lunes, 12 de abril de 2010

La Tinta, el Tintero y... el Mito

El mundo se distorsiona creando ángulos fugaces, luces sin sombra, oscuridad radiante. Discernir entre lo real y lo imaginario se convierte en una tarea detestable, respondiendo a llamadas de lobos con colmillos relucientes que me ofrecen una vida sin límites para mi cordura, sin pegas para su cartera de clientes. Palabras amables que esconden cadenas guiadas por un reloj incansable. Casi no puedo creer que todavía piense en cada una de las trampas que no dudan en poner bajo mis pies.

Mientras esquivo dentelladas recuerdo que hace tiempo decidí que mis pasos no volverían a alcanzar la entrada al portal en donde revolotean sus sonrisas para que cualquier incauto las intente atrapar. Me encuentro cansado, sin ganas de avanzar esperando que todo esto acabe, liberándome por fin de una agónica sentencia que tardas en dictar. Mi mente cerró la libreta en la que deseaba plasmar frases, palabras y párrafos cargadas de melancolía sin igual, hastiada de ver como nada de lo que hacía resultaba, ni para bien ni para mal. Recuerdos afilados que se niegan a abandonar las cicatrices surgidas en bares de mala muerte o en días en los que sencillamente pretendía abandonar la dichosa partida.

El viento me ha confesado que ocultó cientos de cartas que nunca te quise enviar, resentido al ver como decidiste cambiar de labios a los que besar y dolido cuando comprobó que mi respuesta no fue otra que dar un portazo en mi mundo, levantando una polvareda de miedos y esperanzas que hasta ahora no se han posado en ningún lugar. No es que me queje de todo aquello por lo que luché, de todas aquellas tardes de frases sin terminar, a la espera de ese simple gesto que confirmase si realmente te daba igual.

Los días pasan, y el tiempo no sólo conseguirá que tales cadenas se pudran sin necesidad de volver la vista atrás, si no que también me olvidaré de los porqués que tantas veces me pregunté y sólo el silencio se atrevió a responder.

2 comentarios:

liv dijo...

El intento de la vitalidad resignada, de las cosas sin terminar, del esfuerzo olvidado, de las horas sin mas...

No todo aquello que piensas, queda apartado. La buena energia siempre brilla aunque este en el rincon mas podrido del planeta.

Besos

Juancho dijo...

Cierto, muchas veces nos aferramos a sentimientos sin sentido cuando la respuesta es más fácil de lo que pensamos...

Besos, Liv, me alegra verte de nuevo por aquí. ;D