domingo, 15 de febrero de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Guiño

Demasiadas hojas en blanco para echarse atrás. Demasiados sábados tirado en el sofá pensando en todo lo pudo ser. La máquina de pensar no para ni un minuto de triturar historias, desgranando cuentos que nunca he llegado a terminar. Las piezas no encajan como explicaban las instrucciones y, siendo sincero, me estoy muriendo por un poco de tranquilidad.

Con la última pieza tirada a la basura, la lucha interna se ha ido al cuerno. Poco me importa ya lo que signifique ese anillo que llevas en el dedo, o cualquier otro tipo de amuleto que uses para alejar a todas las pesadillas que se atreven a molestar tu perfecta vida anodina. No podrás controlar todas las sombras que acechan en las esquinas. Reza todo lo que sepas y con un poco de suerte la que salga a tu encuentro desee únicamente pasar un buen rato, tomar un café o charlar sobre el pasado. Pues no todas somos así, algunas como yo ya decidimos dar el siguiente paso. Mirándote a los ojos, azuzando esa llama interna mientras te sigo metiendo mano a dos jodidos pasos del que una vez te engañó diciéndote que realmente había cambiado.

No le des más vueltas, todos formamos parte de la misma función. Escoge tu personaje favorito y no mires que es lo que se cuece detrás del telón. Entre bastidores existen monstruos que no lo dudarían ni un solo instante para satisfacer sus más bajos instintos sexuales. Al menos conmigo sabes cómo va este baile. Después de tantos años, todos mis miedos han conseguido cambiarme, atrincheradas en un rincón de mi mente. Explicándome que cada historia, que cada mirada posee un resorte capaz de conseguir que todo cambie, que todo se endulce. Pues el caos, amiga mía, no es tan bravo como lo pintan. Durante mucho tiempo has pensando que lo bueno, lo que merece la pena, no cambiaría pero todo se corrompe. Ni tú ni yo seríamos lo suficientemente fuertes para resistir las tentaciones de años compartiendo la victoria con nuestra propia integridad.

Nunca me lo había planteado, ¿y si todo en lo que creemos no valiese la pena? ¿Por qué seguimos el mismo camino trillado por cientos de millones de almas en pena? ¿Acaso una hora y media puede echarlo todo por tierra? Cambiarte a estas alturas ya resulta imposible, lo sé. Mis miedos y mis pesadillas siempre han evitado que me acomode a esa vida que durante tanto tiempo me has intentado vender. Mis ansiados sueños partieron sin más resentimiento que la de aquella carta sin leer. La que pensaron en colocar en mi cómoda, suspirando por todo lo que pudo haber sido y no fue.

Aquí me tienes, sin miedo a perder... con todas mis ganas creciendo mientras completo mis ocho horas en el prostíbulo en donde se esfuerzan para que ninguno de nosotros se convierta en la temida oveja negra. La misma que se viste con piel de cordero... aunque creo que era el lobo, da lo mismo. Se sigue relamiendo cada vez que ve cruzar tu cuerpecito por los probadores de ropa íntima de aquella tienda sin nombre, donde una vez no nos dimos cuartel.

¿Pensabas que te mentía las veces que lloraba? Viendo como te ibas perdiendo, como comerciabas con tus sueños en un desperado intento. Pues no, pero eso forma parte de nuestro pasado. Ahora me he dado cuenta de tú y yo vamos por caminos separados. Te preguntarás si los dos hemos perdido, puede ser, no me preocupo demasiado. Bastante tengo ya con la lucha por mantener mi cabeza fría y en calma.

No hay comentarios: