lunes, 4 de julio de 2011

La Tinta, el Tintero y... la Vigilia

Me despierto dentro de un sueño. A un lado quedan los restos de un mundo al cual ya no pertenezco. Hace tiempo que siento como mi sombra ya no tiene dueño, ni rumbo, ni ganas de seguir con este cuento.

El viaje, extraño, da comienzo cuando, al fin, me duermo. Cuando todos los ruidos se ocultan tras un velo negro. Cuando mi mente, hastiada de tanta monotonía, de tantas ganas reprimidas, de tantos desprecios y tantas sonrisas que esconden puñales para degollarte por la espalda.

Al abrir los ojos, oscuridad. Camino a ciegas y no se diferencia mucho de cuando tengo los ojos abiertos. Unos pasos más, mis vista se acostumbra. El negro se disuelve en una tonalidad de grises, que van dando forma a ciudades por donde pasean mis pensamientos. Me acerco un poco más y distingo formas borrosas que susurran tu nombre. Apoyadas en siniestros alféizares de moradas que ningún hombre se atrevió a pisar.

El sueño no cambia, acelero el paso. Termino en el borde de un espigón. Enfrentado un mar que atesora con rabia todos esos momentos que no nos supimos dar. Las olas rompen y el agua, que roza mis labios me sabe a sal. A la misma con la que cierro mis heridas para recordarme que no te puedo olvidar.

Transcurrido un tiempo, la Luna me dice que ha llegado el momento de desvelarse. Me levanto, me desperezo... Y al mirarme en el espejo pienso que no estaría tan mal desvanecerse en el tiempo como un maldito sueño.

2 comentarios:

MARIA dijo...

Dicen que la peor hora para el desamor, es la madrugada y yo estoy totalmente de acuerdo. Y nada alimenta más la desdicha del desengaño que la vigilia. Desgraciadamente, ahí donde hay sueño, hay imsomnio. Y donde hay amor, desamor. Esperemos que muy pronto, vengan mejores sueños, y mejores despertares compañero. Besos.

Juancho dijo...

Ni todos los despertares son malos, ni todos los sueños son bonitos. A todo nos debemos acostumbrar. :D

¡Un beso!