jueves, 28 de mayo de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Esencia

Cuando la misma roca se deshace en tus manos, al pisar el cielo descalzo. Ni siquiera la lluvia o el viento esparcen lo inevitable. Intentando luchar contra los elementos me he dado cuenta de un detalle sin importancia. Mi alma lidera una revuelta, impasible observa desde su fortaleza, mueve piezas, desangra la tierra, roba la esencia de cientos de cajas de pandora que están a punto de abrir sus gritos al mundo.

Mientras todo esto sucede, mi perversa mente ha decidido que no se está tan mal del todo viviendo en su propia nube...

Sin tiempo a reaccionar, el infierno se desata, sin un adiós, sin un nos veremos, ni estrechar las manos podemos. El corazón ha dejado de latir, el cerebro roto en mil partes que se clavan allá por donde se esparcen. Los músculos arden hasta convertir en ceniza la propia sangre...

Abro los ojos, a pesar de todo el mal sueño a terminado, sin embargo despierto para encontrarme en otro y después en otro y en otro...

miércoles, 20 de mayo de 2009

La TInta, el Tintero y... la Ráfaga

Esta vez son mis pies los que se niegan a correr, se han dado cuenta que los perros que nos persiguen tampoco es que tengan demasiadas ganas de morder. No es que deba quejarme, por primera vez las arenas del tiempo han dejado de caer; rodando por el suelo para deleitarse con la visión de mi propio desespero.

Si he de ser sincero, ando algo cansado de perseguir quimeras únicamente con mis propias manos, corriendo sin rumbo fijo. Jugando a cambiar el amanecer de lugar. A la mierda, que mal miento, me encanta perseguir sombras al caer la noche y ni siquiera percatarme que pasas a mi lado.

El siguiente cigarrillo que me encienda se lo dedicaré a todos esos bastardos que una vez me señalaron, me tacharon e intentaron hundirme, pensando que estaba acabado. Siete días noches con sus lunas me han saludado con un sólo dedo de sus manos, pienso que no todo puede ser tan malo, a lo mejor me estampo contra alguna sorpresa, desagradable o no. Aunque ahora mismo poco me importa, primero he de encontrar un par de objetos. El primero: mi sueño, por las noches termino contando todas las cicatrices que mi alma esconde tras nubes de simpatía y sonrisas de papel charol; y, la verdad, no puede ser nada bueno.

El segundo: el puñetero libro de instrucciones, que por más que aprieto botones y muevo resortes, al maldito programa de centrifugado parece que no quiere terminar jamás; creo que mi corazón, a parte de estar harto, se está mareando de tanto girar...

miércoles, 13 de mayo de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Moderación

Si alguna vez has sentido la necesidad de salir corriendo hacia ningún lugar en especial, si nadie a quien hablar. Gritando sin parar que por favor te dejaran en paz. Sólo con tus sueños, a solas con tus pensamientos. Observando como tu felicidad difería bastante de todo lo demás, mientras pretendes echar a volar con tus pies de plomo anclados a la realidad.

Antes de que este maldito suelo de cristal se rompa el mil pedazos, hundiéndote, arrastrando y cortando todo lo que encuentre a su paso. Me lanzaré al vacío, por esa pequeña grieta que tantos han ignorado. Volveré a la guerra de trincheras con mi corazón ensartado a modo de estandarte. Esta vez nadie se interpondrá entre mi ansiado camino. No te recomiendo que lo sigas, no estará salpicado de bellas vistas, ni momentos felices, ni siquiera de sonrisas aparentes. En el viaje te cruzarás con momentos espinados, lamentos ahogados y lechos de ortigas por si quieres descansar y olvidar tu pasado.

¿Te resulta triste? ¿Pesado, tal vez? Si es así, deja a un lado tu equipaje, lleno de sueños que nunca te conducirán a ninguna parte. Caminarás más ligero, más liviano para poder enfrentarte sin ningún miramiento al descontento y a la desesperación que dan forma a este paisaje.

Es cierto, no te he comentado cual es la recompensa a tantísimo sufrimiento. No existe, por más que busques. Aunque esto no es del todo cierto, tampoco voy a desesperarte... la recompensa es real; únicamente has de poseer el valor para querer acompañarme en este singular viaje.

domingo, 10 de mayo de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Engranaje

Y... ¡acción! El sonido de la claqueta me despierta. No estoy yo para demasiadas escenas de amor. Durante mucho tiempo he vivido con la certera sensación de tener las manos vacías, de proseguir en esta vida sin ningún objetivo o planes de futuro. Los momentos se deslizan entre las rendijas de la puerta de mi habitación y yo observo, cavilando todo lo que podría haber hecho. Pero, mira tú por donde, no me salió de las narices mover un solo dedo.

Prefiero quedarme en este lugar, si alguien quiere pasar, no hace falta que llame. Nunca he cerrado la puerta, aunque tampoco la abriré sin más. Me cansé de ser el único que escucha, como si al resto del jodido mundo no le importase lo más mínimo ni mis sonrisas ni mis sueños. Al parecer, ya no es suficiente con querer conocer, con necesitar saber por qué los demás derraman lágrimas por algo que yo no logro comprender.

Si te quedas aquí, no te engañes, yo proseguiré con mis ilusiones, mis sueños y mis ganas de retenerlo todo en una sola fotografía. De perderme en casas encantadas, en pueblos malditos y olvidados, a la espera de cruzarme con algún que otro espíritu del pasado, con su piel marchita, las cuencas de los ojos vacías, gritando que dentro de poco nosotros también le estaremos acompañando al otro lado de la vida.

Con una buena taza de café, y algo de compañía, puedo tirarme las horas muertas desparramando todas mis fantasías encima de la mesa. No me importa reconocerlo, soy un soñador que siempre quiso tocar el cielo. Un tonto que siempre da más de lo que nunca recibirá a cambio, que ríe cuando los demás permanecen tristes y que llora cuando todo el mundo juega a seguir siendo otra persona.

Ya sabes donde queda la salida, si alguna vez te aburres, no te lo tomaré en cuenta, ni siquiera que no me hables el resto de tu existencia. Al único que le cuesta salir adelante no hace falta ni que te lo presente. Mi corazón nunca ha pretendido tener buenos modales con aquellos que ya conoce.

Recuerda, si te aburres, si necesitas ver una rara especie, pasa sin llamar; aunque lo más posible es que no todas las veces vaya a estar sonriente ni con ganas de querer hablar.

miércoles, 6 de mayo de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Obediencia

El despertador ha sonado a las seis de la mañana, al pararlo el maldito tiempo se ha ido al carajo. Todo se ha detenido, absolutamente todo ha permanecido congelado. Buscando una salida, me he detenido en cada uno de los rincones donde una vez soñaba que me reía.

Cuando buscas a alguien con quien hablar, a quien confiarse, el mundo se calla y observa. Robándote todos esos momentos que nunca has llegado a compartir.

lunes, 4 de mayo de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Medida

La tormenta anuncia su llegada de la única forma que le enseñaron. El aire retumba y se quiebra con cada golpe en la suave piel del firmamento. Los cristales tiemblan de miedo y reflejan temerosos las contraluces deformadas de los dientes que las nubes muestran con desprecio a todo aquel que se atreve a cuestionar su poder.

La rabia contenida se deja caer en forma de lluvia, lágrimas por mis mejillas. La gente busca refugio como puede, les observo, atareados sin saber exactamente a donde ir. Hace tiempo, decidí huir, esconderme pero en todos los refugios pendía el cartel de Non Grata. Mis pasos se confundieron con los ajetreos diarios, sin esperar más allá del sonido del despertador y de unas cervezas en la barra de cualquier bar.

Sin compasión, sin remordimientos sentía que me quitaban el aire, que no podía reaccionar. Todo daba vueltas mientras me explicaban que lo importante que era para ellos, los beneficios de una vida sin rumbo y sin sentido. El cielo y su tozuda letanía me recuerdan que ya está bien, el asfalto y los titanes de hormigón no me cerrarán el paso. En este bosque ingrato, aquellos que nada ofrecen son de los primeros que debes tener miedo. Al resto ya los iras conociendo.

Me ajusto la chaqueta, lanzo una última mirada a la habitación que me rodea. La tormenta se cierra y distingo las mismas fauces negras que me esperan hambrientas desde hace décadas... me separo de la ventana, corro con todas mis fuerzas y atravieso el fino muro de cristal que me separa de la realidad.

Cuando llego al suelo, me incorporo y sonrío al cielo. Palpo con sumo cuidado, a un lado mi revólver, al otro mis sueños: Es hora de empezar, me digo y el cielo, siempre iracundo, me dedica la sonrisa más taimada que te puedas imaginar.