domingo, 2 de agosto de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Cereza

El humo del tabaco se escapa por todas las heridas mal cicatrizadas, siete días y dos docenas de sueños tirados a la papelera me encuentro nadando en una piscina de lágrimas jamás derramadas. Secando al sol cada una de mis sonrisas cubiertas de nicotina, sin ninguna clase de sabor. Como me gustaría poder devorar todos esos kilómetros que me separan de una vida normal. Sin la necesidad de imaginar, de volar por encima de la trivialidad. Amparado en muros de papel, en donde tras ellos ya ninguna caricia quiere continuar frotándose las manos con sal antes de posar sus gélidas yemas sobre una piel que ya no tiene nada que perder.

Tras tantos años, navegando sin rumbo, sin nada con lo que traficar, me he dado cuenta de un detalle importante: mi propia felicidad. Siempre la he buscado en labios y abrazos a los que les importaba un carajo mi nombre o si realmente me querían volver a ver. Copa tras copa y bar tras bar, lo único que me he podido llevar con toda la tranquilidad son los bolsillos llenos de humo y de sudores fríos recogidos de cualquier vaso de cristal. Elijo el reconfortante sonido del polvo al posarse sobre mis papeles, los mismos que una vez despreciaste por contener historias increíbles, fantásticas, que ninguna mente con todas las facturas tatuadas sería capaz de sospechar.

Me quedo con mi mano inquieta, sosteniendo una sencilla estilográfica, gastando a manos llenas cientos y cientos de palabras escritas con tinta. De recuerdo, uno de tus besos con lengua, de esos que nunca me dabas. Pues ya tenías a tu lado a uno con los pies en la tierra. No como yo que siempre me gustó andar cabeza abajo. Un día de estos cuando ya no posea nada que pueda perder, supongo que los terminaré posando en el mismo suelo donde, con vinagre y mucho periódico sobre deportes, riegan los proyectos de mentes llenas de reflexiones alocadas, de noches en vela acariciando tu cuerpo con la punta de mis dedos, de preferencias por seguir riendo o de escuchar, durante horas, las historias de un niño pequeño.

Puede que llegue ese día, puede que me canse y decida que ya nada merece la pena. Pero hasta entonces, siento desilusionarte, pues mis sueños siguen guiándome a través de esta ciudad incierta, no sé si con alguna meta o planes para el futuro. De lo que sí estoy seguro, es que cada vez que te miro, me da rabia saber que vendiste todas tus quimeras por creer que la vida no acabaría con un sonrisa. Como muchas veces soñé que sería nuestro final...

4 comentarios:

Padrino dijo...

Compañero es tiempo de humo y sudor en los bolsillos. Mal de muchos......
El ruido del polvo suele ser un chasquido, como el latigazo de
unos dedos entrando a gran velocidad
en contacto sobre la piel de una
espalda sudorosa, casi siempre va acompañado de una negación. ¡¡Nooo!!.
Cuando anteriormente hubo una advertencia.¡¡Que te vaaasss!!. je,je,je.
Anoche vi el post, pero he esperado
a esta mañana, cuando las neuronas
de mi cerebro ocupan su posición normal,para leerlo. Francamente hay bestseller o Best Seller, que están infinitamente peor escritos.
Esta vez me gusto de principio a fin,has conseguido no quitara los ojos ni por un momento de las lineas escritas.
Enhorabuena Juancho.
Saludos compañero.

Juancho dijo...

Bueno, para escribir un best seller de esos tendría que rellenar unas cuantas hojas más jajajaja, pero poco a poco que no tenemos prisa. ;)

Cierto, el sonido del polvo puede provocar innumerables dolores de cabeza y de piel... aunque casi prefiero hacer oídos sordos. :D

Un saludo compañero.

liv dijo...

Espero que nunca te llegue ese dia, porque el dia que decidas tirar la toalla, se perderá cada una de estas letras que nos estas monstrando. todo aquello que piensas que poco a poco te va destruyendo... se traduce en que luego tus sentimientos y sueños se hacen fuertes... No ves toda la fuerza que transmites?

Mil besos¡

Juancho dijo...

Yo tampoco lo espero, la verdad. Aunque nunca me lo había planteado desde tu punto de vista...

Un besazo, Liv. :)