sábado, 6 de agosto de 2011

La Tinta, el Tintero y... el Souvenir

Hoy no me apetece escribir palabras y frases en las manos del viento. Intentaré ser un poco más prosaico. Pero sólo un poco ¿eh?

Resulta, cada vez que pestañeo se me escapa el tiempo. Ha caballo entre el trabajo y mi casa los días se evaporan. Tan rápido como una gota de agua en mitad del desierto. Sentimientos encontrados, porque por una parte es un alivio no estancarme, sentir que todo avanza despacio. Sin embargo, siento que intento abarcar más de lo que puedo.

Leer, escribir, planchar, fregar, relajarme y disfrutar. De todo esto y mucho más se llenan mis días. A las 6 de la mañana suena el despertador y vuelta a empezar.

Días en los que me desespero porque parece como si no hubiera logrado nada, otros, en cambio, no podría contar todo lo que hecho. Un equilibrio entre lo que deseo y lo que me encuentro. Pasan las semanas y las hojas de mis cuadernos se van llenando con historias, de nunca acabar. De cuentos del día a día. Los escribo para no perderlos, atesorandolos, pequeños recuerdos escritos a mano.

El sol se levanta, se acuesta mientras flirtea con un cielo cargado de estrellas. Entretanto sigo con mis proyectos, mis ilusiones y desengaños enfrascado en un proyecto a largo plazo llamado existencia.

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