando escribía sobre mil historias escogidas al azar. Ahora es tiempo de ser un poco más serio y relatar historias de cuando era pequeño. Aventuras que nadie creerá. Cerrar los ojos y dejarte llevar.

Porque, aunque te parezca mentira, soy todo lo bueno y todo lo malo de un niño que no ha crecido y que ya nunca lo hará.