martes, 27 de octubre de 2009

La Tinta, el Tintero y... las Cuentas

Historias que no cejan en su empeño de tropezar con mis deseos, señalando en mil direcciones, mil caminos cuyo único destino es acabar plantadas en los maceteros que nunca riego, aquellos que un día me regalaste con la intención de que mis sueños echaran raíces en tierras donde tú eras la única dueña.

Ahora vuelan libres, ríen y juegan, de vez en cuando alguno se posa en el alfeizar y rebusca entre los párrafos y las letras de fábulas razones para no olvidar tu nombre ni las caricias heladas que me dispensaste las noches sin luna, sin testigos, sin ningún lazo que nos atase. Si tan siquiera fuera capaz de establecer una conexión entre mis heridas y tus sonrisas, la batalla no estaría del todo perdida. Pero no lo consigo, el único eslabón perdido resulta ser un plato de sopa fría en donde nadan a placer mentiras y verdades siempre escritas a medias tintas.

Un día, tal vez no muy tarde, dejaré de hilar las cuentas de estas lágrimas mías, que nunca fui de rosarios, ni de la aurora ni de ninguna otra recadera de malos presagios. Lo que más lamento, son las desbandadas de manos y miradas. De hijos e hijas de tocayos que nos encontramos en mirando el fondo de todos los vasos. Usando como moneda de cambio las pocas ilusiones que no hemos perdido en juegos de azar que no poseen nombre. Maldigo la espiral de sentimientos que provocaste con sólo pronunciar mi nombre, maldigo los momentos que saltan e incordian sin sentido, por simple gusto de hacerme callar.

Pero esta vez, ni mi boca, ni mis pies los van a detener cuatro sentimientos de usar y tirar. Dedicaré mis esfuerzos a comprobar todos los espacios donde anidó la memoria de ciudades y portales visibles a la luz de farolas mortecinas donde acechan labios sedientos de pecados.
Esta noche me arroparé con sábanas limpias, perfumadas con todas las sonrisas torcidas, de todas aquellos días que repartí la suerte con la primera que se atrevía a barajar las cartas de mi destino. Siendo habitual la jugada en la que ganaba la banca y me quedaba sin blanca, ni en los bolsillos ni en las páginas de libros todavía no escritos.

Y al cerrar los ojos, cuando la luna me susurre que ya te has ido, que todo está tranquilo... me dejaré llevar pues antes de quedarme dormido, he de confesar que todos mis sueños se esconden entre las curvas de un cuerpo femenino.

2 comentarios:

CalidaSirena dijo...

Buen sitio para anidar esos sueños, en sus curvas..Aunque espero que esos sueños alcancen el momento de la realidad y no tengas que dormir para soñar estar a su lado..
Un beso muy dulce y gracias por estar ahí..

Juancho dijo...

Los sueños siempre estarán rodeados de ese aura que los hace tan cercanos e imposibles al mismo tiempo...

Aunque como siempre digo: Ten cuidado con lo que sueñas... puede convertirse en realidad. :)

Un besazo de todo corazón, Cálida Sirena, gracias a ti también por estar todo este tiempo... con la Tinta al Cuello.