miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Tinta, el Tintero y... el Cabestrante

Resulta que el mundo se está yendo al cuerno. Que bien, ¿no? Los unos por llenarse los bolsillos y los otros por que quieren hacer lo mismo.

Mientras el mundo se afana por avivar esta extraña lucha de clases, de capital, de aferrarse al poder, de hacerse escuchar, yo me conformo con que me dejen en paz. Pero resulta que ahora, incluso con estas, a uno le cuesta no luchar por soñar. Bombardeado a conciencia por ambas partes, lo único sensato que se me ocurre es mirar la lluvia resbalar por el cristal mientras estás a mi lado.

Cierro los ojos, disfrutando de ese ligero escalofrío que te recorre el cuerpo, los abro y el sueño se ha terminado. No hay cristal ni lluvia ni nadie que esté a mi lado. Abro el libro por donde lo había dejado y continúo leyendo. Tejiendo historias que se irán directas a un papel en blanco, gritando por tener más tiempo, por tener más ganas, por ponerle más empeño.

Con el frío, miro el mundo desde el otro lado. Con el sonido de fondo de mis dedos sobre un teclado o del plumín danzando sobre un cuaderno arrugado.

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