lunes, 20 de abril de 2009

La Tinta, el Tintero y... el Comienzo

Los desconchones de las paredes dan la bienvenida a los posibles viajeros, su pintura desgastada saluda con su sonrisa demacrada y el polvo dueño de la situación en todo momento. Las telas de araña impávidas aguardando la presa que nunca llega, en la madera de las puertas y los marcos casi puedes escuchar las aterradoras voces de aquellos que una vez habitaron esos cuartos desolados.

Gritos de dolor, de espanto, pero también risas, sonrisas torcidas, llantos, discusiones... los dedos un recuerdo lejano acarician tu espalda, tu nuca, hielan el sudor que recorre tu frente. A cada paso que das, las tablas crujen, gimen, susurran que jamás debiste poner un pie en este lugar. Tu piel se estremece, tiembla con cada sombra imaginaria que, agazapada en cada una de las esquinas, aguarda tu siguiente traspiés para dar cuenta de todos tus errores, de todos tus temores...

La garganta se niega a tragar, aunque ya no es necesario hace tiempo que tu boca dejo de producir saliva. Inevitablemente, tus peores pesadillas se han vuelto realidad, esos matices que tanto has tratado de ocultar te observan, cada paso, cada movimiento, recordándote que nunca tuviste el valor, y volverás a salir huyendo para refugiarte en los primeros brazos que encuentres...

Cuando el eco de tu carrera termina de rebotar en cada rincón, caigo en la cuenta: mis temores acaban de unirse a los tuyo. Sus risas sedientas de venganza toman forma. Ya no existe la vuelta atrás, no merece la pena. Tanto para bien como para mal. De nuevo me encuentro en el punto de mira de todo aquello que me negué a dar.

El corazón ha dudado entre pararse de repente o reventar en mil pedazos, una de las puertas que se encuentra a mi lado se está abombando. Miles de zarpas arañan la superficie, gritos ahogados pronuncian mi nombre, y por los huecos consigo distinguir un fango impío que pudre la madera a su paso. 'Por fin me habéis encontrado' – pienso mientras intento no imaginarme que cojones habrá al otro lado.

Ahí están, tus angustias y las mías, tus ganas de correr y mis ganas de que se acabe todo de una puta vez. Después de perder todos mis anhelos en menos de diez segundos, no puede ser tan malo el destino que aguarda aullando mis vanas esperanzas.

Lo malo de vivir rodeado de pesadillas es que terminas por creer demasiado en ellas. La única luz que hubiera sido capaz de iluminar un poco todo este embrollo ha salido corriendo - ignorando completamente que tú también estabas cagado de miedo -, no quedan más opciones que dejarte engullir por esa marea negra que tantas veces logré esquivar.

Te has decidido, llevándote la única llama de esperanza... en cambio yo, cuando el corazón deje saltar dentro de mi pecho, cuando consiga olvidarme de todo lo que una vez sentí por ti, abriré la jodida puerta intuyendo perfectamente qué es lo que me aguarda el otro lado de una puerta, cerrada demasiado tiempo...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo mi pesadilla me esta haciendo creer que soy malo...fijate tu como es el mundo...

y los desconchones...juega a imaginarte formas mientras concilias el sueño XD
(comentario friki de los mios)


+se te aprecia una barbarite maestro

Juancho dijo...

Jiaz jiaz jiaz, eso lo suelo hacer bastante amenudo, y no sólo con los desconchones... no te creas.

¿Malo? Bueno, al menos tus pesadillas perfieren tenerte de su lado. Las mías, ignoran mis sentimientos, directamente...

Y mi paciencia se está acabando.

Un abrazo muy fuerte, Henmex.