lunes, 2 de abril de 2012

La Tinta, el Tintero y... el Paño

Cierro la puerta de mi casa. Dos vueltas de llave y toda la energía del día se evapora en un instante. Respiro profundo, sin desprenderme de la mochila o el libro. Conecto el automático y realizo los mismos pasos un día tras otro. No es que me sienta mal, tan sólo estoy un poco cansado de vestir siempre con los mismos zapatos y perseguido por la misma sombra del año pasado.

Un buen chico. Sí, supongo que es una etiqueta visible. Un poco confuso. Y quién no.

Los días en los que me desinflo al llegar a casa no me gustan. Tensión nerviosa, comenta mi madre, y puede que no le falte razón. O puede que sea yo mismo quien se impone un ritmo de pensamiento frenético y cuando tengo la oportunidad piso el freno hasta parar en seco.

Lo que sí agradezco es el haber desconectado de las noticias durante un par de meses – que no tenga televisor en casa ayuda un poco. Resulta difícil permanecer ajeno ante la extraña realidad que no está tocando vivir. Cada 24 horas MundoReal™ me resulta más y más insólito. Como si me hubiera tocado una época de la que no formara parte.

Leo eslóganes con frases pegadizas sobre como vivir, como vestir, que opinar o reaccionar. Los más atrevidos, insultan, amenazan o juegan con el miedo sin ningún pudor. Otros, los menos, intentan hacerse un hueco esgrimiendo la verdad. Pura y simple. Eso que ya nadie quiere escuchar.

Mientras los carteles se difuminan entre estación y estación, tengo la sensación de estar dando oportunidades a las personas equivocadas. La misma que cuando lanzas una piedra a un pozo con la esperanza de oír el sonido del choque cuando alcance el fondo. Media hora después continúas mirando con cara de tonto.

Hoy es uno de esos días en los que mi MundoImaginario® se cierra del mismo modo que la puerta se cierra tras de mi.

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