domingo, 22 de noviembre de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Razón

El tiempo se agota, marchitando ramos de días que adornan en los cementerios los nichos repletos de esperanzas viejas y hastiadas de ver como los sueños buscaban fortuna con negocios de medio pelo.

Mi corazón les observa, divido por el sentimiento que le provoca las sonrisas y las voces a media asta de los enterradores cuyas palas han excavado ya demasiadas tumbas para la noches en las que tú y yo decidimos matar todos nuestros viejos rencores. Vigila mientras se prende de un hilo tan fino como lo fueron nuestras promesas sobre futuros cuyo aval no superaba las veinticuatro horas al día. Llorando por todos los besos que se pudren dejando al descubierto unos huesos tan blancos como carentes de sentimientos.

Cubierto por la sombra de cientos de cuervos que graznan tu nombre pero que roban cualquier recuerdo que brille y me pueda servir como escudo. Ha mandado a los sabuesos en un vano intento de vencer al tiempo, desesperados me buscan por cada rincón en el que me intenté ahorcar con tu amor, desquiciado, atormentado por los ecos de un mar cruel que se burlaba a escondidas mientras contemplaba un amanecer sin tenerte a mi lado.

Se pierden entre la espesura de un bosque, impregnado con el perfume de antaño, de lugares que nunca existieron, de palabras que se secaron tendidas en las cuerdas que me ofreció el viento. Localizan un rastro, de risas, de juegos cuyas reglas las dictaron todas tus ganas de hacerme daño, de pisadas en salones abandonados, de cuadros pintados al óleo de caricias trazadas por manos nerviosas que sueñan con mundos imposibles en los que pasar un buen rato.

Desconoce que yo también le ando buscando, he de contarle que tales mundos existen, simplemente ha de mirar hacia otro lado. Olvidándose de aquel terreno marchito, infectado de pasiones ávidas por maldecir a todo aquel que pose un pie en aquel recinto sagrado. Mi mente ha viajado, con todas las ganas que entran en una mochila, hasta los callejones en donde se intercambian besos y pasiones, donde las sombras no retienen las amarguras de una mala noche. Que todavía tenemos un sitio reservado, la imaginación como sumiller especializado en licores y vinos macerados dentro de sonrisas suaves y caricias que siempre traen los te amo de un nuevo día.

He de decirle que se dé prisa... pues yo, por primera vez, ya le estoy esperando.

5 comentarios:

Padrino dijo...

Compañero este me gusto,
felicidades.
Espero su persona este
totalmente recuperada, de
ese medio resfriado.
Saludos.

Te susurraré... dijo...

Me ha encantado, para variar.

Yo quiero viajar en persona a los sitios donde tu mente ha estado. Parecen destinos inmejorables.

Besos.

Juancho dijo...

Gracias Padrino, pues casi estoy recuperado. Me queda un resto de tos que no se va ni queriendo. :P

Un abrazo.

Como todos los destinos, según quien los organice y, sobre todo, con la compañía que te lleves. ;)

Un besazo, Te Susurraré...

CalidaSirena dijo...

Has dejado trocitos de tí muy especiales en este escrito..
Me ha encantado..
Besos muy dulces y suaves

Juancho dijo...

Poquitos a poquitos, los pasos siguen el camino. :)

Me alegra que te haya gustado.

Un besazo, Cálida Sirena.