miércoles, 13 de octubre de 2010

La Tinta, el Tintero y... la Frase

Llevo tropezándome con el Tiempo unas cuantas semanas, y no porque yo quiera, no. Me tropiezo con él porque el muy cabrito me hace la zancadilla cuando mi imaginación se detiene en la primera sonrisa que pasa junto a mi.

Si no fuera porque todos los proyectos que tengo entre manos están tirando cada uno por su lado, me importaría un carajo que el tiempo me pusiera la zancadilla, me diese una colleja o intentara robar mi cartera.

Y es que damas y caballeros, esto ha cambiado. Mi cosmo-visión – que suena así como muy chulo – ya no aguanta más las largas letanías de entradas y letras con ese regusto a melancolía. Hasta tal punto, que cuando lo intento me arrea un puntapié en la espinilla de mi conciencia, recordándome que mi querido Tiempo no está ni para chanzas ni para bromas. Que esas bonitas historias de amor - o desamor - han pasado a mejor vida y mejor que me centre en lo que tengo entre manos. Ya tendré un lugar para que mi mente sueñe con todo lo que le de la gana, como si se quiere pasar días enteros tomando café con chica que ni siquiera sabe que existes o que te ha visto pasar por delante una sola vez.

Ante todo, que no cunda el pánico, porque ya es lo último que me tenía que cundir para que mi querido maestro de ceremonias se diese por satisfecho. Más que nada porque podría imaginar que se está fraguando una conspiración en mi contra con una trama tan retorcida como los rulos de la vecina del 5º A. Una de esas - conspiraciones, que no vecinas, pero que también existen - que cuando abres la puerta un día cualquiera te grita: “¡¡¡Sorpresa!!!”, y del susto ves como tu corazón se va de fiesta con tu lengua por matasuegras dejando el portón de tu boca abierto de par en par.

Mientras tanto yo sigo con mi sopa de letras - de qué iban a tratar mis proyectos si no –, deleitándome en formar palabras y frases al borde del plato, rehuyendo la mirada de aquellos profetas falsos que intentan venderme a toda costa una vida ordenada, corporativa, llena de trajes y corbatas. Una vida que ya han vivido otros antes que yo y que por mucho que se esfuercen ni me apetece ni me quiero seguir los pasos de gente que le gusta no tener corazón.

4 comentarios:

QuietBrown dijo...

La melancolía solamente lleva a entornar los párpados y luego sales fatal en las fotos...
Me ha gustado esta entrada, tiene otro aire y me mola.
Ah, te debo una crítica literaria, por cierto, pero de momento te diré que me ha gustado. Invítate a un gin-tonic y te cuento el resto =D

Juancho dijo...

Cambiar es bueno, abrir la ventana para que se despeje un poco la habitación de mi cabeza y dejar que corra un poco el viento.

La invitación al Gin Tonic dala por hecha. :D

Juan dijo...

Olé, creo que el cambio te va a venir muy bien.
Espero con impaciencia tu próxima entrada para ver dónde nos llevas.

Juancho dijo...

Bienvenido a La Tinta y el Tintero Juan. :D

Ya va siendo hora de cambiar un poquito. ;)