jueves, 4 de junio de 2009

La Tinta, el Tintero y... la Ensoñación

Entre olas de terciopelo me desvanezco, una vez comenzado el sueño el navío no se detiene. Los siete mares he recorrido, buscando sin descanso la equis que me indique dónde está mi destino. Mis guías: las nubes, el sol y las estrellas del firmamento danzando en macabros bailes, señalándome siempre el rumbo a ciudades, cuyos tesoros jamás poseería el hombre.

Intenté controlarme, evitar se atrapado por aquella lastimera niebla que a todos los viajeros nos envuelve. Curiosidad pasajera que va y viene según escuche las nuevas historias que portan las olas y las gaviotas. Cuando por fin entendí el significado, era ya demasiado tarde, demasiadas durezas en esta mente que todo lo desea y nada tiene. Zarandeado por una mezquina tormenta, vislumbre los faros de las islas malditas, ningún navegante decidió anclar su nave en tierras tan impías.

Heme aquí, rastreando senderos, sin mapas ni porteadores. Incluso las estrellas ya no parpadean con el sutil canto de las sirenas. Sin posibilidad de retroceder, el destino que me aguarda siempre será peor que todo lo que no podemos conocer. Renuncio, ni persuadir a mi mente logro. Me rodea una vegetación malsana, enfermiza que todo devora, alimentándose de los sueños de personas inocentes que siempre han preferido volar lejos, aunque jamás poseyeran el valor de sostener su propia mirada en el espejo.

Cada vez más cerca, las tinieblas cierran los pasos, las opciones se evaporan con el calor de un sol que ya ni produce sombras. Anhelando mi corsario velero, me cruzo con pesadillas y terribles criaturas que pueblan las ansias y los deseos de noches de ojos abiertos y despertares ligeros. Preguntan el por qué de mi atrevimiento, si guardo alguna esperanza de regresar junto aquellos, que el día de mi partida, no soltaron ni una lágrima de despedida.

A mirar atrás no me atrevo, de memoria conozco el tortuoso camino que termina justo donde mis pies se paran. Continuo pese a las amenazas, que tantas veces lanzaron en un futil intento de torcer el destino que siempre me ha pertenecido.

En esa singular aventura, amigos no tengo, pues en el momento de levar anclas y entonar la vieja canción pirata, me dieron la espalda, argumentando que mis sueños no me llevarían a buen puerto.

... pues hacia la Muerte zarpamos, y es la Muerte quien gobierna el timón cuando navegamos...

4 comentarios:

Altaïr dijo...

Muy bueno,
me gusto mucho
y cuanta razón hay
en el entre entrecomillado.

Juancho dijo...

Muchas gracias, Pequeño Templario...

Te ganarás un gallifante o premio similar si averiguas de que autor famoso es la última frase entrecomillada. :P

Un abrazo.

PS: Pista, escribió uno de los mejores libros de piratas y tesoros de todos los tiempos.

Altaïr dijo...

Escribió:The Sea Cook, or Treasure Island.
O por el contrario tenia la ocupacion
de Escritor, periodista y espía.
Dudo entre estos dos,la hora que es
me impide pensar, je,je.
Saludos.

Juancho dijo...

Correcto, escribió La Isla del Tesoro... :D

Un abrazo. ;)