domingo, 15 de noviembre de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Candado

Sobre mesas de madera corroída, putrefacta, descansan coagulados los restos de atrocidades a las que nunca dieron un nombre. Instrumentos de tortura oxidados olvidaron con recelo el propósito para el cual fueron creados. Telas de araña amortajan cada uno de los rincones, en un vano intento de ocultar las brutalidades cometidas sobre la carne y la mente de sueños cuya agonía prolongaron más allá de lo que la Muerte pudo haber soportado.

Sombras afligidas , antiguos inquilinos de noches de terror y espanto pugnan por no caer en el olvido. Almas vengativas, sedientas de nuevas formas amargura, insisten en provocar daño con sus recuerdos moldeados a base de gritos, llantos y alaridos.

Con un temor que agarrota mis sentidos, abro la primera de las puertas que me conducirá a los pasillos que desembocan en el mismo centro de mis peores pesadillas. Iluminadas por antiguas antorchas, guardianes temblorosos, portadores de una luz que a nadie le importa. Pasadizos construidos en piedra, de cuyas paredes rezuma odio y bilis de heridas abiertas con mentiras hervidas en calderos donde se mezclan recelos e infidelidades. Adquieren un color maliciento, negro ulcerado, anacarado al posarse la luz de soslayo. El eco de mis pasos me devuelve voces, miradas que se esconden y el roce de tus labios.

Mi mente lucha por no crear más fantasmas de los necesarios. Demasiados me rondan ya en el momento que las bisagras cedieron ante mi necesidad de poner fin a tanto miedo infundado. Siniestras manos acarician mi espalda, susurran que ya está bien de tanta farsa, que deshaga el camino andado. Cuanto más me adentro, ni el eco de mis recuerdos se atreve a continuar por los laberínticos pasadizos plagados de nichos, en cuyo interior descansan los restos impíos de horrores que aguardan el preciso instante para desgarrar mi carne y beber mi propia sangre. El aire se enrarece con frases pronunciadas en un tiempo donde el hombre era esclavo de placeres que le eran completamente ajenos.

La luz retira su último apoyo, me obliga a caminar entre la más espesa oscuridad. Murmullos congelados petrifican mis manos y atenazan cualquier esperanza de saborear una vida a tu lado. El suelo se torna un poco más blando, no quiero ni pensar qué es lo que estoy pisando. Dos docenas de pasos más tarde, me encuentro con la La Puerta, de roble macizo, cuyos grabados no fueron tallados por mano viva conocida. Cientos de malos momentos, en forma de antenas y patas de insecto, se cierran sobre mis dedos mientras empujo el último de mis deseos. Una risa estalla, una que jamás fue emitida por voz que transmitiese el calor de la vida. Mezcla del asco que le produce una presencia viva y la saña con la que disfrutaría si no encontrara el camino de vuelta a casa.

Mi corazón hace tiempo que duda entre bombear más adrenalina o permanecer en silencio, no vaya a despertar a los Horrores de Ojos Blancos como el mármol, agazapadas entre las gotas de humedad acumuladas en las telas de araña, haciendo las veces de noche estrellada. No pasa ni un segundo cuando la maldita risa se convierte en eterno llanto de un niño desconsolado.

La puerta se cierra a mis espaldas, sellando un destino al que muy pocos se han enfrentado... aquí me encuentro, en mitad de la Cámara de los Horrores que tantas noches ha dirigido mis sueños. El tiempo ya ni siquiera está de mi lado... ni tan siquiera La Muerte vendrá a cobrarse mi alma, dejándome abandonado a mi propia suerte...

4 comentarios:

CalidaSirena dijo...

Tu corazón, mejor que bombeé más adrenalina, al menos de esa manera te sentirás vivo, a pesar de todos los riesgos..
Besos muy dulces y llenos de cariños

Juancho dijo...

Sí, la mejor manera de averiguarlo es ponerte en una situación límite...

;)

Un besazo, Cálida Sirena.

liv dijo...

wuauuuuuuuu... me dejas... no sabes cuanto me ha gustado, no sabes que has dado con un tema tan tetrico com hermoso para mis sentidos..

Necesito que me/nos des mas escritos asi, alimenta-me/nos con esa cadencia y prosa tan fina, como las mismas manos frias que te guian hacia ese mundo sin luz.

un beso¡¡

Juancho dijo...

Este ha sido el primer acercamiento para mezclar un mundo que me atrae enormemente, el de horrores impíos que pueblan la noche.

Con mi estilo peculiar de narrar amores imposibles...

Me alegra que te haya gustado!!!

Tranquila, que tendrás más de estas entradas. ;)

Un beso, Liv!