domingo, 11 de enero de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Recámara

Acabo de abrir el depósito de municiones. Me preparo para una lucha sin cuartel, sin tregua. El único inconveniente es que no tengo muy claro quién es mi enemigo. Algunos me señalan en una dirección, mientras en sus ojos puedo ver como la codicia se refleja en ellos. Otros esperan a que yo escoja. Los más sencillamente señalan un punto al azar del dichoso mapa. Y aquí estoy yo 'de acero hasta las orejas', con la rabia saltando por la comisura de los labios. Los ojos inyectados en sangre, como no podía ser de otro modo. A cada paso que doy la sensación de alejarme más y más de la realidad se hace patente. Creo que he perdido el rumbo. Si al menos encontrase una maldita señal, no me perdería con tanta frecuencia.

Pero como suele pasar en estos casos, el azar, el destino o la mala suerte son la que deciden por ti. El tiempo, desde su balcón, sigue con sus apuestas, siempre en tu contra. No importa lo que intentes, cada vez que miras el reloj es demasiado tarde. Tu obstinación es digna de mención, o entre los más valientes o más estúpidos. El tiempo, como ya he dicho, lo dirá, aunque tal y como te mira creo que no entrarás dentro de los primeros. Simplemente continúa con lo que tienes entre manos, puede que sea algo repulsivo pero si vieras lo que he tenido que hacer yo para llegar a este punto... te darían ganas de vomitar. Tranquilo, el único que podría decirte algo es tu propio orgullo, resulta molesto al principio pero cuando comienza a manejar eso que llamamos poder, dinero y se junta con una tal ambición... cierra el pico como todos.

No soy muy dado a este tipo de charlas, pero llega un momento que el vaso se desborda. Y no precisamente la última gota ha tenido la culpa, fueron las idas y venidas del dichoso vasito de las narices para ver a quien le echábamos la culpa de todo. La manada de lobos siempre dispuesta a cobrarse una nueva víctima. Sin importarle si fue amigo o enemigo. Cuando derramamos algo de sangre nos vamos a la cama con una extraña sensación de satisfacción. La misma que cuando por fin doblegamos a nuestra entera voluntad a quien sea. De rodillas ante nosotros.

Quito el seguro, todo preparado, escojo bien a mi objetivo... y paso. Esto no va conmigo en absoluto. En legítima defensa, y una mierda, lo legítimo sería forrarte a hostias por tanta chorrada y tanta tontería. Por tanto discurso bien preparado y elegantemente ejecutado. Tanta falsa moneda has puesto en circulación que ya nadie sabe lo que es real o auténtico. Te voy a contar un pequeño secreto, lo verdadero, lo realmente bueno: mi mala leche. Mis ganas de liar el petate, de ver como te las arreglas tú solito. A ver si eres capaz de aplicar todas esas estupendas reglas que tan bien has sabido vender. Te confieso que disfrutaría bastante observando como te conviertes en víctima de la manada. Porque está claro, no sabes ni donde tienes la mano derecha, pero eso sí, mandar oleada tras oleada de carne de cañón se te da de fábula.

Se me ocurre una idea mejor, ¿qué tal si uso todo este arsenal contra ti y tus peleles? Cronométrame, por curiosidad, por si consigo durar más de un minuto en pie. Porque ahora yo también conozco el secreto, la única manera de lograr sobrevivir: únicamente debo 'cargar' las tintas un poco más de lo habitual...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

ummm una reflexion interesante, porque despues de haber "derramado sangre" nos sentimos bien al irnos a la cama, porque cuando estamos en mero sufrimiento nos da igual lo que hayan hecho otros, sino que solo vemos nuestros meritos del pasado "puede que sea algo repulsivo pero si vieras lo que he tenido que hacer yo para llegar a este punto"
Como decían los antiguos romanos, el hombre es un lobo para el hombre, pero me temo que ahora ademas tambien hay caperucitas,cazadores abuelas y falta un feliz rodriguez de la fuente que nos enseñe a dejar al lobo en su habitat para que el no nos ataque ni nostros a el.

un saludo tio

Juancho dijo...

Antes era todo más sencillo ¿no? No es que cambie mucho la situación, unicamente la tenemos más adornada.

El hombre es el peor enemigo del hombre.

Un abrazo, Henmex.

* Sine Die * dijo...

El escorpión muere atravesado por su propio veneno....

Buen relato, Juancho..

un besito

Juancho dijo...

Salvo que en muchas ocasiones somos nosotros los que nos convertimos en ese 'veneno' que guarda el escorpión. ;)

Un beso, Sine Die

Anónimo dijo...

Joder, y yo que al terminar de leer esto sólo me pregunto si el escrito será real y si habrá al que lanzarle las palabras tal cual.

No sé, yo es que a veces contigo me pierdo un poco, la verdad.


MO.

Juancho dijo...

A veces me agobio demasiado con todo lo que pasa a mi alrededor y con todos los mamarrachos que tengo que soportar...

Sólo eso.

Un besazo, MO.

Eu dijo...

Un poco de su propia medicina... o su propio veneno. Es sin duda la mejor solución

Juancho dijo...

Jejejeje sí, nuestra única salida es seguir adelante. ;)

Un besazo, Bea.