jueves, 13 de diciembre de 2007

La Tinta, El Tintero y... el Paso en Falso (I)

Atención: Relato Corto.

Cada minuto que pasaba el tiempo empeoraba un poco más. Las copas de los árboles se agitaban furiosas bajo las ráfagas de viento helado, siseando nombres olvidados por el hombre hace mucho tiempo, mientras que las estrellas desaparecían poco a poco frente al inexorable avance de unas nubes de tormenta que ladraban amenazas en forma de truenos y relámpagos.

Dentro de la mansión, las contraventanas chirriaban y golpeaban con fuerza los barrotes de hierro desgastado. Los destellos de luz producían sombras grotescas, fotos inconexas de un lugar abandonado, donde el polvo y el tiempo se habían adueñado completamente de los pocos enseres que aún quedaban.

Con cada paso que daba los tablones crujían bajo sus pies, su corazón latía con fuerza y con cada destello de luz agitaba la linterna en busca de un enemigo que no existía...

- Maldita sea, cómo coño he llegado a esto. - musitaba mientras avanzaba por un pasillo pobremente iluminado. La casa se encontraba en un estado ruinoso, aunque la gran mayoría de las paredes y techos se mantenían aún en pie. El ambiente opresivo le consumía los nervios poco a poco. Aquí y allá veía sombras escurridizas que ocultaban peligros imaginarios.

- Cuánto antes acabe esto, antes podré mandarles a la mierda. - se repetía a sí mismo para intentar mantener su mente alejada de tanta paranoia absurda.

Un trueno, y acto seguido, un relámpago, giró en redondo, alumbrando en todas direcciones. Apretó con fuerza su Constrictor Maxi, réplica de un revólver, un juguete que era capaz de disparar pequeñas bolas de Pvc. del calibre 8mm con suficiente fuerza como para repeler a un posible atacante. No es que fuera un arma real, por supuesto, pero le hacía sentir un poco más seguro.

La mansión era enorme, de momento llevaba contadas quince habitaciones, únicamente en el ala donde se encontraba. No conocía ninguna mansión tan grande en mitad de la sierra madrileña, pero ahora mismo, ese dato carecía de importancia, estaba allí, debía encontrarlos y regresar a la seguridad de la casa que alquilaron para pasar el fin de semana.

Volvió a caminar por el lúgubre pasillo, acercándose a un portón doble, de aspecto sólido pero algo desvencijado. El viento aullaba con fuerza, pero esta vez se escondía algo... más que lo dejó petrificado. Y un pensamiento cruzó por su mente tan rápido como los relámpagos de la tormenta que se avecinaba.

- Eso no ha sido sólo viento... - Y girándose sobre sus talones comenzó a correr en dirección a aquel sonido que le resultó tan familiar...


Continuará

martes, 11 de diciembre de 2007

La Tinta, El Tintero y... la Preparación

¡Buenas a todos!

Últimamente no tengo demasiado tiempo, en el trabajo ando bastante quemadillo y cuando llego a casa prefiero desconectar completamente.

Pero no os preocupéis - o sí -, puesto que estoy preparando una "mini serie" de tres relatos, que espero publicar en breve...

Un saludete a todos, majos.

(o'-')O

miércoles, 28 de noviembre de 2007

La Tinta, El Tintero y... la Tempestad

Me acerco al borde del precipicio, el olor salino y el murmullo de las olas rompiendo contra el acantilado lo abarcan todo.

Hoy es un día tranquilo, no encuentro ninguna razón para que sea así. Respiro y lleno mis pulmones. Me siento, dejando los pies colgando. Observo...

La inmensidad del mar, que se junta con el cielo en el horizonte. Bajo la mirada, el agua toma carrerilla y juega a salpicar las paredes, a intentar subir y ver qué esta pasando.

El sol se arropa en el horizonte, miles de destellos anaranjados se mueven al compás del oleaje, y tengo que apartar la mirada. Muevo los pies y arranco pequeños trozos de roca, que se precipita sin remedio. El agua, también se ha dado cuenta, y alza sus brazos para atraparlos. El juego le gusta, y lo repito.

Me tumbo, cierro los ojos y el viento me susurra historias que nadie se ha parado a escuchar. Me invita a soñar.

Ahora que caigo... hoy he venido con un regalo: una pequeña flor. La saco con sumo cuidado y la dejo caer. El viento la recoge, entregándosela lentamente a la mar, no quiere romperla sólo jugar.

Mientras veo como se aleja, susurro: "Mi pequeña flor de loto, espérame al otro lado de la orilla...".

Me levanto tranquilamente y pienso: "Me cago en la leche, que cursilada más gorda me acaba de salir...".

lunes, 26 de noviembre de 2007

La Tinta, El Tintero y... la Serenidad

Miro a mí alrededor, tengo ganas de gritar mi nombre, de romper con todo.

Estoy harto de ser el primero, de ser el último, de quedarme en medio.

Estoy harto de ser yo mismo, de tener que aparentar siempre. Estoy harto de ti, de mí y de todos aquellos que me rodean; de aquellos que me dicen qué tengo y qué no tengo que hacer.

Estoy harto de los consejos, de la gente que no sabe hablar ni escuchar. Estoy harto de no encajar en ningún lugar, de que siempre me etiqueten.

Necesito alguien que me comprenda, no quiero compartir mis sueños porque ni siquiera son míos; no quiero compartir tus sueños porque no los entiendo.

Estoy cansado de que nada me salga bien, de que la mala suerte sea mi única compañía.

Quiero ir a algún lugar del que no pueda volver, quiero que la gente me olvide y que se acuerde de mí; que me engañe y que me diga la verdad.

Estoy cansado de mirarme al espejo cada mañana y sentir asco de lo que veo.

Quiero arrancarme los ojos para no ver nada, cortarme la lengua para no decir nada, cercenarme los oídos para no escuchar nada, quitarme la piel para no sentir nada.

Quiero desahogarme, quiero que me escuches y que me mandes callar.

Lo quiero todo y no quiero nada. Las dos caras de una misma moneda que no para de girar.

Quiero quedarme en la cama cinco minutos más...

jueves, 22 de noviembre de 2007

La Tinta, El Tintero y... el Sueño

El día podría calificarse como una basura. Discusiones en el trabajo, malos modales de la gente, miradas asesinas, y un sin fin de actos pequeños pero inhumanos. Abro la puerta de mi casa, entro, todo esta en calma; únicamente el sonido ajetreado de la ciudad la rompe.

Me encuentro muy cansado. Me descalzo, el frió recorre la planta de mis pies y un escalofrío involuntario estremece todo mi cuerpo. Me deshago de mis pertrechos, y lentamente me desvisto, ahora la prisa ha dejado de atosigarme.

Entro en el dormitorio, la veo, esta tendida boca arriba, en ropa interior, profundamente dormida. Sin realizar ningún ruido, me deslizo entre las sábanas. Extiendo mi brazo por debajo de su abultado vientre. No se mueve. Mi otro brazo sube por su costado. Apoyo mi cabeza sobre su redondo abdomen, y noto un suave siseo acuoso... y un pequeño miembro golpea ligeramente desde el interior.

Abre los ojos y me mira, me observa sin decir ninguna palabra. La observo, paladeo el momento; me sabe a amor, a odio, es dulce y amargo; a días intensos, a discusiones y reencuentros. El sabor es el del respeto, del primer "mamá y papá", de noches en vela, del primer beso y de las innumerables veces que juntamos nuestros cuerpos. Siempre con un gusto a paseos bajo la lluvia, a los ramos de flores y a rememorar los viejos tiempos... sabe a todo y nada, me sabe a vida.

Alarga su mano, me acaricia el pelo como si fuera un niño pequeño que busca el consuelo después de asustarse. Sonrío, y me sonríe. Cierro los ojos, y sus dedos comienzan a juguetear con mi cabello.

Me quedo dormido. Y lo último que oigo es un... "Te quiero".

martes, 20 de noviembre de 2007

La Tinta, El Tintero y... el Laberinto

Estoy atrapado, no encuentro ninguna salida. Creo que estoy dando vueltas en círculo.

Veo paredes a ambos lados, largos pasillos, interminables. Cualquier decisión que tomo, cualquier camino que elijo, me lleva a ninguna parte.

Giro a la izquierda.

El pasillo continua, estas cuatro paredes me asfixian, sigo adelante, otra esquina que doblar, otro pasillo.

Giro a la derecha.

No paro de pensar: "¿cómo salir de aquí?". Me fijo en las paredes, en el techo, en el suelo... siempre igual, no cambia nada.

Grito, ni si quiera el eco me responde.

Me encuentro tan solo... necesito salir de aquí.

Giro a la izquierda.

¿Por qué nunca encuentro una salida? Sigo avanzando, nunca me paro, se me prohíbe detenerme. No puedo, no quiero.

Estoy cansado y me paro, miro hacia atrás... el mismo pasillo insulso. Miro hacia delante, el pasillo continua, sin fin.

Giro a la derecha.

Te encuentro, me encuentro. Me fijo en tus ojos, tu cara, tus labios. Me arrodillo, me agarro a tu cintura...

Estoy tan cansado...

domingo, 18 de noviembre de 2007

La Tinta, El Tintero y... la Oscuridad

Atención: Relato Corto.

Hoy la he vuelto a ver, pero como viene siendo habitual lo único que hemos intercambiado han sido las miradas, jamás le he dicho lo mucho que me gustaría conocerla, pasear a su lado, ser su confidente, su amante... mi miedo al rechazo, a la burla, al NO es demasiado grande, tal vez algún día todo eso llegue a cambiar.

El metro estaba a rebosar de gente, ensimismado con la música no pude escuchar el gorgojeo gutural que inundó los vagones, todo el mundo se quedo petrificado, observando en todas direcciones, cuando me quité los cascos únicamente pude distinguir un eco... de algo que se ahogaba en un liquido pastoso. De repente, todo fue sacudido por una embestida, los gritos, aullidos y gimoteos se confundían con el chirriar de los hierros y cristales rotos.

La masa humana volcó junto con el vagón, la luz se apagó, no podía respirar, los cuerpos me aplastaban, mientras que recibía los golpes de las personas que intentaban a toda cosa zafarse de aquella trampa mortal de carne, huesos, y hierros retorcidos.

Aire, necesito aire, me retuerzo sobre mi mismo, aparto a una persona inconsciente y consigo llenar con aire mis pulmones... el olor a plástico quemado, sangre, orines y heces lo llena todo... es el olor del miedo. Escucho gimoteos de dolor, llantos de desesperación, un sonido muy peculiar se alza en el túnel... es grotesco, suena a ropa mojada, algo viscoso golpeando el suelo...

Súbitamente, el terror... los pocos que consiguen levantarse huyen como ratas de un incendio, pisando a los caídos, apartando a los que corren más lentos, el pánico se apodera de los supervivientes. La masa informe avanza despacio masticando la carne, triturando los huesos...

Lo único que consigo escuchar es mi propia respiración y los aullidos de la gente al ser atrapada por esos tentáculos, por esa... cosa.

Veo una de las puertas del vagón abiertas, salto... y noto el suelo demasiado blando para ser hormigón, ha sido una mala idea... mis gritos de dolor y terror se confunden con los de tantos otros...

Creo que jamás tendré la oportunidad de decirle cuánto la quería...

jueves, 15 de noviembre de 2007

La Tinta, El Tintero y... el Aburrimiento

Estoy aquí, sentado delante de mi ordenador, sin saber exactamente qué escribir.

Hace más de un mes que no he escrito ninguna entrada; se podría decir que he estado ocupado, pero no; ha sido pura pereza, pura desidia...

Aunque bueno, últimamente me estoy tomando un par de cosas más en serio, una es el régimen que estoy llevando - por salud, más que por estética.- y la otra es el Aikido - incluso estuve en un curso este fin de semana.- ; muy duro pero muy gratificante.

Sigo buscando esa fórmula secreta que me ayude a canalizar toda mi imaginación en palabras, todas esas aventuras, desventuras, amores y odios, que continuamente aparecen como fotogramas sueltos de una película inacabada...

Pero no te preocupes amigo mío... nuestros enemigos son legión.

jueves, 11 de octubre de 2007

La Tinta, El Tintero y... el Regalo

Ayer, descubrí un antiguo regalo, aún envuelto en plástico. Un regalo, que jamás llegué a ofrecer. Cuando no se cumple el objetivo de un regalo, ¿en qué se convierte? Supongo que en un recuerdo.

Después de observarlo un rato, y juguetear con él, tome una decisión, y ahora pende de mi cuello. Un recuerdo colgante, ahorcado por una fina cadena de plata. Pero eso ya da igual, únicamente es un recuerdo, nada más.

No llegaré a saber si el regalo le hubiera gustado o no, guardado en un cajón; olvidado con el paso del tiempo, o si por el contrario, le hubiera arrancado una sonrisa de agradecimiento, o un gesto amable. Eso ya da igual, únicamente es un recuerdo, nada más.

Y al final, creo que me falta algo, no recuerdo qué, tal vez esté en un cajón, en un bolsillo de algún pantalón, entre los montones de papeles, libros, discos, y juegos de mi habitación... pero, ¿sabes qué?, eso ya da igual, únicamente es un recuerdo, nada más.