viernes, 9 de diciembre de 2011

La Tinta, el Tintero y... el Diapasón

Convencido o no, toca representar una función. Ponerse una careta e interpretar al son de una orquesta cadavérica.

Con cada paso que marca el metrónomo todos los actores recitan su papel, sin misericordia, sin mirar a quién. El sonido, tic tac tic tac, se instala en tu cabeza y golpea sin piedad. Tic tac tic tac.

Echo a correr como alma que lleva el diablo, salgo de escena, salgo del teatro, salgo tu vida como si nunca hubiera estado. Pasan los años y aún recuerdo ese café al cual nunca fui invitado. Un bicho raro, una definición perfecta para la contracorriente que nunca tuviste el valor de nadar ni yo de navegar.

Esta bien ahora, mientras las telarañas se adueñan de los momentos que nadie supo aprovechar. La tranquilidad de una taza de té mientras observo a aquellos que luchan hasta el final por una vida normal. Una en donde todo encaje, cada palabra, cada sentimiento, cada amante, dentro de un marco perfecto que poder mostrar a su grupo de amigos al tiempo que comentan: “Yo tuve el valor de seguir los dictados de mi corazón.”. O puede que me fije en esos otros, quienes pelean por imponer su punto de vista, dejando a un lado una existencia tan trivial como las sonrisas que me regalaste sólo para no quedar mal.

En cualquier caso, todos somos perros y todos somos amos. Público, crítico y actor que no tienen ni idea sobre qué trata la función.

Dejo la taza de té, miro el reloj y me preparo para salir al escenario. Es hora de interpretar mi escena en un escenario de un teatro vacío de público hace ya incontables años.

2 comentarios:

manumara dijo...

Juancho merece dejar un comentario para decirte que me gusta com escribes y que me suena lo que cuentas

Juancho dijo...

Muchas gracias Manumara, y Bienvenid@ a la Tinta y el Tintero.

Me alegra que te gusten mis escritos.

¿Te suena la situación? Eso es porque todos terminamos representando algún papel que no nos termina de convencer a lo largo de nuestra vida. ;)

¡Un saludo!