lunes, 1 de septiembre de 2014

La Tinta, el Tintero y... El Calor.

De vuelta de vacaciones.

Me han sentado de maravilla, y eso que mi plan inicial fue aplazarlas lo máximo posible. Descanso, relajación, dejar que los pensamientos vayan y vengan. No me puedo quejar. He tenido un poco de todo, desde días en los que me comía la cabeza por cualquier tontería pasando por otros en los que me sentía en la cima de la felicidad.

Reconozco que he estado algo (mucho) obsesionado con el tema del trabajo durante una buena temporada. Inquietud, sensación de estar estancado, inseguridad y mucho miedo. Un buen cócktel para arruinarte la vida. Aderezado con un par de decepciones, eso que no falte.

Y sin embargo, he vuelto con las pilas cargadas y he logrado dejar a un lado todas esas ideas negativas. Están ahí, por supuesto, pero ya no les hago tanto caso como antes. Intentaré no caer en esa trillada frase de La vida es maravillosa. porque vivir en un optimismo extremo puede ser tan malo como hacerlo ahogado en la depresión.

Cada sentimiento tiene su lugar y su tiempo y de todo se aprende. La cuestión es no dejarse arrastrar hacia ninguno de los extremos (y mira que en eso tengo mucha experiencia).

Ahora, cada vez que me pasa por la cabeza algo que no me gusta simplemente sigo con lo mío. Que sí, que pueden ser muy cansinos, molestos e incluso agresivos, pero oye, ya se cansarán de dar la lata. Reconozco que a veces puede ser muy difícil no hacerles caso o no dejarte llevar pero si no lo intentas, el final puede llegar a ser desastroso, créeme.