domingo, 12 de octubre de 2014

La Tinta, El Tintero y... #19

[Reto de Escritura ]

1. Tiene que suceder en el patio de un colegio.
2. Tiene que aparecer la frase: “¿Dónde están los niños?”.
3. Máximo 750 palabras.



El refugio se encontraba a pocos metros cuando varias detonaciones se escucharon demasiado cerca. Más disparos y de nuevo el grito de los salvajes. Habían encontrado una presa al fin y se estaba defendiendo pero, ¿durante cuánto tiempo? Echó a correr con todas sus fuerzas, no quería ser la siguiente. Entró en el refugio apuntando a todas las sombras que habitaban la casa. Un rápido vistazo y soltó una maldición. No había nada, ni armas, ni munición, nada. Sólo las cuatro paredes y la pequeña escalera que conducía al puente.

El tiroteo se acercaba más y más, subió las escaleras y cruzó el puente. Al llegar a la torre pudo distinguir una figura que se dirigía al refugio a la carrera mientras devolvía los disparos como podía. Ahora sí que estaban cerca. Apuntó con cuidado y disparó dos veces. La figura alzó la cabeza y distinguió una cara sorprendida. «¡Vamos, corre!», le gritó a pleno pulmón. Detrás de él vio al menos diez cazadores, todos apuntando sus armas y disparando a la carrera. Con un poco de suerte lo conseguiría y serían dos para luchar.

Disparó de nuevo y escuchó unos pasos que subían por la escalera. Miró de reojo cuando el chico cruzaba el puente y le dirigió una sonrisa de bienvenida. El nuevo compañero recargó su arma y se colocó junto a ella. Los cazadores gritaban con una alegría desquiciada, les tenían rodeados, sólo era cuestión de tiempo…

— Por cierto. ¿Dónde están los niños? — preguntó Marisa a la tutora de su hija.
— Jugando en el patio, ¿no los oyes? Donde la casa de madera. Jugando a ese juego de indios y vaqueros o algo así, con esas pistolas que hacen tanto ruido.

Marisa salió al patio y observó como media docena de niños corrían, gritaban y se perseguían con pistolas de colores llamativos y sonidos estridentes. Suspiró recordando aquel tiempo en el que ella también tenía una imaginación imparable.

— !Marta! !Marta! Es hora de irse a casa.

Y una niña de pelo negro salió de una pequeña casa, despidiéndose de sus amigos, mientras su risa inundaba el aire que la rodeaba.

domingo, 5 de octubre de 2014

La Tinta, el Tintero y... El Rumbo.

De mes en mes y tiro porque me toca.

Así vamos, no pongo ninguna escusa porque no me apetece. Desde que regresé de vacaciones he estado pensando, algunas veces mucho y otras veces muy pero que muy poquito.

La primera de todas es, ¿le doy al cierre? Reconozco que mis entradas ya no son lo que eran, parece que mis ensoñaciones no luchan por salir a la superficie aunque sigan pululando alrededor de mi corazón. Tampoco soy de los que dirigen sus entradas hacia un tema específico porque mis teorías sobre muchos temas (ciencia, política, tecnología, etc.) no suelen tener ni pies ni cabeza.

Por otro lado, mi vida no es tan maravillosa como para estar todo el día escribiendo sobre ella. De hecho, a mi parecer, es una mezcla de colores en donde predomina el gris, un gris monótono y sin mucho sentido. El trabajo tampoco ayuda a mejorar, desde hace algún tiempo siento que estoy metido en un círculo vicioso y que, de alguna forma, existe algo más allá de mi empleo actual. Algo más que estar bajo el látigo de empresas de consultoría, algo más que aguantar amenazas y malos modos, algo más que ver como tu trabajo no sirve absolutamente para nada.

No las tengo todas conmigo últimamente.

Luego están mis proyectos personales, poco a poco van tomando forma aunque me cuesta horrores coger el ritmo al asunto. Unas veces por pereza, otras porque la rutina se enreda en mis pensamientos y otras porque es más fácil dejarse llevar que plantarle cara (a lo que sea que haya que plantarle cara). Algunos espero poder publicarlos aquí, aunque sea nada más que para demostrarme a mi mismo que he conseguido dar un paso más.

Y en esas estamos (a los pocos que aún me leéis), sin saber muy bien qué dirección tomar ni en un sentido ni en otro.

lunes, 1 de septiembre de 2014

La Tinta, el Tintero y... El Calor.

De vuelta de vacaciones.

Me han sentado de maravilla, y eso que mi plan inicial fue aplazarlas lo máximo posible. Descanso, relajación, dejar que los pensamientos vayan y vengan. No me puedo quejar. He tenido un poco de todo, desde días en los que me comía la cabeza por cualquier tontería pasando por otros en los que me sentía en la cima de la felicidad.

Reconozco que he estado algo (mucho) obsesionado con el tema del trabajo durante una buena temporada. Inquietud, sensación de estar estancado, inseguridad y mucho miedo. Un buen cócktel para arruinarte la vida. Aderezado con un par de decepciones, eso que no falte.

Y sin embargo, he vuelto con las pilas cargadas y he logrado dejar a un lado todas esas ideas negativas. Están ahí, por supuesto, pero ya no les hago tanto caso como antes. Intentaré no caer en esa trillada frase de La vida es maravillosa. porque vivir en un optimismo extremo puede ser tan malo como hacerlo ahogado en la depresión.

Cada sentimiento tiene su lugar y su tiempo y de todo se aprende. La cuestión es no dejarse arrastrar hacia ninguno de los extremos (y mira que en eso tengo mucha experiencia).

Ahora, cada vez que me pasa por la cabeza algo que no me gusta simplemente sigo con lo mío. Que sí, que pueden ser muy cansinos, molestos e incluso agresivos, pero oye, ya se cansarán de dar la lata. Reconozco que a veces puede ser muy difícil no hacerles caso o no dejarte llevar pero si no lo intentas, el final puede llegar a ser desastroso, créeme.

lunes, 21 de julio de 2014

La Tinta, el Tintero y... El Dilema.

Regresamos al mundo de los vivos, se supone, porque el mundo de los vivos es más o menos la realidad.

Se supone que debería de ser uno de esos que escribe cantidad de entradas relatando historias fantásticas, divertidas, sorprendentes y demás, pero en realidad no es así. MI realidad se basa más bien en una obsesión compulsiva por soñar despierto y leer casi cualquier cosa que caiga en mis manos y el resto os lo podéis imaginar.

Es más, tengo la impresión de que, últimamente, se me tuercen las cosas más de lo normal o, tal vez, esté dándole vueltas a situaciones que no deberían preocuparme. El caso es que salto de tontería en tontería sin centrarme en lo que realmente importa y mira que tengo buenos amigos que están ahí, que me señalan no el mejor camino, si no un camino que no implique darme de cabezazos contra el mismo muro, pero debo ser muy burro porque me cuesta. Me cuesta horrores no darme cuenta de que ese mensaje que nunca llega, de que ese plan que se esfuma, en muchas ocasiones no es por mi culpa y de que la gente -al igual que yo- ya tiene suficiente con evitar que sus miedos y sus obsesiones acaben por devorarles.

Al menos, esta vez he tardado menos de lo habitual en darme cuenta y he podido retener un poco de ese tiempo que se me escapa entre los dedos para preguntarme si realmente vale la pena tanto esfuerzo por algo que no merece la pena.

Así que, venga, ahora a respirar profundo, coger carrerilla y no mirar hacia atrás porque puede que me convierta en una estatua de sal.

miércoles, 2 de julio de 2014

La Tinta, el Tintero y... La Finta.

Ha pasado mucho tiempo, quizá demasiado. Y lo mejor de todo es sentarse con una idea magnífica para escribir y justo cuando vas a pulsar la primera tecla desaparece de tu mente. Ahora mismo una sonrisa burlona se dibuja en mi cara por estar viviendo esta situación.

Para ser sinceros, he tenido una temporada realmente extraña. Una temporada en la que si tuviera que poner los pros y los contras en una balanza estaría perfectamente equilibrada. Lo malo es que al final me dejé llevar por el trabajo. En un intento de cambiar un poco, me di de bruces contra un muro. Varias veces. Aguanté lo inaguantable y conocí a gente que merecía la pena y a otra que bajo su apariencia anodina se escondía un alma amargada y rencorosa.

-Tal vez la culpa la tenga yo-, llegué a pensar. -Puede que con mis ganas de hacer cosas me esté extralimitando.- Pero no, gracias al cielo me demostraron que yo no tenía la culpa de nada. De la desesperación pasé al alivio y de ahí a la monotonía más fiera que os podáis imaginar. Hasta que se acabó el proyecto y caí en la cuenta de que nada, salvo continuar mi camino y hacer lo que de verdad te gusta, es tan importante como para tirar la toalla tan pronto.

Y por eso he vuelto, porque soy de esas personas cabezotas que aunque mi mundo se esté yendo al garete sé dónde se encuentra mi refugio y cuál es el camino que me lleva al otro lado del muro.

lunes, 24 de marzo de 2014

La Tinta, el Tintero y... La Pulsación.

Si supiera porque no me siento tranquilo a escribir podría intentar darle la vuelta a la situación. La situación no es extraña para mi. Mi mente vive en el filo de la navaja, con miedo pero ganas de enfrentarme a él. Con orgullo pero con los ojos abiertos para poder aprender. Con unas ganas terribles de romper la prisión de cristal en donde me encuentro.

Las ideas, los sueños, las ganas, las lágrimas, las risas, los planes se adentran en el laberíntico mundo formado por mi mente. Compiten, luchan, se ayudan, algunos sobreviven, otros mueren en el intento. Mientras esto sucede, el despertador me grita cada día que tengo que seguir adelante, que tengo ante mi otro día más, otra oportunidad.

Cada vez que el espacio de mi prisión se reduce, el aire me falta y la rabia crece. En un loco intento arremeto contra esos malditos muros y todo estalla en mil pedazos. Con angustia contemplo que los he derribado únicamente para encontrarme con otros nuevos.

Y la vida continúa. Y mis ideas, sueños, lágrimas y risas también.

domingo, 2 de febrero de 2014

La Tinta, el Tintero y... El Rincón.

Aquí sigo soñando con los ojos abiertos, para no perder la costumbre y todo eso.

Una sucesión de ruidos, de viajes de ida y vuelta, de tener la sensación de no estar haciendo lo correcto mientras, indiferente, contemplas como los días se convierten en polvo en el calendario.

Cierro la puerta de mi casa y, mal que me pese, continúo con la susodicha rutina durante el tiempo justo. Hasta que me siento, entonces caigo en la cuenta del silencio que me rodea. Sólo porque mi sombra me mira con recelo, sólo porque mi reflejo en el espejo mira hacia otro lado cuando le confieso mis miedos, sólo porque me siento solo, ese silencio me envuelve como el abrazo de un viejo amigo, como el sudario con el que se cubre el rostro de los muertos.

Sueño con los ojos abiertos, sueño con historias que me cuesta plasmar en papel. No por falta de ganas, no por falta de tiempo, sino más bien porque me falta creer en mis propios sueños. Porque en mi mente se mezclan las preocupaciones diarias, inquietudes inventadas, recelos estúpidos que aúnan fuerzas para dejarme sin ellas.

Sin embargo, no desisto en mi empeño. Aunque suene raro, aunque lo haya dejado por un tiempo o mis apariciones se hayan convertido en una luz intermitente. Porque mi vida, por mucho que les pese, se compone de relatos e historias, de fantasía y terror, de héroes y villanos, de traiciones y lealtades. Lo que me falta (lo que me ha faltado desde hace mucho tiempo) es escribir un poco cada día para no perder ni el hábito ni la poca destreza que tengo y, sobre todo, quitarme de la cabeza esos problemas que ni me van ni me vienen.

viernes, 3 de enero de 2014

La Tinta, el Tintero y... El Ancla

Regresar por aquí. Lo he estado pensando estas últimas semanas, incluso con la típica entrada de felicitación de fiestas y fin de año. No he podido, digamos que ni tenía ganas ni fuerzas para sentarme y escribir lo más mínimo.

Con el paso del tiempo, mi nivel de ensoñación ha bajado hasta tocar la realidad. ¿Qué quiero decir con esto? Confieso que me dejé llevar por la “normalidad”, agarré la mano de la monotonía y caminé por el calendario como uno más. Sin aventuras que rondaran mi cabeza, sin imaginar con cada paso historias que sólo yo creía, sin perseguir absolutamente nada que no fuera el despertador por la mañana. La experiencia ha sido difícil por no saber adaptarme a unos rituales anodinos y desesperadamente aburridos. Sin embargo, al final lo logré y aparqué casi todo lo que se supone está fuera del Mundo Real©. Y digo casi todo porque hay cosas que nunca cambian.

La parte positiva es que he probado una buena cucharada de una forma de vida que no me interesa lo más mínimo. Esas conversaciones que sólo saben hablar de trabajo y de programas (que no veo) de televisión me resultan extrañas, tanto que ni si quiera sé lo que decir. ¿Acaso eso es lo que se espera de cada uno de nosotros? No tengo ni la más remota idea. Si es así, me quedo con mis libros, mis juegos, mis cuadernos... Mis tonterías, al fin y al cabo.

La parte negativa, ahora toca remontar el vuelo. Reorganizar filas y evitar (en el sentido más literal de la palabra) a todo y a todos aquellos que, con una mueca de indolente condescendencia, me observan como si fuera un bicho raro. Y quiero que conste en acta que lo he intentado pero la inercia de los días es demasiado fuerte para algunos o puede que no les interese lo más mínimo. Da igual, me da igual.

Con todo esto no quiero decir que se produzca un cambio radical como de la noche al día y me empeñe en nadar contra corriente. No, nada de eso, ahora lo veo todo un poquito más claro aunque siga igual de confuso, igual de perdido.

“No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar.”
(George Bernard Shaw)