Si el tiempo se detuviese, podría imaginarme cientos de historias. Cada una de ellas con un comienzo incoherente y un final digno de cualquier demente. Pero no es así, resulta que avanza presto. A veces tan rápido que ni siquiera soy consciente de lo que estoy ganando o perdiendo.
Entrar en detalles resultaría superfluo.
Al igual que mi manía de recurrir al humor negro o cargar contra todo lo opuesto, casi no puedo evitar eso de soñar despierto. De escribir mi vida en cuadernos inconexos o de soñar que acaricio tu cuerpo en un olvidado trastero.
A todo esto, al observar la vida que me rodea me siento impulsado por callar o decirlo todo en un momento. Para mi no existe el término medio como tampoco existe esa alma gemela con quien compartir ese instante que tan sólo ella y yo viviremos.
En cualquier caso, resulta que estoy un poco cansado de ver como ese castillo de naipes se tambalea pero no cae. Permanece en pie con una increíble tozudez mientras a su alrededor todos aguardan para comenzar la rapiña y que el mundo siga con su eterno gira que gira.
No hay comentarios:
Publicar un comentario